Vincularnos con nuestro perro resulta ser muchas veces un desafío difícil de concretar. El vínculo efectivo es el principio de la atención y este el inicio de una relación fructífera y positiva que facilite el adiestramiento.
Tengamos en cuenta algunos pequeños consejos que ayudarán a concretar una relación fluida que es el comienzo de cualquier adiestramiento exitoso. Todo aprendizaje o adiestramiento moderno debe desterrar la violencia y los castigos de cualquier tipo.
El único castigo aceptado en el proceso de enseñanza –aprendizaje con nuestro perro es el no premio, negar el premio y tal vez un NO rotundo y tajante en algunos casos, pero jamás recurrir a la violencia física o verbal.
Un segundo tópico tiene que ver con que toda acción lograda exitosamente debe ir seguida de una recompensa. La recompensa es algo fundamental en cualquier especie. Actuamos por recompensa, todos los seres, incluso los humanos, en todos los órdenes de la vida siempre, sea ésta cual sea. Lo importante de esa recompensa es la calidad y la oportunidad.
La cantidad no es lo trascendente y tan sólo debe ser la suficiente como para poder percibirla ya que lo importante es la acción de dar y de recibir. Lo importante y el objetivo es fortalecer el vínculo.
Por lo tanto una “miguita” (pequeña cantidad) sabrosa, no habitual y oportuna será tanto o más efectiva que otro premio dado en cantidades grandes, pero inoportuno o habitual. La recompensa adecuada y brindada en el momento justo facilitará nuestra comunicación y el buen resultado de nuestro acercamiento.
Una buena recompensa es aquella que está fuera de lo cotidiano y habitual y es particularmente llamativa. Si nos referimos a un alimento deberá ser muy sabroso, sano, no el de todos los días (sólo debe aparecer excepcionalmente como premio) y en pequeñas cantidades.
Así acuñamos una de nuestras primeras leyes “LA LEY DE LA MIGUITA”, pequeñas porciones en tiempo y forma oportunas son las mejores y refuerzan la relación y el vínculo con nuestro perro.
La ley de las cinco P
El mensaje hacia nuestro perro debe respetar ciertas premisas y una de ellas hace surgir nuestra segunda ley: “la LEY DE LAS CINCO “P””, paciencia, accionar paulatino, persistencia, periodicidad y premio.
PACIENCIA: con nuestro perro. Él habla otro idioma y nosotros debemos aprenderlo y usarlo con calma para que nos entienda.
PAULATINO: de a poco y sin sobresaltos debe ser nuestro acercamiento.
PERSISTENCIA: es la clave del éxito con nuestro perro. Es muy importante repetir con mesura y adecuadamente pero repetir al fin.
PERIODICIDAD: garantiza en una parte muy importante el éxito.
La ley de las tres C
Ninguna palabra debe terminar en la sílaba: “te”, evitando repetir órdenes como por ejemplo: “siéntate”, “quédate”, “levántate”. El perro confundirá el sentido de las órdenes al terminar las mismas con la misma sílaba.
Las palabras ideales deben ser claras, cortas y concisas. Podrían ser, por ejemplo: “sit”, “sentado”, “quieto”, “stay”, etc. Así surge la LEY DE LAS TRES “C”: órdenes claras, cortas y concisas.
Las órdenes no deben ser repetidas eternamente si no una o dos veces en forma concreta. La repetición lleva a la pérdida de la atención y a la dispersión del foco de la orden.Nunca una orden debe ser seguida de una perorata. El perro se confunde con esa ristra de palabras y las más de las veces malinterpreta la orden.
Cuidado con los tonos
Los tonos son claramente comprendidos por los perros y son un eje fundamental en la comunicación con ellos. Así surge la “LEY DE TONOS”, que nos dice que para todo lo que signifique límite el tono debe ser grave, seco y cortante mientras que para la recompensa o la satisfacción el tono debe ser agudo y complaciente.
Siempre debemos acompañar la orden con nuestro cuerpo (un gesto) y utilizar la mirada directa como un llamado a la atención.
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