Debiera ser en todo lugar, pero no es realista pedirlo en todo el mundo, pero sí en EEUU, ya que, si no es allí, ¿en dónde entonces? No hay duda de que lo del año pasado fue inesperado, y aún más lo fue que se enseñoreara en algunas de las mejores universidades, muchas veces con la complicidad de autoridades. Por su parte, que fuera estimulado por profesores fue tan sorprendente como descubrir que había tanto adoctrinamiento como enseñanza.
Fue doblemente inesperado, el hecho que ocurriera en EEUU y que en las calles hubiera pasividad de autoridades locales, estadales y federales. No era cualquier país, sino aquel que parecía especial para los judíos y que tiene la mayor población fuera de Israel. “En la milenaria historia judía también habían ocurrido tragedias cuando los judíos se sentían seguros, como lo fue España en 1492 y Alemania, antes del Holocausto.” Por cierto, que el vaso medio lleno muestra muchas manifestaciones de comprensión y cariño, pero valía la pena preocuparse.
No fueron solo los medios de comunicación tradicionales ni las redes sociales como tampoco la pasividad del FBI o del Department of Justice, ya que es también la propia comunidad la que debe preguntarse si estaba preparada para el nivel de judeofobia que apareció el año pasado como también si pudo haber reaccionado mejor, aunque, por cierto, las víctimas jamás deben ser culpadas por las acciones de quienes los odian. Sin embargo, como ilustración no debió haber ocurrido que, ante su temor por el regreso a clases, algún dirigente dijera que los estudiantes hicieran lo posible por pasar desapercibidos, cuando en realidad se les debió decir que la comunidad los iba a preparar para que se sintieran lo suficientemente seguros como para confrontar con argumentos a los manifestantes, y si había actos agresivos, era la comunidad la que iba a respaldarlos, judicializando esas situaciones.
Pienso que lo que corresponde hacer es que a esa mayoría de jóvenes que sienten como propia a la comunidad y a Israel, se les debe preparar para que vayan a toda asamblea para contrariar a quienes los odian simplemente por ser lo que son.
A pesar de lo que ocurrió el año pasado, EEUU sigue siendo para los judíos un país especial, y para ello, puedo compartirles mi propio caso, ya que pertenezco a esos judíos orgullosos de serlo, que a partir del 8 de octubre del 2023 decidieron manifestarlo públicamente, usando kipá para todas las actividades diarias. Solo he tenido buenas experiencias, destacando el cariño de quienes se acercan para saludar y dar buenos deseos, en lugares tan públicos como supermercados.
En el fondo, lo que deseo y pido es que el antisemitismo no salga gratis. Lo veo como la tarea pendiente de la comunidad judía de Estados Unidos, heredera de una magnífica tradición. “Lo único que controla realmente la comunidad es a sí misma, y en lo personal, me resisto a pensar que tarde o temprano no se vaya a reaccionar.” ¿Qué echo de menos?: al menos en mi opinión, una reacción más decidida de la comunidad, sus dirigentes y algunas de sus instituciones cuya misión era precisamente combatir la fobia más antigua del mundo, y utilizo a propósito, tanto antisemitismo como judeofobia, aunque prefiero esta última, por ser más precisa.
Antes, he dicho que esperaba una reacción más decidida a nivel colectivo, ya que EE. UU. es el estándar mundial para los judíos fuera de Israel, y estoy convencido que lo sigue siendo. Sin embargo, lo que ocurrió fue inesperado por tratarse de América del Norte (incluyendo Canadá), ya que se suman las violentas agresiones que tuvieron lugar al azar, a veces simplemente por la forma como se vestían las víctimas. Por lo anterior, siempre me ha dado la impresión de que existió un shock de tal entidad, que aún hoy, después de un año, todavía no se asimila en toda su magnitud.
Siempre me pareció que ni la comunidad ni sus líderes estaban preparados para el nivel de judeofobia que surgió (¿quién lo estaba?, yo no) pero el problema sería si todavía predominara la sorpresa y el dolor ante una realidad, donde también hubo desilusión con amistades de tantos años que aparecieron aplaudiendo lo que estaba ocurriendo, y en muchos otros casos, permanecieron en silencio.
Por ello, creo que la tarea es que en este 2025 la comunidad se mire al espejo, y le guste o no lo que se ve, que se organice de tal manera para que no exista impunidad, es decir, que no exista tolerancia con las manifestaciones de odio, sean en el lugar que sean, como también de presión ante la inacción de autoridades federales y locales, incluyendo a instituciones de inteligencia y policiales, partiendo por el FBI.
En otras palabras, hacer más de lo que se ha hecho, precisamente por tratarse de EEUU, en nombre de sus libertades, y honrando instituciones que no solo lo hacen posible, sino, sobre todo, en su aspecto legal, estimulan a que se actúe. A lo que se debe agregar una característica que debiera ser visible para todos, que tiene un sello colectivo, que es la comunidad quien, a través de sus dirigentes e instituciones nacionales, actúa como tal, y en forma coordinada.
Si algo enseña la historia es que difícilmente alguien va a hacer por los judíos lo que ellos no están dispuestos a hacer por sí mismos. Y por ello, la petición es que se reaccione de acuerdo con el nivel de la amenaza, la cual no ha desaparecido, por lo que hay que estar preparados para que empeore antes de mejorar. Hoy, estoy convencido que parte de la solución es fijarse una meta, no el imposible de un mundo sin antisemitismo, sino realizable, que no exista impunidad y que, por ejemplo, se use el camino de los tribunales para quienes han cometido actos de odio o los han permitido/tolerado, y ese es el sentido del título de esta columna.
@israelzipper
Máster y PhD en Ciencia Politica (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)