Del 19 al 20 de noviembre se reunió en Brasil el Grupo de los 20, que realmente tiene 19 miembros. El G20 se estableció en 1999 en respuesta a varias crisis económicas globales. Los miembros del G20 representan el 85% del PIB mundial, el 75% del comercio internacional y el 56% de la población mundial. Los principales objetivos del G20 incluyen: la estabilidad financiera internacional, la mitigación del cambio climático y el desarrollo sostenible.
En el contexto de esa reunión, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Da Silva, propuso la creación de un fondo mundial con aportes de los miembros del grupo, cuyo objetivo seria mitigar la pobreza extrema. La propuesta fue rechazada por Argentina, bloqueando así el necesario consenso para que el proyecto despegue.
Mucho se ha criticado la postura argentina en los medios especializados en temas económicos. Sin embargo, ninguno de los críticos ha estudiado a fondo la propuesta o las fuentes del rechazo de Argentina. Si lo hicieran llegarían a la conclusión de que la propuesta es un disparate, y el rechazo de Argentina no sólo es apropiado sino que establece un límite al desarrollo desordenado de uno de los más eficientes mecanismos de coordinación internacional.
Porque el G20 tiene como razón de ser evitar el contagio de los desequilibrios económicos o financieros de un país al resto de la economía mundial. También es su función armonizar políticas fiscales y comerciales para impedir el desarrollo de refugios fiscales y evitar guerras comerciales.
El combate de la pobreza, sin embargo, no pertenece a la dimensión internacional. Muy por el contrario, es una tarea de estricto orden doméstico que puede ser facilitada u obstaculizada por la acción de otros países pero jamás promovida por ellos. Porque en el fondo la lucha contra la pobreza es una lucha por la libertad de cada individuo. La pobreza va atada de la mano a la servidumbre, sea esta económica, institucional o cultural. Porque cuando un ser humano es libre -a menos que sea un psicópata, que los hay- su misión en la vida es alcanzar el bienestar personal y el e su familia.
Y en esa búsqueda de bienestar, eleva las condiciones de vida de quienes le rodean. Obviamente además de ser libre necesita ser educado y contar con salud. Pero más allá de estas demandas de servicios, los seres humanos libres crean bienestar. De allí que lo más significativo sea el esfuerzo que haga una sociedad en su conjunto para garantizar la libertad de sus miembros y la educación y la salud de todos.
La creación de un fondo internacional para combatir la pobreza por tanto no hace el menor sentido y lo que si tendría importancia seria que el G20 establezca un catálogo de políticas publicas bajo las cuales florece la libertad y en consecuencia la creación de riqueza, que es la fórmula más efectiva para erradicar la pobreza. Crear ese fondo no sólo desvirtuaría la misión del G20 sino que le llevaría a sufrir el principio de Peter. Se emularía así el sendero degenerativo de las Naciones Unidas, organización creada para prevenir conflictos, agregar intereses y asegurar la paz. Pero la cantidad de tareas impuestas a las Naciones Unidas que no tiene relación alguna con su misión ha llevado a la organización a un rápido proceso degenerativo.
El “no” de Argentina a la propuesta de Lula es el inicio de la reversión del proceso de debilitamiento por embolia funcional del G20.