La redemocratización de América Latina

En Venezuela, México, Colombia y Brasil las instituciones democráticas han enfrentado severos dilemas que las han llevado al límite de la ruptura

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El ex presidente de México Andrés Manuel López Obrador y la nueva presidenta de México Claudia Sheinbaum en el Congreso en Ciudad de México (Presidencia de México/via REUTERS)
El ex presidente de México Andrés Manuel López Obrador y la nueva presidenta de México Claudia Sheinbaum en el Congreso en Ciudad de México (Presidencia de México/via REUTERS)

Para la mayoría de los analistas de la realidad latinoamericana, el siglo XXI estaba destinado a ser teatro del ascenso y consolidación de gobiernos autoritarios con características distintas a los que azotaron a la región en el siglo XX. Esas características se resumen en la confiscación de la soberanía; la captura de los recursos económicos; la rapiña del estado y la destrucción del entramado institucional en los que se habían venido sosteniendo los experimentos democráticos iniciados durante la década de los años ochenta. Dichos regímenes, que fueron definidos como Autocracias Inc. por el agudo ingenio de Anne Applebaum, han sido el detonante de un movimiento imperceptible pero firme de la sociedad civil de muchos países que están destinados a redefinir los pilares de las repúblicas latinoamericanas.

Este proceso es más visible en Venezuela, pero no tarda en aflorar en México, Colombia y Brasil. Porque en estas naciones las instituciones democráticas han enfrentado severos dilemas que las han llevado al límite de la ruptura democrática. En México, el hasta ahora exitoso intento liderado por AMLO de devolver las manijas del reloj de la historia a 1929, cuando Plutarco Elías Calles fundó el Partido Revolucionario Institucional, tiene desafíos para consolidarse. El PRI estableció lo que Mario Vargas Llosa describió como “la dictadura perfecta”, ya que había elecciones y la gente podía expresar discretamente su inclinación política y el estado mexicano proveía los servicios de educación, salud y transporte con calidad y costos razonables.

A cambio, los mexicanos debían fidelidad al PRI como mecanismo de movilización política y la voluntad de su dirigencia mayor era la ley en México. Pero ocurre que el experimento no tiene posibilidad alguna de consolidarse porque los 30 años de libre comercio con Estados Unidos y Canadá han creado una clase media con intereses distintos a los de la dirigencia priista del siglo XX. De manera que la sociedad civil mexicana a la cual pertenecen muchos de los hoy afiliados al partido Morena no va a aceptar que la devuelvan al status quo antes de Ernesto Zedillo, que fue el arquitecto de las instituciones democráticas. Por tanto, en la medida que la presidenta Claudia Sheinbaum se aleje del camino de la intensificación del near shoring con Estados Unidos, en esa misma medida las clases medias mexicanas van a darle la espalda y comenzará un periodo de construcción democrática en México.

En Venezuela, la sociedad civil que jamás arrió las banderas democráticas encontró -luego de un largo calvario- el liderazgo que requería para deshacerse del régimen paria que mantiene al país como rehén. Y con Maria Corina Machado a la vanguardia, la sociedad civil de Venezuela se apresta a recrear la democracia con cimientos nuevos que le permiten restablecer equilibrios entre los poderes y la supervisión de la sociedad civil a las ejecutorias de los gobiernos. Cuba se está cayendo a pedazos. Desde hace una semana no cuenta con luz eléctrica porque la parrilla de generación y distribución colapsó ante el pésimo mantenimiento. La nación que descubrió el sistema de explotación de la caridad internacional, presentándose como el David que derrotó al Goliat encarnado por los Estados Unidos, acaba de descubrir que el 25% de los cubanos residen en Miami y que el resto de la población ya estaría instalada en la Calle 8 de tener libertad para hacerlo. En consecuencia, ni siquiera su propio pueblo se impresiona con la gesta antiyanqui.

En Colombia, Gustavo Petro está logrando fortalecer las instituciones democráticas a fuerza de asaltarla diariamente con propuestas de deshacerlas. Así ha fortalecido a la ya vibrante sociedad civil colombiana que no ha dado tregua a ningún mandatario que intente salirse del cauce democrático. En Bolivia, se enfrentan por el control del poder dos bandas del crimen organizado transnacional que apoyan a Evo Morales y a Luis Arce. En el proceso están a punto de sentar las bases para una guerra civil que pondría fin a la actual querella a un costo en vidas realmente espeluznante.

En Brasil, el asfixiante control autoritario del estado central ha generado anticuerpos en la sociedad civil que se apresta para apoyar una avalancha libertaria en las próximas elecciones. En síntesis, la región latinoamericana se apresta para protagonizar una gesta de construcción democrática sin precedentes en su historia. Y quizás ese proceso sea disruptivo para las élites que siempre han pactado con el poder en detrimento de la democracia.

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