Lo más probable es que muchos consideren lejano, y aún descabellado, al vínculo entre la violencia de género y el maltrato animal o la explícita crueldad y violencia hacia ellos.
Sin embargo, cuando se franquean los frenos inhibitorios de la actitud violenta hacia los más débiles, existe una clara conexión entre la violencia hacia los animales y el maltrato, se trata de los más débiles, y su relación con otros estamentos de debilidad como son las mujeres, los niños y los ancianos.
Lo que resulta innegable es que muchos son los indicios que muestran a la violencia ejercida en animales como indicadores de violencia realizada en las personas, se trata de un emergente de alerta social que debe ocuparnos y preocuparnos en una sociedad en la que los femicidios y la violencia de género están a la orden del día. Los expertos señalan que los que abusan de los animales son hasta cinco veces más propensos a cometer violencia contra las personas.
La investigación ha sido más extensa y profunda en países como los Estados Unidos y cuanto más se ha prolongado en el tiempo se ha confirmado que la violencia en mascotas es un indicador fiable y temprano de otras situaciones de violencia interpersonal.
Psiquiatras especializados mediante numerosos estudios realizados sobre hombres violentos privados de la libertad en cárceles no hicieron más que ratificar la conexión entre la crueldad en los animales y las conductas delictivas sobre las personas más débiles.
También es muy pertinente asociar, como lo aseveran estudios realizados, los actos reiterados de crueldad con los animales en la infancia con el desarrollo de un trastorno de personalidad antisocial y la presencia de rasgos contrarios a la vinculación correcta con el entorno. El 86% de las mujeres alojadas en un albergue para mujeres maltratadas informaron tener mascotas y, de estas mujeres, el 80% había sufrido maltrato de animales de compañía de sus parejas.
Hasta el FBI reconoce el maltrato en animales, como un delito contra la sociedad, tanto por tratarse de un delito penal per se como por su posible asociación con otros crímenes violentos tales como violencia de género, maltrato infantil o agresiones sexuales. En la mayoría de los países latinoamericanos, más del 70% de los hogares conviven con un perro o con un gato, por lo tanto, el vínculo entre el humano y el animal debe ser ya considerado en los protocolos de atención de la violencia de género y los abusos hacia los más débiles.
A modo de conclusión y reflexión, resulta necesario considerar a los animales como víctimas porque, como seres vivos sensibles, sintientes y sufrientes, se sienten afectados por esta violencia. Pero, también, es de urgente necesidad la relación entre los servicios de violencia doméstica y los programas de generadores de conciencia sobre tenencia responsable y bienestar animal.
El objetivo común es uno solo: mantener a las mujeres, los niños, los ancianos y a sus animales de compañía a salvo de una violencia despiadada que resulta ser uno de los males mayores de nuestra época.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero. @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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