El 31 de agosto el ejército israelí descubrió los cuerpos de seis rehenes. Estos fueron ejecutados por terroristas de Hamas, al sentir que tropas israelíes estaban aproximándose a los túneles de la zona.
El asesinato de los rehenes generó una serie de manifestaciones contra el gobierno israelí agravadas aún más por un discurso que el primer ministro Netanyahu pronunció un día después de los asesinatos, en el que reafirmó la necesidad de controlar el Corredor Filadelfi. El Corredor consiste en un tramo de 14 Km. de longitud que separa a Gaza de Egipto. A través de este corredor Hamas habría contrabandeado armas durante décadas.
Los manifestantes argumentan que la decisión del gabinete y el discurso de Netanyahu socavaron las posibilidades de éxito de las negociaciones para liberar a los rehenes, cuya situación ahora está más allá de la desesperación.
Las protestas, además de los comentarios del presidente Joe Biden cuestionando las intenciones del primer ministro, y el embargo de armas impuesto por Gran Bretaña a Israel, han endurecido la posición de Hamas.
Un reciente documento de Hamás, citado por el periódico alemán Bild, revela la estrategia de negociación de Hamás.
El grupo terrorista busca ejercer presión psicológica sobre las familias de los prisioneros, para aumentar la presión pública sobre el gobierno israelí. El documento de Hamás no menciona el Corredor de Filadelfia ni las necesidades humanitarias de los gazatíes.
Por lo tanto, como era de esperar, Hamas está menos preocupado por poner fin a la guerra y más interesado en crear caos en Israel y aislarlo en la arena internacional. Del mismo modo, busca sobrevivir como el partido gobernante en Gaza y continuar amenazando la seguridad de los israelíes.
Hamás trata de inducir a la opinión pública israelí para que acepte pagar cualquier precio a cambio de los rehenes. La antipatía generalizada hacia Netanyahu juega en manos del grupo terrorista.
La estrategia de Hamás es posible debido a que las acusaciones están mayormente dirigidas al gobierno israelí. Hamas es el elefante en la sala del que nadie ve ni nadie le exige nada. Es el que causó el problema, pero es inexistente. Los líderes de Hamas hablan a través de mediadores y, nadie parece obtener concesiones de ellos.
Hamas exige la retirada total de Israel de Gaza y busca volver a la situación anterior al 7 de octubre. No es de extrañar que el asesor de comunicaciones de seguridad nacional de Estados Unidos, John Kirby, responsabilizara recientemente al grupo terrorista del estancamiento de las negociaciones.
Sin embargo, a pesar del controvertido discurso de Netanyahu, el ministro de Asuntos Estratégicos de Israel, Ron Dermer, dijo en una entrevista a Bloomberg que Israel podría acordar retirarse del Corredor Filadelfi en la segunda fase, es decir, después de la retirada parcial israelí de ciertas áreas de Gaza. (Hamás exigió la retirada de Filadelfi en la primera fase).
Egipto ha permitido a Hamas contrabandear armas a Gaza, ya sea mirando hacia otro lado o debido a la corrupción de sus funcionarios. Los egipcios se han puesto a la defensiva y no han dado suficientes garantías a los israelíes de que no permitirán tal contrabando.
No está claro hasta qué punto Estados Unidos ha presionado a Egipto para que asegure completamente la frontera y si el gobierno egipcio ha dado garantías creíbles.
Más recientemente, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas egipcias visitó la frontera entre Egipto y Gaza en un intento de hacer entender que Egipto es capaz de ejercer el control de su frontera con Gaza.
Sin embargo, confiar en Egipto después de todos estos años de caos fronterizo y anarquía, será difícil.
En Israel, hasta ahora, el debate se ha centrado en la elección entre la liberación de los rehenes o la destrucción de Hamas. Incluso algunas voces dentro de los círculos militares y de defensa israelí afirman que es necesario liberar a los rehenes y luego regresar al Corredor Filadelfi y reanudar la guerra si es necesario. El primer ministro parece pensar que, una vez firmado un acuerdo, será imposible volver a Gaza para completar la misión de eliminar a Hamas. La presión internacional no lo permitiría.
Pero incluso si la capacidad militar de Hamas es destruida, hay una pieza que brilla por su ausencia: ¿quién gobernará Gaza después de Hamas? Resolver este problema es clave para asegurar un futuro más prometedor para israelíes y palestinos. La realidad actual no ofrece un camino claro.
El flujo masivo de ayuda humanitaria a Gaza ha fortalecido a Hamas. Hamás se apodera de la ayuda humanitaria y la utiliza como palanca para reclutar combatientes.
Esta es la razón por la cual el ex asesor de Seguridad Nacional israelí Giora Eiland, junto con otros generales, publicó el llamado “Plan de los Generales”.
El plan propone recortar la ayuda humanitaria y trasladar a los 300.000 palestinos que residen actualmente en el norte de Gaza al sur de la Franja. Luego de esto, el ejército israelí impondría un asedio en el norte de Gaza. Los terroristas que se nieguen a evacuar permanecerán en este territorio sin ayuda humanitaria, lo que solo les quedará la opción de rendirse o morir de hambre. La ayuda humanitaria continuará en el resto de la Franja de Gaza.
Si es necesario, señaló el general Eiland, “podemos replicar el asedio del norte de Gaza a otras áreas de la Franja de Gaza”.
El plan suena creativo y, en el mejor de los casos, Hamás podría liberar a algunos rehenes, pero como el propio Eiland señaló, nada amenazaría más a Hamás que un gobierno palestino alternativo en Gaza.
Pero incluso este camino parece difícil. Según el analista israelí Ehud Yaari, Hamás aceptaría formar un gobierno tecnócrata con otros socios palestinos. Ese gobierno se ocuparía de los asuntos civiles, mientras que Hamas seguiría a cargo de la seguridad (es decir, reconstruiría su infraestructura terrorista).
Hamás también exigió la eliminación del control de Fatah sobre la Autoridad Palestina y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Algunos líderes clave actuales y anteriores de Fatah, como Mohammed Dahlan, ex jefe de seguridad en Gaza y crítico de Hamas, y Nasser al-Qudwa, ex ministro de Relaciones Exteriores de la Autoridad Palestina, creen que cualquier arreglo futuro debe incluir a Hamas. Hamas parece haber presionado a los palestinos de todas las tendencias ideológicas y políticas para que los incluyan en un futuro gobierno en Gaza.
La Autoridad Palestina es en realidad débil y, actualmente incluso, tiene dificultades para ejercer control sobre Cisjordania. Esto indicaría que le costara aún más gobernar Gaza.
Netanyahu hasta ahora ha rechazado la posibilidad de devolver a la Autoridad Palestina a Gaza, argumentando que ésta adoctrina e incita a sus jóvenes contra Israel y además apoya financieramente a las familias de los terroristas.
Sin embargo, es precisamente Mahmud Abás, jefe de Fatah y de la Autoridad Palestina, quien ha condicionado la participación de Hamás a su aceptación de los Acuerdos de Oslo.
Entonces, parecería ser que no hay otra opción que fortalecer a Fatah, que es la facción más moderada y Netanyahu debe estar más abierto a esa opción. Por otro lado, la insistencia de la Administración Biden en avanzar rápidamente hacia una solución de dos Estados no funcionará en un corto plazo.
El liderazgo palestino rechazó la solución de dos Estados en las conversaciones de Camp David (2000), en Taba (2001) y más tarde en el 2008 precisamente porque Fatah estaba bajo la amenaza de grupos disidentes como Hamas y la Yihad islámica. No hay ninguna razón por la que tenga éxito ahora, excepto si se elimina a Hamas.
Por lo tanto, el gobierno israelí y sus aliados estadounidenses deben continuar haciendo todo lo posible para erradicar a Hamas.