Los gatos silvestres (es preferible no decir salvajes que es lo contrario de manso y silvestre de doméstico. Salvaje es entonces sinónimo de bellaco, chúcaro o violento), se diferencian por algunas características de los domésticos.
Los silvestres se dividen en pequeños gatos (como el montés, el margay o el ocelote), los grandes gatos (como el león, el tigre o el jaguar) y en un tercer grupo: el puma.
Los pequeños gatos silvestres no pueden rugir y pero sí ronronean.
Los llamados grandes gatos no pueden ronronear pero sí rugen.
El puma, ubicado solo en un tercer grupo, es único y particular en sus características pues ruge y también puede ronronear.
Pero además de las características diferenciales en sus sonidos, ya que el gato doméstico puede ronronear y maúlla, todos los gatos silvestres, sean del tamaño que fueren y emitan el sonido que emitan, todos llevan como una marca blanca o clara en forma de medialuna en la parte posterior y superior de la oreja que permite la ubicación a modo de baliza de un cachorro o de cualquier congénere en el medio de la espesura.
De esa forma las dos manchitas blancas reflejan la luz haciéndose más visibles, tanto de día como también de noche.
Esas manchas posicionales han servido de inspiración para que, en la actualidad, en las bicicletas y también en autos, ómnibus y en muchos transportes, se usen desde hace muchos años los llamados “ojos de gato”, especies de pequeños plásticos reflectantes, que han evitado un sinnúmero de accidentes.
Seguramente, la gran mayoría de quienes llevan este “ojo de gato” en sus vehículos, desconocen el origen de esa forma de señalización y casi nadie se imagina que la idea surge de la combinación del reflejo lumínico del tapetum con la ubicación de las manchas posicionales de las orejas de los felinos silvestres.
Se dice, entre tantas otras cosas dudosas o que forman parte de los mitos populares o del inconsciente colectivo, que si a los gatos se les cortan los bigotes se quedan sordos.
Existen gatos sordos, sobre todo blancos y sordos pero es un mito que los gatos sordos sean sin bigotes y que ese corte de bigotes haya sido el responsable de la pérdida o disminución de la audición.
A los gatos de exposición, sin ir más lejos, se le cortan los bigotes para emparejar y emprolijar el perfil de su cabeza y la presentación general.
Nadie puede pensar que esos eventos fueran una feria de hipoacúsicos desbigotados o sea sordos sin bigotes.
Lo dicho, un mito más para la cuenta del gato.
No obstante, los bigotes son la otra parte del cuerpo de un gato que lo hace parecido a un ómnibus.
¿Cómo se explica eso? Muy simple, los bigotes son pelos táctiles, gruesos y sensibles que tiene una médula especial capaz de percibir y transmitir las vibraciones que perciban en su extremidad.
Notablemente, el largo natural de los bigotes de cualquier gato es tal que su extremidad lateral está ubicada en un punto exterior al máximo ancho del individuo en cuestión.
De esa forma donde los bigotes en su extremidad no rozan o sea pasan bien, pasa el gato sin problemas.
Esta es una de las razones por las cuales los gatos pueden desplazarse en terrenos difíciles o sinuosos con tanta habilidad y casi sin ser percibidos.
Muchos ómnibus tienen como unas pequeñas pelotitas adheridas a los guardabarros delanteros por medio de una varilla con un resorte, las pelotitas están ubicadas por fuera del extremo más externo del vehículo, del mismo modo que los bigotes del gato.
Como se puede ver no es tan descabellado pensar que los ómnibus y los gatos tiene bastante en común y bastante de parecido, entre sí.
Más razones para elogiar y agradecer al gato que, aún sin saberlo ni proponérselo, nos brinda ayuda generosamente a los habitantes de un mundo que muchas veces no lo comprende.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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