Perdonar a un hijo

Joe Biden decide perdonar a su hijo por crímenes cometidos, y por los que iba a ser sentenciado, y, además, absolverlo de cualquier investigación futura; es decir, darle impunidad total. ¿Perdonar a un hijo (con el costo que implica ese funesto precedente: cualquier hijo de un presidente puede cometer todo tipo de crímenes a la espera de un perdón presidencial) es aceptable?, mi respuesta es no

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El presidente de los Estados Unidos Joe Biden y su hijo Hunter Biden en la Convención Nacional Demócrata (DNC) en Chicago, Illinois, U.S. August 19, 2024. REUTERS/Craig Hudson/File Photo
El presidente de los Estados Unidos Joe Biden y su hijo Hunter Biden en la Convención Nacional Demócrata (DNC) en Chicago, Illinois, U.S. August 19, 2024. REUTERS/Craig Hudson/File Photo

Unos pocos meses después de atacar al ahora presidente electo y entonces candidato Donald Trump por sus críticas al uso político de la justicia, en especial de la oficina del Fiscal General, el presidente Joe Biden decide perdonar a su hijo por crímenes cometidos, y por los que iba a ser sentenciado, y, además, absolverlo de cualquier investigación futura; es decir, darle impunidad total.

La pregunta de fondo es si perdonar a un hijo (con el costo que implica ese funesto precedente: cualquier hijo de un presidente puede cometer todo tipo de crímenes a la espera de un perdón presidencial) es aceptable. Mi respuesta es no, de ninguna manera, porque, primero, todos, incluyendo padres e hijos, deben ser responsables de sus actos y, segundo, un actor político de esa magnitud debe dar ejemplo y ser ejemplo antes que nada.

“Como padre, ciertamente entiendo el deseo natural de @JoeBiden de ayudar a su hijo perdonándolo, pero estoy desilusionado que pusiera a su familia por encima de su país”, dijo el gobernador demócrata de Colorado Jared Polis. Esto me recuerda innumerables conversaciones con mi primo Enrique Santos cuando ambos trabajábamos en El Tiempo y me decía con gran firmeza: “Primero país, segundo periódico y tercero familia”, a lo que yo no solo asentía, sino que se convirtió en una razón de vida y una manera de actuar.

Muchos han criticado mi férrea oposición al gobierno de mi primo Juan Manuel Santos, que, entre otras, nunca cruzó de mi parte o de mi familia al plano personal, lo que no fue recíproco. Mis posiciones siempre se mantuvieron en la esfera política. “Primero país”, siempre recordé esta conversación cuando mis escritos o pronunciamientos tenían un costo laboral o personal que se generaba desde el Palacio de Nariño.

Biden acabó alegando lo mismo que Trump denunciaba durante años, la politización de la justicia. Alegó que a Hunter Biden lo acusaban por ser su hijo y que la justicia no operaba de manera imparcial precisamente por esa condición. Estas palabras ahora abren la puerta para acabar con la imparcialidad de la Fiscalía en ese país, que depende del Presidente, y deja aún más herida la ya maltrecha democracia americana.

“Si yo soy un presidente senil con pocos años o meses de vida y mi hijo está en esa situación yo haría lo mismo”, me dijo una persona con quien hablé de este tema. Y eso abre dos preguntas que son difíciles de responder.

La primera, si Biden estaba en capacidad mental para tomar esa decisión; nunca lo sabremos, pues la Casa Blanca de hoy sabe esconder esta situación muy bien y lo hizo durante años, hasta que todo estalló en el debate contra Trump en junio pasado.

Foto de Archivo: Hunter Biden, hijo del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sale del tribunal federal durante su juicio por cargos criminales de posesión de armas en Wilmington, Delaware, EEUU. 7 de junio de 2024. REUTERS/Hannah Beier/
Foto de Archivo: Hunter Biden, hijo del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sale del tribunal federal durante su juicio por cargos criminales de posesión de armas en Wilmington, Delaware, EEUU. 7 de junio de 2024. REUTERS/Hannah Beier/

La segunda es aún más compleja de contestar: ¿Si un hijo comente un crimen debemos hacer hasta lo imposible para evitar que pague por ello? En Colombia tenemos el caso de un general de la Policía cuyo hijo de 21 años resultó muerto en una balacera, al parecer por un enfrentamiento con las familias de unas niñas menores de edad que él frecuentaba. Su padre dio una lección de honor y decencia cuando dijo: “Si mi hijo cometió alguna conducta o comportamiento inadecuado, que se juzgue y se castigue. Lo digo como padre de familia, no voy a permitir ningún hecho y mucho menos lo voy a ocultar, como policía, como colombiano”.

Muchas veces los padres no sabemos en qué andan nuestros hijos; por eso, la formación con valores, responsabilidades y consecuencias por los hechos cometidos es parte fundamental de la educación que les debemos inculcar. Tristemente, hoy es todo lo contrario y, lo dicen rectores y profesores de colegios a cuatro vientos, incluyendo a un amigo mío, que dejó la profesión después de cuatro décadas: “ya no se puede contar con los padres para educar a los hijos, pues siempre toman el lado del joven, así este probada la falta que cometió”.

Muchos de los jóvenes de esta generación ansiosa*, sobreprotegida y malcriada, junto a sus padres, que lastimosamente lo incentivan y lo alcahuetean, interpretan esto de Biden como una justificación más de lo que hacen con sus hijos. “¿Si Biden lo hizo, por qué yo no?”. Flaco favor le hizo Biden al sentido de responsabilidad que todos debemos tener como papás en el proceso de educación de un hijo. El ejemplo de un líder como él debería precisamente ser el contrario.

Gustavo Petro y su primogénito Nicolás durante la campaña presidencial. (Crédito: @nicolaspetrob / Instagram)
Gustavo Petro y su primogénito Nicolás durante la campaña presidencial. (Crédito: @nicolaspetrob / Instagram)

Lo de mi país, Colombia, y el ejemplo de liderazgo de nuestro presidente sí que deja mucho que desear. Cuando su hijo, Nicolás Petro, fue capturado por una millonaria suma ilegal de dinero que le entregaron para la campaña de su papá, y aceptó los cargos en un preacuerdo con la Fiscalía, la primera respuesta del presidente Gustavo Petro fue “yo no lo crié”.

¿Ustedes qué harían? Me encantaría saber para publicar algunas respuestas en una próxima columna**. Tremendo dilema moral, con brutales implicaciones para la convivencia, para la educación y para el futuro de una familia, de una sociedad y de un país.

Petro y Biden ya pelaron el cobre, así haya sido de distinta manera, pero con un elemento común: evadir la responsabilidad como padre.

*Si quieren saber más sobre el problema de generación ansiosa los invito a leer La generación ansiosa por Jonathan Haidt y sigan este portal en la app Substack donde muchos escriben sobre este tema: After Babel.

**Me pueden escribir a mi correo pachosantoscal@gmail.com sobre este tema.

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