De las elecciones realizadas por el presidente electo Donald Trump para su nueva administración, desde la del jefe de gabinete hasta el zar de las fronteras y los embajadores estadounidenses ante la ONU e Israel, se desprende claramente que pretende empezar a trabajar a toda máquina a partir del día mismo de su toma de posesión.
Esperamos que, en lo que respecta a la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), Trump proceda de inmediato a desfinanciar una agencia cuyas instalaciones, tanto en la superficie como bajo tierra, operan como cajeros automáticos para los docentes de Hamas; cuya esencia pedagógica es lavar el cerebro a los niños palestinos para que busquen la destrucción de Israel y que han sido utilizadas como punto de partida para asesinar y mutilar inocentes.
Pero esta vez, señor Trump, su secretario de Estado debería instar a los otros 60 países donantes a que se unan a los Estados Unidos y exijan el fin de la UNRWA de una vez por todas. Sería un desastre que al día siguiente de terminarse la guerra entre Israel y Hamas la UNRWA fuera considerada como un baluarte de esperanza cuando en realidad ha desempeñado un papel clave en mantener vivo el sueño de una Tierra Santa Libre de Judíos.
Realizamos este pedido con gran pesar.
Por casi dos décadas, el Centro Simon Wiesenthal trató de persuadir a la Organización de las Naciones Unidas, el Departamento de Estado, gobiernos europeos y al Ministerio de Relaciones Internacionales de Japón para que revisaran el currículum de la UNRWA. Presentamos estudios académicos que confirmaron que el de la UNRWA era un currículum pro-guerra. Sus docentes fueron instados a presentar a los terroristas asesinos como héroes.
Nuestras sugerencias cayeron en saco roto. Como resultado, generaciones de niños palestinos fueron criados para negar la existencia de Israel y para abrazar una cultura de muerte.
Ahora, frente al pogromo de Hamas del 7 de octubre de 2023, el pueblo de Israel se hartó y ya no cooperará con la UNRWA.
El señor Trump debería estar preparado para denuncias como la del portavoz de la UNICEF cuando Israel hizo su anuncio. “De modo que una decisión como ésta significa de repente que se ha encontrado una nueva forma de matar niños”, declaró James Elder, actualizando el libelo de sangre antisemita medieval.
Por favor, no nos malinterpreten. Los palestinos necesitados deberían recibir asistencia médica y social. Y los niños palestinos seguirían necesitando recibir educación, pero no por parte de las Naciones Unidas. Nadie en la ONU, desde el secretario general hacia abajo, ha mostrado inclinación alguna a cambiar la UNRWA o a exigirle rendición de cuentas.
La nueva información de inteligencia recolectada por Israel desde el ataque del 7 de octubre muestra que más del 10% de los 510 empleados del sistema educativo de la UNRWA en la Franja de Gaza que ocupan puestos de responsabilidad (directores de escuelas y sus adjuntos, directores y subdirectores de centros de formación) son miembros de Hamas o de la Yihad Islámica Palestina, ambas organizaciones designadas como terroristas.
Un coordinador del pogromo contra los hinchas de fútbol israelíes en Ámsterdam es un ex empleado de la UNRWA. A finales de junio, UN Watch publicó un informe que documentaba más de una década de promoción del terrorismo de Hamas por parte de Fateh Sherif Abu El Amin, presidente del sindicato de profesores de la UNRWA en el Líbano. El informe mostraba que era miembro de Hamas. Y un rehén israelí liberado por el ejército israelí informó que había sido mantenido cautivo por un profesor de la UNRWA.
La dura verdad es que después de tres cuartos de siglo, es hora que los palestinos se valgan por sí mismos. La Autoridad Palestina ya gestiona sus propias escuelas en Cisjordania. Su Ministerio de Educación debería hacerse cargo de todas las instituciones educativas. El mismo enfoque debería aplicarse a las necesidades médicas y sociales.
Ya es hora de retirar el estatus de refugiados a millones de palestinos, quienes, a diferencia del resto de los 43 millones de refugiados en todo el mundo, tienen el poder de transferir dicho estatus -a través de la UNRWA- de generación en generación.
¿Qué se ganaría con esta medida?
A corto plazo, tal vez no mucho. Mientras esperamos que las naciones donantes y las organizaciones no gubernamentales presionen por la transparencia, probablemente la Autoridad Palestina contratará a algunos de los mismos educadores que enseñan y predican el derecho al retorno desde el río hasta el mar.
Es incluso posible que remanentes de Hamas regresen a sus puestos de enseñanza. Pero al menos ya no podrán lavar el cerebro a los niños palestinos con el objetivo de destruir a Israel bajo la bandera de las Naciones Unidas.
A largo plazo, el hecho de que ya no serían refugiados a perpetuidad enviaría el mensaje de que el status quo actualmente imperante de negar la realidad de la existencia de un estado judío, no puede mantenerse. Marruecos, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin ya han enviado un mensaje contundente a sus primos palestinos de que ya no serán más rehenes del conflicto israelí-palestino.
Los palestinos no han pasado por alto que los Acuerdos de Abraham ayudaron a las naciones árabes y a Israel a mejorar su situación económica.
Tal vez, entonces, unos Acuerdos de Abraham ampliados, liderados por Trump y sus socios en Medio Oriente, acaben alentando a una nueva generación de palestinos comprometidos con un futuro en el que la legitimidad de Israel sea reconocida y enseñada en las escuelas.
Hasta entonces, Trump y los principales donantes de la UNRWA ayudarían a proteger a los niños palestinos y a aumentar las posibilidades de paz y reconciliación cerrando la UNRWA de forma permanente.
* El rabino Abraham Cooper es vicedecano y director de acción social global del Centro Simon Wiesenthal. La Dra. Deborah Soffen, pediatra, es la defensora del Centro de las mujeres y los niños.