Los zoológicos surgieron formalmente como tales en la Dinastía Ming china como una forma de relacionarse con los pueblos y las naciones del imperio a través de la cesión e intercambio de animales que les eran propios.
Cuando las relaciones eran buenas se cuidaban a los animales, cuando se alteraba el pato de la boda, lo pagaban la salud y la vida de los animales en cuestión.
De ser un hecho casi meramente político pasaron de ser un llamador de la curiosidad y el morbo en la época romana para convertirse en un supuesto hecho educativo y de entretenimiento en la época victoriana donde se mezclaron los animales de orígenes remotos con la arquitectura de la cultura que los cobijaba, en un hecho pretendidamente educativo.
¿Que hemos heredado de todo ello?
En la época actual pletórica de formas infinitas de comunicarse hemos heredado una variedad de zoológicos que apelando a veces a falsos llamados de conservación y a altruistas mensajes comulgan de las atrocidades más ingentes de la relación del hombre con la naturaleza y los animales.
Analicemos entonces nuestra realidad: existen actualmente menos zoológicos que años atrás ya que felizmente el público en general ha entendido la caducidad del mensaje y la hipocresía de su contexto.
Existen zoológicos urbanos, otras supuestas reservas amplias que no dejan de ser zoológicos, también existen zoológicos privados de todo tipo, algunos rayanos con el maltrato flagrante y la delincuencia y otros limpios y bien presentados pero que no dejan de ser cárceles para los que entienden claramente que los zoológicos son como el acné a los cincuenta años: están fuera de época.
Pero ¿deben cerrarse los zoológicos?
Rotundamente sí. Inclusive en todos los casos deberían ser utilizados como mensajes contrafácticos de lo que no se debe hacer ni seguir haciendo: sacrificar la vida y el bienestar de los animales en aras del supuesto solaz y educación de la gente.
¿Cómo hacerlo?
Primero priorizando la reubicación de los animales y su traslado a lugares de mejor calidad de vida y no como hemos visto que para respaldar un mensaje de cierre en zoológicos urbanos se traslada a los animales a otro zoológico del interior de un país en condiciones peores o semejantes a las que tenía.
¿Hay zoológicos mejores que otros?
Claro que sí hay zoológicos más ordenados y limpios que otros pero no dejan de ser cárceles muy distantes de la realidad ecológica y ambiental de los animales que alberga.
En un zoológico los animales son maniquíes sacados de su entorno. Un animal es en tanto y en cuanto se lo conceptualice junto a su hábitat. De nada sirve mirar una jirafa pretendiendo que esa sea un hecho educativo a expensas del sufrimiento y el sacrificio del animal.
Se educa en valores y no solamente en conceptos concretos. Si el hecho educativo esconde una transgresión de valores está viciado de nulidad. Los zoológicos deben cerrarse. Lenta y progresivamente. Seriamente y no transformándolos en incomprensibles Ecoparques o Bioparques, conceptos nada claros y no definidos por la ciencia. Los animales domésticos con dueño responsable, los animales silvestres sin dueño puntual con responsabilidad de los Estados que los albergan.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero. @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional. Ex director del Zoo de Buenos Aires
SEGUÍ LEYENDO: