La relación entre el perro y el hombre, tal vez sea confusa y extraña, quizás esquizofrénica, al decir de algún psicólogo, pero es, sin duda, eficaz y eficiente porque sobre la base de esta supuesta confusión o pequeño engaño funciona bastante bien desde hace nada menos que treinta mil años.
El hombre, no lerdo, aunque a veces perezoso, no tardó mucho en capitalizar en su propio beneficio estas aptitudes del perro.
De esa forma la jerarquización, la división en categorías y el instinto gregario fueron aplicados a tareas prácticas según la concepción humana.
Una de esas aplicaciones es el tiro de trineos, allí el líder perro es el que domina al resto de la atada y a diferencia del caballo no valen ni el látigo, ni las riendas, ni el freno de boca, sólo las órdenes del ser humano al líder son las que traducidas al idioma perro serán interpretadas por el conjunto y en consecuencia, llevarán a cabo la tarea.
Tan sutil y precisa es esta relación que si los perros están cansados, el líder perro decide cuándo para y ninguna orden del humano podrá sobreponerse a la voluntad del jefe canino.
Todo esto también se ve claramente en la vida familiar con el perro y los diferentes miembros de ella y sobre todo cuando hay más de un perro.
Perro y perra difícilmente se peleen por aquella cosa de la organización machista canina.
Dos perros o dos perras se pelearán, y sobre todo delante del dueño, en tanto y en cuanto no establezcan claramente sus roles y jerarquías, sobre todo si son de tamaño semejante.
En estos casos el dueño, mal que le pese debe razonar como perro.
No debe consolar al perdedor pues esa actitud reforzará la existencia de dudas sobre quién es el que sigue en la jerarquía.
Lo perrunamente adecuado será ignorar al perdedor y premiar al ganador.
Aunque nos resulte cruel, tal actitud, nos ahorrará dolores de cabeza y visitas al veterinario.
Con el curioso oficio de paseador de perros, ocurre otro tanto.
Estos generalmente jóvenes trabajadores llevan una gran cantidad de perros atados juntos, los pasean, los traen , los llevan y los perros actúan como hipnotizados, casi nunca se pelean, por el contrario parecería hasta que disfrutaran particularmente esta circunstancia de estar juntos.
La clave está en establecer claramente las jerarquías, la dominancia y paulatinamente ir estableciendo las categorías sin lugar a dudas.
El hecho de la aparente felicidad de los perros que lleva un paseador puede atribuirse al carácter social gregario de la especie, lo que desde ese punto de vista habilita a pensar en la sensación de placer de un perro al juntarse ordenadamente con otros de su especie constituyendo una jauría y vagando por el territorio de caza.
El ideal de la relación es que el dueño, replique esta situación y sea él quien pasee al perro pero el mundo moderno, en su demanda de tiempo y de vida, a veces no lo permite y allí surge el paseador de perros , oficio de la modernidad citadina, aprovechándose de la organización social instintiva del perro.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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