El 12 de octubre se conmemora, para muchos, se celebra, para otros tantos, y se deplora, para unos pocos, la llegada de Cristóbal Colon a las Américas. Con su desembarco comenzó la conquista y la colonia del continente por parte de la Corona española, se inició el mestizaje de españoles con indígenas y la creación de toda una nueva hispanidad, que hizo del español el cuarto lenguaje más hablado del mundo hoy.
No es poca cosa lo que se inició hace 532 años, y así unos quieran desvirtuar y reinterpretar la historia, con la llegada de Colon se transformó un continente en el cual, desde California hasta la Patagonia, nos encontramos con iglesias, universidades, colegios, plazas, alcaldías que el imperio español dejó, además del lenguaje y los 400 millones de mestizos, a lo largo y ancho de esta geografía.
Unos pretenden desconocer este hecho transformador, minimizándolo, por un lado, o convirtiéndolo exclusivamente en un único acto bárbaro y no en lo que ha vivido el mundo a lo largo de su historia, sea el conquistador chino, mongol, romano, egipcio, británico o español. La reinterpretación de la historia con un propósito político hace parte de esa nueva narrativa de víctima y victimario, sin contexto, que es utilizada por el progresismo para darse un aire de legitimidad, que solo sobrevive si ese discurso es exitoso, lo que desafortunadamente está sucediendo.
Claro, las “oprobiosas” conquista y colonia que nos quieren vender los progresistas nada dicen de la sangrienta historia de los aztecas y de los incas, cuyos sacrificios humanos, producto de la captura de pueblos rivales, generaron esa alianza de muchos pueblos indígenas con los españoles, a los que veían como libertadores de ese yugo brutal al que eran sometidos. Es más, si los españoles no hubieran llegado, uno de los principales defensores de esta nueva historia, el presidente de Colombia Gustavo Petro, al levantarse contra el imperio indígena gobernante de entonces y ser capturado, como lo fue en Colombia durante su paso por el M19, habría sido sacrificado como cientos de miles de víctimas de los imperios indígenas de entonces. Es fácil reinterpretar para un lado, pero tampoco es tan difícil hacerlo para el otro.
Sí, hay razas, ninguna mejor que otra. Pero si hay blancos, mestizos, negros, indígenas, zambos, mulatos, aborígenes, asiáticos y algunos más, tenemos historias únicas, algunas comunes, muchas violentas, que a lo largo de la historia fueron creando imperios y naciones que hacen del mundo el que es hoy, con sus virtudes y sus defectos. Reinterpretar la historia con un objetivo político puede ser muy rentable, por ahora, pero solo genera polarización y victimización, que es de lo que esa izquierda progresista vive. No ven el futuro solo ven el pasado con sus ojos, y a las nuevas generaciones -muchas de las cuales no estudiaron historia- les venden esa narrativa, para cautivarlos y activarlos en su lucha destructiva.
¿El día de la hispanidad? Me suena mucho más que el día de la raza, pues esa fue la gran herencia de España en nuestro continente. Los 400 millones de hispanoparlantes somos producto de ese proceso que comenzó el 12 de octubre de 1492, y los casi 200 millones de católicos, les guste o no, también son parte de ese proceso, que inició precisamente la reina Isabel la Católica, para mí la mujer más importante de la historia, cuando financió a Cristóbal Colón para que viajara a encontrar un nuevo camino a las indias.
Los italianos, y también en los Estados Unidos, llaman a esta fiesta Columbus day o el día de Colon. Claro, es un homenaje a uno de los grandes actores de esta epopeya que, la verdad, se merece ese reconocimiento. Tristemente, en nuestro país, al igual que en muchas democracias del mundo, ese progresismo excluyente que solo destruye tumbó estatuas de Colón sin siquiera pensar que ellos están acá por cuenta de un señor que, contra todo pronóstico, hace mas de 500 años salió de España desde el puerto de Palos de Moguer en tres chalupas, no eran barcos, comparados con los de hace 200 años y ni hablar con lo de hoy, y, en serio, contra todo pronóstico, llego a América, iniciando este proceso de evangelización y de aculturación exitosísimo, como pocos en la historia.
Me siento muy orgulloso de mi ancestro judío y español. No veo la conversión, como muchos la quieren ver, con los ojos de hoy y no los de hace 500 años. Mucho menos, veo la conquista, la colonia y la evangelización como la opresión de un pueblo, sino como la transformación de uno en otro, que va de México a la Patagonia y que nos hizo lo que somos hoy, con lo bueno y con lo malo.
¿Y el día del descubrimiento? Ese puede pasar, pues es apenas un momento que no abarca toda la complejidad de lo que fue la conquista, la colonia, la independencia y la construcción de la América Latina moderna. Por eso, esta semana voy a celebrar el día de la raza o el de la hispanidad y siempre tendré a Cristóbal Colón como uno de los héroes de nuestra historia. Sin ninguna vergüenza y con gran gratitud hacia España, Isabel la Católica y Cristobal Colón.