En el adiestramiento de perros con fines específicos, haciendo un poquito de historia, podemos remontarnos a la época de Alejandro Magno que utilizaba a Dogos del Tibet para transportar armas de sus soldados, aprovechando el tamaño y la fortaleza de esos molosos.
O tal vez a la de las legiones romanas que utilizaban, a los perros, cubiertos con mantas de cuero, transportando vasijas con aceite encendido, para provocar incendios en los campamentos enemigos, que eran de tiendas de tela, al esparcirlo en su carrera. El cuero protegía al animal de las quemaduras.
Algunos ejércitos como el de Felipe V de Francia comenzaron con la utilización de perros batidores, es decir para detectar enemigos que se encontraban ocultos y al acecho, técnica que en los días modernos se sigue empleando como norma de seguridad (utilizado como elemento de suma importancia en las denominadas guerra de guerrillas o en teatros de operaciones selváticos) y en las competencias de trabajo de diferentes razas.
Federico el Grande, rey de Prusia, los utilizó en el transporte de correo durante la “Guerra de los 7 años”, tornando al perro, en un elemento imprescindible en el desarrollo de todas las contiendas bélicas. Comenzaba entonces a perfilarse una nueva utilización del perro de guerra que se aplicaría después en la Primera Guerra Mundial.
Así lo sostiene el doctor en Medicina Veterinaria Nicolás Gay, en su tesis titulada Los perros en la guerra de 1914-1918, presentada en 1980. Alemania entró en guerra en 1914 contando con 6000 perros adiestrados de enlace, sanitarios y centinelas, contra los 250 perros sanitarios Franceses.
Los perros sanitarios también cumplieron un importante papel en la guerra. Según las crónicas alemanas, se utilizaron durante la primera Guerra, 1600 perros sanitarios que consiguieron salvar a 31.000 heridos, durante el conflicto. Una vez que se demostró la eficacia del perro en las guerras la mayoría de los países comenzaron programas de entrenamiento de perros centinela, de enlace, batidores y de detección de explosivos.
Es así que, cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, lo hizo con 40.000 perros adiestrados siendo el 85% de ataque y centinelas. Mientras tanto en Alemania se había realizado un censo que arrojó a 150.000 perros aptos para las armas, de esos 120.000 fueron destinados a la Wehrmacht y 30.000 a la Policía Alemana.
Al mismo tiempo en Inglaterra surge otra necesidad. Debido a los incesantes bombardeos, muchas personas quedaron enterradas vivas bajo los escombros, surge entonces el perro de catástrofes, destinado al rescate de esos infortunados. En las crónicas, se destaca la labor de dos canes Beauty e Irma que salvaron a más de un centenar de personas durante esos años. La utilización del perro en diferentes funciones no quedó tan sólo en esas tareas.
Durante el conflicto entre los Estados Unidos y Vietnam, en los años 70, un flagelo diferente comenzó a desarrollarse: el uso indebido de narcóticos en forma masiva. Así, se creó la necesidad de comenzar los entrenamientos de perros detectores de drogas, hoy auxiliares imprescindibles en la lucha moderna contra ese flagelo.
En estos momentos, diferentes fuerzas cuentan con canes detectores de narcóticos en la República Argentina. Esto se debe al incremento del tráfico de estas sustancias en nuestro país, primero como tránsito hacia países de alto requerimiento de las mismas y hoy también como consumo interno.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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