El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha comenzado el cambio de la política exterior de su país con efectos globales. Con el senador Marco Rubio como secretario de estado nominado, la nueva política exterior prioriza el interés y la seguridad de Estados Unidos con clara identificación de los enemigos que lo atacan con tráfico de drogas, migración forzada, crimen y otras expresiones de guerra híbrida, originada y ejecutada por las dictaduras del socialismo del siglo 21 cuyo fin resulta condición sine qua non.
El ataque a Estados Unidos y a las democracias de las Américas por parte de las dictaduras de Rusia, China, Irán, Corea del Norte, se hace por medio de las dictaduras de las Américas o del socialismo del siglo 21, que bajo mando de Cuba están integradas por sus satélites de Venezuela, Nicaragua y Bolivia.
Son públicos los acuerdos políticos y militares entre las dictaduras de Rusia, China e Irán con las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua con el eje conductor de la dictadura de Cuba, que determina la política exterior de todo el grupo. Información pública prueba la instalación de bases y centros con diversos propósitos, tecnológicos, equipamiento y entrenamiento civil y militar, cesión de recursos naturales y espacios territoriales estratégicos, operaciones comerciales y de crédito, y la subordinación a China, Rusia e Irán, dirigidas en contra de Estados Unidos y las democracias.
Las dictaduras del socialismo del siglo 21 se han expandido en la región promoviendo candidatos que cuando ganan elecciones ponen sus gobiernos al servicio de las dictaduras, son los gobiernos “para dictatoriales” de Brasil con Lula, México con Sheinbaum, Colombia con Petro y Honduras con Castro (Chile con Boric en aparente proceso de salida). Presidentes elegidos democráticamente que subordinan sus políticas exteriores e internas a las dictaduras que lideradas por Cuba potencian la capacidad de servicio y penetración de China, Rusia e Irán en contra de los Estados Unidos y de las democracias.
Los gobiernos dictatoriales de las Américas han apoyado y liderado -Brasil con Lula y México con López Obrador- posiciones y votaciones a favor de Rusia y del terrorismo que atacó a Israel, en contra de Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y otros países que asumieron para el manteamiento de la paz y seguridad internacionales. Han bloqueado decisiones en la Organización de Estados Americanos en defensa de la voluntad popular en Venezuela, sostienen económicamente a la dictadura de Cuba contratando personal esclavo y otras formas de vasallaje, ignoran y encubren las violaciones a derechos humanos y terrorismo de Estado en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia sin ninguna consecuencia.
Las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia se han tornado imprescindibles para la presencia y amenaza creciente de Rusia, China e Irán en las Américas, convirtiendo la región en zona de confrontación que no ha tiene precedente. El mapa de las Américas de hoy muestra a Estados Unidos rodeado de gobiernos agresores y agresivos, cuando al empezar el siglo era un mapa de democracia, lucha contra el crimen y consenso para el desarrollo.
Mientras existan dictaduras en las Américas, las democracias de la región y Estados Unidos en particular estarán amenazadas, atacadas y sufrirán las consecuencias del control del poder político por el crimen organizado trasnacional con mascara de socialismo del siglo 21 u otra coartada. En las condiciones actuales la política exterior de Estados Unidos solo puede frenar y terminar el ataque que sufre en su territorio -narcotráfico, migración forzada y diversas formas del crimen- con el retorno a la democracia de los países ocupados por las dictaduras.
Las dictaduras militares de Latinoamérica abrieron paso a la democracia a partir de la década de los 70 del siglo pasado -en plena Guerra Fría- básicamente por el cambio de política exterior de los Estados Unidos. Todos los países de la región bajo dictaduras, excepto Cuba, se democratizaron y así llegamos al final del siglo XX con 34 democracias y una dictadura. La previsión para el siglo XXI era que las Américas sea región de democracia plena y en lugar de eso la dictadura de Cuba se expandió, cesó la lucha contra el narcotráfico, se volvió políticamente incorrecto defender la democracia y la libertad, se constitucionalizaron las violaciones a los derechos humanos y la protección al crimen, y se volvió normal atacar con impunidad a Estados Unidos.
Todo indica que el cambio de política exterior que el presidente Donald Trump y su secretario de estado Marco Rubio han comenzado, tendrá éxito haciendo de las Américas (Hemisferio Occidental de acuerdo a la organización del Departamento de Estado) la región de democracia plena, en coincidencia con el mandato de la Carta Democrática Interamericana.
*El autor de este artículo es Abogado y Politólogo y Director del Interamerican Institute for Democracy