Maduro pa’ fuera

En 2024, una invasión es mucho más compleja, no más difícil, pero sí con altos costos políticos que los mandatarios de hoy no tienen el valor para asumir. Hay otras medidas que podrían ayudar a tumbar la dictadura. Hay que meter miedo, y hacerlo sentir, para que los mafiosos en el poder entiendan que están en el mejor momento para negociar

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El presidente George Bush, en diciembre de 1989, seis meses después de las elecciones en Panamá que el dictador mafioso Manuel Antonio Noriega desconoció, invadió el país, capturó a Noriega y restableció una democracia.
El presidente George Bush, en diciembre de 1989, seis meses después de las elecciones en Panamá que el dictador mafioso Manuel Antonio Noriega desconoció, invadió el país, capturó a Noriega y restableció una democracia.

El presidente George Bush, en diciembre de 1989, seis meses después de las elecciones en Panamá que el dictador mafioso Manuel Antonio Noriega desconoció, invadió el país, capturó a Noriega y restableció una democracia que hoy continúa y prospera. La operación se llamó Causa Justa. Hoy, con la persecución y exilio del presidente electo Edmundo González, el caso del mafioso dictador Nicolás Maduro en Venezuela es más que una causa justa para recuperar la democracia en ese sufrido país.

Ahora, en 2024, una invasión es mucho más compleja, no más difícil, pero sí con altos costos políticos que los mandatarios de hoy no tienen el valor para asumir. Por este motivo se deben explorar otras medidas, que pueden ser tan efectivas para derrocar a un dictador como una invasión, aunque se demoren más y tengan terribles costos humanitarios que, desafortunadamente, no tienen el peso de los costos políticos que los dirigentes tienen que asumir cuando emprenden una acción como la Bush en Panamá o la de Bill Clinton en Serbia, diez años después, en 1999.

En Serbia, Slodoban Milosevic organizó unas elecciones que perdió, fue depuesto y entregado al tribunal especial para Yugoslavia, una Corte Penal Internacional para ese país, donde lo acusaron de crímenes de guerra y murió durante el juicio. (AFP)
En Serbia, Slodoban Milosevic organizó unas elecciones que perdió, fue depuesto y entregado al tribunal especial para Yugoslavia, una Corte Penal Internacional para ese país, donde lo acusaron de crímenes de guerra y murió durante el juicio. (AFP)

La de Serbia se podría asimilar algo a lo que pasa en Venezuela, allí fueron misiles los que debilitaron a Slodoban Milosevic y lo obligaron a salir del poder, evitaron la limpieza étnica en Kosovo y rehicieron los Balcanes. Milosevic organizó unas elecciones que perdió, fue depuesto y entregado al tribunal especial para Yugoslavia, una Corte Penal Internacional para ese país, donde lo acusaron de crímenes de guerra y murió durante el juicio. Hoy, con drones y la tecnología actual, una operación del estilo Serbia puede ser mucho más localizada, destruir espacios claves de la dictadura e, incluso, darle la oportunidad a los mafiosos en el poder de entregarse o negociar una salida, convertirlos en objetivo militar para neutralizarlos y obligarlos a salir del país.

De todas maneras, una operación de este tipo requiere de una gran visión política, que, si bien al principio puede tener costos, la historia acabará reconociendo; no se ve en el horizonte que Joe Biden decida tener la valentía en los casi tres meses entre la elección y la entrega del poder.

¿Entonces qué? Hay muchas medidas que deben y pueden ejecutarse, empezando por reimponer las sanciones, y con más dureza, para quitarle al régimen los recursos que utiliza para reprimir. Es más, no sería malo comenzar desde ya una campaña pública de estigmatización, sanción moral y veto a Chevron y a Repsol, las dos petroleras que hoy le dan los recursos a Maduro y su mafia.

Los regalos de Joe Biden, y de su asesor en el tema de Venezuela, Juan González, a Maduro a cambio de nada, hoy dejan en deuda a Estados Unidos con la democracia en el continente. (Official White House Photo by David Lienemann)
Los regalos de Joe Biden, y de su asesor en el tema de Venezuela, Juan González, a Maduro a cambio de nada, hoy dejan en deuda a Estados Unidos con la democracia en el continente. (Official White House Photo by David Lienemann)

Los regalos de Biden, y de su asesor en el tema de Venezuela, Juan González, a Maduro a cambio de nada, como el levantamiento de algunas sanciones, la entrega del régimen interino, el perdón presidencial a Álex Saab y la liberación de las cárceles de EE.UU. de los narcotraficantes sobrinos de la esposa de Maduro, Cilia Flórez, hoy dejan en deuda a Estados Unidos con la democracia en el continente. Biden defiende a un país invadido en Europa por un dictador, lo que está bien, pero en América Latina se acuesta en la misma cama con un dictador mafioso como lo es Nicolás Maduro.

Las cosas hay que llamarlas por su nombre, y la consolidación de la dictadura venezolana, narcotraficante y desestabilizadora de la región, incluyendo el exilio del presidente electo Edmundo González, tiene tres responsables en Estados Unidos: el presidente Joe Biden, el consejero de Seguridad Nacional Jake Sullivan y el secretario de Estado Antony Blinken; y tiene dos operadores, menores pero funestos: el colombiano Juan Gonzalez en la Casa Blanca y Brian Nicholls en el departamento de Estado.

La consolidación de la dictadura venezolana tiene tres responsables en Estados Unidos: el presidente Joe Biden, el consejero de Seguridad Nacional Jake Sullivan y el secretario de Estado Antony Blinken. Doug Mills/Pool via REUTERS
La consolidación de la dictadura venezolana tiene tres responsables en Estados Unidos: el presidente Joe Biden, el consejero de Seguridad Nacional Jake Sullivan y el secretario de Estado Antony Blinken. Doug Mills/Pool via REUTERS

Hay otras medidas que podrían ayudar a tumbar la dictadura, aunque ya vimos que Rusia, China e Irán saben lo importante que es el respaldo a Maduro, y es difícil saber si serían lo que acabaría motivando la caída del régimen, pero vale la pena mencionarlas.

La primera es ampliar el régimen de sanciones y volverlas más integrales, lo que incluye ampliar el circulo familiar a hijos, padres y hermanos, además de cancelar las visas y deportar a los miembros de las familias de la cleptocracia que viven en los países aliados, incluyendo América Latina. La segunda es aumentar dramáticamente las recompensas por los líderes del régimen, para que organizaciones privadas, o incluso los mismo militares venezolanos, asuman el riesgo de capturarlos y extraditarlos: 15 millones de dólares no dan, 50 millones, seguramente sí Además, es clave aumentar el círculo de los que tienen recompensas y poner a personajes como el ministro de Defensa Vladimir Padrino López o el Fiscal Tarek William Saab, y sus familias, obviamente.

Una guerra cibernética debe hacer parte del menú de opciones, y estímulos a militares que se rebelen, aunque esto necesitaría de un cambio de legislación. Las sanciones, además, deben ir tras aquellos, y sus allegados, que facilitan la financiación del Gobierno y de las familias de la cleptocracia, o los testaferros, que facilitan los innumerables negocios, tanto del estado venezolano como de los que se nutren de él, hacen negocios con él, ayudan a evadir sanciones o, de cualquier manera, se beneficien de este régimen corrupto y mafioso.

El método de captura de Álex Saab debe convertirse en un instrumento permanente, para que todos los mafiosos, dueños de la corrupción y represores sin límite, sepan que no tienen lugar seguro. Hay que meter miedo, y hacerlo sentir, para que los mafiosos en el poder entiendan que están en el mejor momento para negociar. Más de lo mismo, los comunicados contundentes, ya no sirven más. Ese momento ya pasó.

La gente participa en una protesta en Madrid, España, el 10 de septiembre de 2024, para pedir la victoria del candidato presidencial opositor venezolano Edmundo González Urruti en las elecciones del 28 de julio, que son objeto de denuncias de fraude. Edmundo González abandonó el país el 8 de septiembre para buscar asilo en España. EFE/ Rodrigo Jiménez
La gente participa en una protesta en Madrid, España, el 10 de septiembre de 2024, para pedir la victoria del candidato presidencial opositor venezolano Edmundo González Urruti en las elecciones del 28 de julio, que son objeto de denuncias de fraude. Edmundo González abandonó el país el 8 de septiembre para buscar asilo en España. EFE/ Rodrigo Jiménez

Ver a Edmundo Gonzalez en el exilio me partió el alma, y me generó una rabia profunda contra todos aquellos que facilitaron esta dictadura; en primer lugar, el expresidente Juan Manuel Santos de Colombia y su canciller María Angela Holguín, y los que hoy se rasgan las vestiduras, como Joseph Borell, el canciller de la Unión Europea. Fueron y son cómplices de esa crisis humanitaria y del peligro que hoy corren las democracias del continente.

Entendamos que llegó la hora de profundizar la confrontación con la dictadura venezolana y con los que apoyan ese régimen en cada rincón del mundo. La pelea está empezando y la vamos perdiendo, no nos digamos mentiras. Los demócratas del mundo necesitamos toda la ayuda de las potencias de Occidente para equilibrar la capacidad de ese régimen mafioso y sus aliados. Ahí hay unas ideas para empezar. Vamos a ver si alguno de estos líderes finalmente tiene los huevos, y perdón la expresión, pero cabe, para defender la democracia.

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