¿Cuáles serán los posibles Cisnes Negros de Maduro?

A pesar de que el dictador ha dado muestras de extrema brutalidad y salvajismo, su destino es salir del poder

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Maduro tiene grietas muy importantes que se irán convirtiendo en fracturas (EFE/ Miguel Gutiérrez)
Maduro tiene grietas muy importantes que se irán convirtiendo en fracturas (EFE/ Miguel Gutiérrez)

El dictador Nicolás Maduro se esfuerza en hacernos creer que tiene la situación bajo control, que ya lo peor pasó y que el mundo y los venezolanos se tragarán el fraude. Lo que no ve es que lo acosan varios cisnes negros que amenazan su estabilidad. En el año 2007 Nassim Nicholas Taleb popularizó la noción de Cisne Negro a través de su libro: El Cisne Negro, el Impacto de lo altamente improbable. Cuando hablamos de un Cisne Negro, estamos hablando fundamentalmente de un evento muy especial que puede llegar a alterar la realidad. El término Cisne Negro nace de la creencia según la cual todos los Cisnes son blancos hasta que se descubrió en Australia la existencia del Cisne Negro. Esta anécdota histórica muestra que a veces se vive bajo supuestos asumidos como verdaderos, pero que la propia realidad se ocupa de desmentir.

Ahora bien, ¿Qué tiene que ver todo esto con el dictador Maduro? Mi convicción es que mucho. Decíamos que un Cisne Negro es un evento que puede llegar a cambiar la realidad de modo intenso. Según Taleb, este evento tiene varias características que lo hacen especial: lo primero, es lo extraño, ya que es un hecho que se encuentra fuera de las expectativas normales y, por tanto, es sumamente difícil de predecir. Lo segundo tiene que ver con su impacto: cuando ocurre tiene unos efectos devastadores; un impacto profundo en todo lo que lo rodea. Y lo tercero, y más relevante para mí, lo que se conoce como retrospectiva predecible: después que ocurre el evento, la gente cae en cuenta que lo que sucedió era explicable, casi que lógico y por supuesto, inevitable. Casos de Cisne Negro son la crisis económica del 2008, Chernobyl o el 11 de Septiembre.

Pues bien, esta semana estamos cumpliendo un mes de las elecciones robadas por Maduro en Venezuela. El juego parece totalmente paralizado, algunos dicen que se está congelando la cosa, pero se equivocan. La incertidumbre es total y Maduro cree falsamente que domina todo el tablero de juego y todos los hilos de la realidad para imponerse cubanamente durante décadas al pueblo venezolano y a Occidente. Sin embargo, la realidad y la libertad son tercas. En el corto o mediano plazo un Cisne Negro surgirá y Maduro estará fuera del poder y saldrán muchos analistas, que hoy ven todo oscuro, a decir: es lógico, era claro que vendría, se podía ver.

En el caso de Venezuela, Maduro ha forzado la realidad a niveles imposibles de mantener: la mentira del fraude, el robo brutal del voto, la represión violenta contra decenas de miles de venezolanos, la penalización de las ONGs, la supresión de las redes sociales, y su relación con Rusia, China, Irán, Cuba, Nicaragua para convertir a Venezuela en una Corea del Norte en el corazón de América. A pesar de que Maduro ha dado todas estas muestras de extrema brutalidad y salvajismo, su destino es salir del poder.

¿Cuáles serán sus posibles Cisnes Negros? Maduro tiene ya grietas muy importantes que se irán convirtiendo en fracturas. Figuras importantes del chavismo como el propio embajador del régimen en México y otras tantas figuran expresan con vehemencia que las elecciones han sido un fraude y comienza a verse con nitidez dos grupos, el Chavismo por un lado y el Madurismo por el otro. Estas grietas se notan tanto en el ámbito militar como en el ámbito político, amenazando incluso con profundizarse.

El Cisne Negro para Maduro vendrá como consecuencia de haber forzado y violentado la realidad a un nivel tan extremo que terminará fracturándose el bloque de poder, teniendo que sacrificar el dictador y dar paso a una transición.

El otro Cisne Negro de Maduro está dentro de la comunidad internacional, ni sus propios aliados ideológicos pudieron comprar la farsa que intentó Maduro con su putrefacto Tribunal Supremo. Tanto México, como Brasil y Colombia, señalaron de manera diáfana que no pueden reconocer a Maduro hasta que se presenten las actas. El mismo presidente Lula manifestó su desacuerdo con haber despojado al CNE de las competencias electorales y haber entregado el caso al Tribunal Supremo. Aunque es positivo lo que han expresado estos países, todavía pueden hacer más: son tibios en su condena a las violaciones atroces de los derechos humanos, y de algún modo siguen en el capítulo de exigir a Maduro, a su árbitro y su tribunal la presentación de unas actas electorales que todos sabemos que no existen, a menos que se le de tiempo para fabricarlas fraudulentamente. Esperamos mucho más de Lula, Petro y AMLO, sus posiciones ideológicas e históricas que no han sido consistentes: los tres han denunciado estridentemente abusos electorales en sus países que no son ni el 0,1 por ciento de lo que vivimos en Venezuela.

Esperamos que puedan moverse a un tablero donde ya está el Presidente Boric, a quienes los venezolanos estaremos agradecidos eternamente. El presidente de Chile ha hecho un deslinde claro entre el totalitarismo corrupto de Maduro y su posición de izquierda. Es lo que esperamos de la izquierda mundial. Venezuela es una tragedia humana, producto de una dictadura podrida, no es una disputa ideológica. Pero más allá de esos juegos de poder, intereses e ideología, la fuerza de la historia y la libertad son como un río caudaloso que no puede ser detenido. Sobre ese río se deslizan uno Cisne Negro.

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