Lo que acaba de ocurrir no se entiende del todo si no se mencionan decisiones tomadas inmediatamente después de la guerra de 1948. En efecto, hay una relación directa entre la forma como se ha desarrollado la United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees in the Near East o UNRWA por sus iniciales en inglés, y que en castellano se conoce como la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestino en el Oriente Próximo, creada en 1949 por la Asamblea General para proporcionar ayuda a las víctimas que debieron abandonar o fueron expulsados en la guerra de 1948 (llamada Nakba o la catástrofe por los palestinos) como también a sus descendientes, de tal modo que agregados al número de alrededor de 700.000 considerados originalmente, hoy se superaría los 6 millones.
Curiosamente, al principio el mandato incluía tanto a refugiados palestinos como judíos, ya que un número similar fue expulsado de los países árabes, donde habían residido a veces por siglos, mucho antes que apareciera en el siglo VII el islam, siguiendo en ello al imperio británico que consideraba a todos los que allí vivían o emigraban como palestinos. En realidad, no alcanzó a prestar servicios a los judíos, ya que el Estado de Israel tomó esa responsabilidad, lo que formalmente se materializó en 1952. Por su parte, hacia los palestinos árabes la UNRWA extendió su mandato para incorporar salud, educación y servicios sociales en cinco lugares, Jordania, el Líbano, Siria, Gaza y Cisjordania (o Judea y Samaria), incluyendo Jerusalén del Este.
La verdad que no existe en el sistema internacional ni en el de la ONU nada equivalente, como tampoco otra Agencia específica para un grupo nacional específico, es decir, nada igual a la UNRWA, y más adelante explicaremos en que forma su misión fue cambiando, ya que además de ser una ayuda considerada vital para los palestinos, se ha transformado en un actor que ha entrado en confrontación con Israel, y que se ha salido de su objetivo inicial para convertirse en algo no contemplado, con posiciones de abierto respaldo a unos y abierta hostilidad y enemistad con otros, en concordancia con los vientos que hoy priman en la ONU, que concentra las acusaciones de la Asamblea General o del Consejo de Derechos Humanos de tal modo, que a pesar de su pequeño tamaño y población, han existido años donde la mitad de las condenas han sido contra Israel, una evidente desproporción.
Muy recientemente, el 28 de octubre fue aprobada en el Parlamento o Knesset israelí legislación en contra de la UNWRA, recibiendo el apoyo de partidos de la oposición, el voto en contra de los diputados árabes y la abstención de la izquierda del partido Demócrata. Fueron en realidad dos proyectos de ley, y de la presentación al pleno del diputado Yuli Edelstein se pueden extraer los principales argumentos. En primer lugar, que esa institución se dedicaba a “eternizar” la situación de los refugiados en vez de buscarles una solución.
En segundo lugar, se argumentó que empleados de la UNRWA habían participado, hasta como comandantes, en la masacre de Hamas del 7 de octubre, existiendo además una tradición de militancia que se expresaba también en el uso de las escuelas y clínicas de la institución, exhibiendo como prueba el currículo escolar de ellas, donde predominaría una visión sesgada y contraria a los hechos, a pesar de ser un organismo internacional que debiera ser más objetivo, lo que forma a los jóvenes en el odio, y dificulta toda solución del conflicto.
En tercer lugar, de la presentación se extrae una idea general que habría dejado de ser una agencia de ayuda para facilitar el terror de algunos de sus funcionarios, acusándola de perpetuar el sufrimiento y la pobreza, en vez de ayudar a “superar su situación de víctimas”, ya que lo que hacía era “buscar demanda para los servicios que entregaba, al transformar en refugiados a las nuevas generaciones”.
El primer proyecto de ley establece que la UNRWA “dejará de operar, proporcionar servicios, conducir alguna actividad, directa o indirectamente”, mientras que el segundo establece que el marco jurídico actual entre Israel y esa Agencia, firmado después de la Guerra de los Seis Días en 1967, expirará “siete días después de la aprobación (final de la ley), y que ningún funcionario de ninguna agencia del gobierno “podrá tener contacto tres meses después”. Se agrega también que “continuaran los procesos criminales iniciados contra empleados que se hayan involucrado en actos de terror”. En los dos proyectos iniciales, también hay una separación entre la aplicación a Gaza y Cisjordania en uno y a Jerusalén del este (el primer proyecto), ya que reciben un tratamiento distinto en la ley israelí, en cuanto a la aplicación de la soberanía israelí, toda vez que se consideran territorios ocupados, divididos en el otro caso, en las tres áreas (A, B y C) establecidas en los Acuerdos de Oslo, aprobados en votación de la Knesset.
Como inicialmente eran dos proyectos, el primero obtuvo 92 a 10 votos mientras que el segundo, 87 a 9. El hecho que la ley no sea de aplicación inmediata y que haya un plazo de 90 días para su entrada en vigor, se debe a que necesitará una negociación, ya que ni su presentación ni la ley dice (casi) nada acerca de que pasaría el día 91, que vendría en Gaza después de Hamas como tampoco a quien le correspondería reemplazar a la UNRWA en los servicios que hoy presta en Jerusalén del este, Gaza o la Cisjordania.
Inmediatamente después, hubo una condena en la ONU, en general, los países occidentales utilizaron un lenguaje mucho más crítico que el de varios países árabes sunitas, y potencialmente, lo más difícil fue la reacción de EEUU, donde el portavoz del Departamento de Estado amenazó con restringir la ayuda militar a Israel “a no ser que mejore la situación humanitaria en Gaza”. Hasta ahí, sin novedad, pero el hecho de insistir en que consideraba a la UNRWA como un “muy importante actor de la ayuda humanitaria” y hacer referencia al Memorándum 20, da la idea que esta vez se pretende que no sea una simple opinión, sino que tenga consecuencias jurídicas.
Israel tiene relativamente controlada la situación militar de Gaza y lo de El Líbano ha avanzado mucho más rápido de lo esperado, ya que los objetivos militares se han cumplido de tal forma que Israel no parece hoy interesado en un cese del fuego y más bien piensa en un acuerdo que permita resolver el peligro de Hezbolah para las poblaciones fronterizas israelíes, declarando que intervendría si reingresa al sur del río Litani como también pidiendo que se cierre la frontera libanesa con Siria para impedir el ingreso del armamento que envía Irán, quien mantiene su control de ese grupo, demostrado por la persona que fue nombrado Jefe, pero cuya debilidad actual se muestra en que aprobó el apoyo que dio Hezbola a un cese del fuego.
Sin embargo, estos éxitos en vez de ocultar hacen aún más visible el mayor problema para Israel, que es la carencia de un plan político para Gaza y otro para la nueva realidad que se quiere crear en el Líbano. Ambos tienen algo en común, necesitan a los países árabes sunitas, transformados en aliados de hecho de Israel, demostrado en abril, cuando varios lo defendieron no con palabras, sino militarmente del envío fracasado de misiles iraníes.
Estos países debieran convertirse en actor muy relevante, tanto para Gaza como para el Líbano, pero el requisito para que se transformen abiertamente en los mejores amigos que Israel puede aspirar, mucho más que Europa, aunque habría que hacer una salvedad, ya que la actitud de la Europa del Este contiene más comprensión para Israel que la occidental.
Que exista una alianza formal y no solo de hecho contra Irán, no solo depende de los países árabes, sino también de Israel, toda vez que seguramente necesitaría de una nueva elección, para que tenga el respaldo suficiente para lo que viene tarde o temprano, que es avanzar en materializar la creación del Estado Palestino, donde la ayuda de esos países árabes sunitas sería fundamental para encontrar lo que no ha existido hasta hoy, que es un interlocutor palestino dispuesto a tener dos estados, uno al lado del otro, y no uno en vez del otro, y que ha desperdiciado desde antes del 48 toda iniciativa que permita aceptar lo que no ha querido, convivir con un Estado judío, ya que sin esa característica, el Estado de Israel sería algo muy diferente.
Sin el compromiso árabe sunita, una nueva realidad parece difícil de alcanzar, ya que la desconfianza es total, una muestra más de como hizo retroceder a la idea de los dos Estados la invasión del 7 de octubre. Estoy convencido que, si hay un avance en este sentido, en esos países Israel puede encontrar un oído receptivo diferente a la sordera actual de occidente, más las dudas que han surgido con la actuación reciente de la Casa Blanca.
Recordemos que lo que aprobó la ONU fue una propuesta británica que partía el territorio en dos Estados, uno judío y otro árabe, lo que tendría una especial importancia en la forma como evolucionó el conflicto. El modelo era uno donde la afiliación religiosa era importante, y que los británicos utilizaron también en la India, dividida entre hindúes y musulmanes. Así, la nación nacida con el nombre de Pakistán, guerras mediante dio origen a un nuevo país (Bangladesh) y cuya separación territorial inicial recuerda a la actual situación de Gaza y la Cisjordania, como también de Irlanda, dividida entre la Republica (católica) y la provincia de Irlanda del Norte, de predominio inicial protestante y parte del Reino Unido.
También responde a un momento histórico, donde en forma parecida procedieron los franceses que crearon en la misma década (1943, complementado con el retiro de tropas en 1946) lo que llamaron “un país para los cristianos” que no fue otro que el Líbano y que además nace de territorio desgajado de lo que se conocía entonces como la “Gran Siria”.
En el territorio donde se creó Israel, Jordania se quedó hasta 1968 con la Cisjordania y Egipto con Gaza. Hubo mucha presencia histórica de imperios, pero los únicos países independientes corresponden al antiguo y al moderno Israel, ningún otro. Además, que el islam solo llegó con las invasiones del siglo séptimo, la solución al tema de las poblaciones árabes ya se había buscado cuando la mayor parte del territorio que administraban los británicos y que era conocido como la Transjordania, fue entregado a los hachemitas en 1922, aliados de los británicos, hasta hoy monarquía dominante de una población mayoritariamente palestina, y que pasó a ser en 1950 el Reino de Jordania. Por su parte, la ocupación que hicieran de Jerusalén del Este sepultó para siempre la idea de ciudad internacionalizada.
De hecho, la representación de la población no judía la asumió la Liga Árabe, lo que se prueba no solo en la ocupación de Gaza y la Cisjordania sino también que después del retiro británico, se declara la independencia de Israel el 14 de mayo de 1948, siendo el nuevo país invadido por Egipto, (Trans)Jordania, Siria, Irak, Arabia Saudita, Líbano y Yemen, y para sorpresa de todos, Israel no solo sobrevive, sino que triunfa en esa primera guerra.
La otra razón por la que los hechos fueron de esa manera fue que la primera organización representativa de los palestinos se crea en el Jerusalén jordano solo el 28 de mayo de 1964, la que solo pasa a ser definitiva a partir del año siguiente, cuando se ratifica el nombre de Organización de Liberación Palestina (OLP), el antecedente de la actual Autoridad Palestina, y asume la presidencia quien fuera conocido con el nombre de Yasser Arafat, nacido en El Cairo y no en los territorios en disputa. Hasta esa fecha no hubo una adecuada representación de los palestinos, ya que en los 30s y 40s antes de la Liga Árabe (creada el 22 de marzo de 1945), lo más cercano fue el Gran Muftí de Jerusalén, autoridad religiosa y política, además de aliado de Hitler.
Estos antecedentes también ayudan a entender el protagonismo que adquiriría la UNRWA, y es lo que explica también que decisiones tomadas a partir de 1948 por los países árabes, congelarían hasta hoy la situación, toda vez que al incorporarse familiares y descendientes que ya van en la quinta generación, a los cuales se traslada el estatus de refugiados, como es el caso de la hija de Arafat, quien siempre ha residido en París, pero es considerada refugiada para las Naciones Unidas.
Extrañamente la ONU más que tener un organismo dedicado a los refugiados tiene los dos mencionados. Uno es la UNRWA, que al heredarse la condición de refugiados de padres a hijos congela esa situación, sin ofrecer una solución salvo la caridad, actuando no solo en países árabes, sino también en lugares de presencia palestina como la Cisjordania con la Autoridad y Gaza con Hamas, con lo que también serian refugiados allí.
También existe un segundo organismo, la ACNUR, la Agencia de la ONU para los refugiados, dirigida por un Alto Comisionado, que se preocupa de proteger a todo otro refugiado o desplazado de conflictos, buscando soluciones duraderas o permanentes a su situación, mediante reasentamientos en el país de origen o de acogida. Este objetivo de buscar soluciones definitivas ha terminado por diferenciar a una de otra, determinado quizás por el hecho que UNRWA solo se ocupa de los palestinos, lo que permanece, en la medida que en la periódica revisión que hace la ONU se mantenga su estatus de refugiado. Con un obvio agregado, que los funcionarios no palestinos tienen sueldos internacionales, y en general, sienten mucha simpatía por la causa, lo que define su actitud hacia Israel, pero jamás hacia los países árabes. En ese sentido, aún hoy, las decisiones tomadas después de 1948 por la Liga impiden una solución definitiva que no sea la caridad, toda vez que los países donde están estos refugiados no les entregan ciudadanía, sino que solo sería un lugar temporal hasta que puedan regresar a lo que es hoy Israel. Es decir, pueden ser la quinta generación viviendo allí, pero no adquieren igualdad como tampoco pueden tener acceso a ciertas profesiones o empleos.
Israel ha denunciado que funcionarios de la UNRWA han colaborado con grupos terroristas, con apoyo reciente en documentación encontrada en Gaza (para Hamas) y también en El Líbano (para Hezbolá).
Como lo ha narrado en sus memorias Clinton y reiterado en una aparición pública reciente, la situación de estos millones de refugiados fue un factor importantísimo en el rechazo de Arafat a ofertas israelíes hechas en conversaciones convocadas por él, donde dos primeros ministros israelíes Ehud Olmert y Ehud Barak ofrecieron la devolución territorial de un 97% y la apertura a considerar la instalación de la capital palestina en Jerusalén del este, ya que una de las piedra de tope fue la imposición de esos refugiados, a pesar que Israel no planteó el tema de los refugiados judíos de países árabes.
Como conclusión, el 7 de octubre fue un tremendo retroceso a la idea de los dos Estados, pero hay que reponer el tema del Estado Palestino para lo cual la presencia de los países árabes sunitas es clave, junto con la revisión de acuerdos de 1948 como la situación de los refugiados y una institucionalidad internacional que en vez de ayudar a resolver la condición la mantiene, perpetuando la caridad.
Si se quiere llegar a un acuerdo, en el Israel de hoy ello incluye la revisión de la actitud de organismos sesgados, lo que pasa por acabar con su antiisraelismo automático, expresado también en el currículo y libros de enseñanza de sus escuelas. Israel piensa en organizaciones que a partir del día 91 de la aprobación de esta ley desarrollen las actuales funciones de la UNRWA, por ejemplo, otras organizaciones, ya sea privadas o de la propia ONU como ser la UNICEF en la infancia y la UNESCO en educación y cultura.
Sin embargo, es probable que ello no se produzca y que Israel se esté autoengañando, ya que no posee lo más importante, un plan político que visualice un futuro para los palestinos, y que aleje la confrontación por una nueva negociación, que si quiere tener éxito, el rol de los actuales países árabes es insustituible para una nueva realidad, toda vez que en 1948, la idea de Palestina incorporaba a todos, y la solución se veía en un estado judío y otro árabe, que hoy día, seria palestino, con dirigentes que ojalá acepten que se puede hacer camino al andar, en la medida que por fin entiendan que la negociación directa con Israel es más provechosa que la guerra.
Máster y PhD en Ciencia Politica (U. de Essex), Licenciatura en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)