Kamala Harris ya es candidata oficial

Ahora hay entusiasmo en la base demócrata superando el pesimismo derrotista que rodeó la salida del presidente Biden y la presión se trasladó al campo republicano

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Kamala Harris (REUTERS/Alyssa Pointer)
Kamala Harris (REUTERS/Alyssa Pointer)

Terminó la Convención del Partido Demócrata y Kamala Harris es ahora y definitivamente la candidata oficial, sin haber competido en internas, ya que hubo más bien una designación y Chicago fue la coronación. Fue su Convención y relató su biografía en primera persona. Así se expresó y así se entendió su discurso el día de clausura mostrando su propio camino, ya sin Biden. No hay duda de que ese partido salió fortalecido y con una visión optimista de sus posibilidades en noviembre, después que la Convención republicana le entregara un sólido respaldo a Donald Trump, pero, aunque ha empatado Harris en las encuestas y aun lo ha superado en algunos estados bisagras, el tema de fondo no cambia, ya que al igual que 2016 y 2020 va a ser una elección muy disputada en un país muy dividido, donde las encuestas muestran un virtual empate.

Lo que cambió fue el escenario, ahora hay entusiasmo en la base demócrata superando el pesimismo derrotista que rodeó la salida del presidente Biden, y la presión se trasladó al campo republicano, donde se ha instalado la duda de si el ex presidente Trump se ha adaptado con la velocidad requerida a esta nueva realidad.

El error es conocido, personalizar el debate y lo que le dio resultado con Biden, podría no funcionar con Harris, ya que el camino más provechoso no está siendo utilizado, toda vez que se descalifican personas en vez de insistir en los temas que casi todas las encuestas han definido como prioritarios en la mente de los votantes, tales como la economía, la inflación, la inmigración ilegal. Al respecto, no hay que olvidar que antes que los problemas de salud de Biden fueran visibles para todos y no pudieran seguir siendo ocultados por los medios de comunicación, fueron estos temas los que lo derrotaron.

Había estado pasando que, desde hace casi dos meses, en forma creciente, encuesta tras encuesta mostraba en el país y sobre todo en los 6 estados que hoy definirían la elección, que eran esos temas los que se habían impuesto, que Trump estaba ganando y que la distancia crecía en vez de disminuir.

No hay duda de que, a partir de esa constatación, hubo un concertado esfuerzo en el liderazgo demócrata, los grandes donantes y conocidos comunicadores para sacar de la carrera al presidente.

En este nuevo escenario apareció con mucha fuerza Kamala Harris, quien ha utilizado una estrategia similar a la victoriosa del 2020, ya que más que tener posiciones definidas se optó por mostrar un camino diferente. En ese sentido, Harris no ha concedido hasta ahora entrevistas y sus apariciones han sido cuidadas y mediante telepronter, debido a que los temas que predominan son críticos de la gestión de la Casa Blanca. Simplemente los ha omitido, apelando, por ejemplo, a la afirmación que todo mejorará con Kamala, y no enfrentar preguntas que probablemente partirían consultando que, si existe una solución porque no ha sido aplicada hasta ahora, estando en el gobierno.

Le ha ido bien a Kamala como candidata, actuando en forma diferente a Trump, quien ha preferido destacar sus defectos y discutir algo poco importante, si predomina en ella el color de la piel o el origen indio y caribeño de sus padres, como si fuera relevante discutir aquello en un país donde la raza es tan importante, que su autodefinición como afroamericana le proporciona una identidad. El error de Trump ha sido que no ha insistido en los temas que podrían mover las agujas a su favor. Además, con rapidez, los demócratas han recuperado aportes económicos que habían detenido los donantes, regresando a los niveles competitivos que existían antes que comenzara el colapso de la candidatura Biden.

La vicepresidenta y candidata demócrata a las elecciones presidenciales, Kamala Harris (Europa Press)
La vicepresidenta y candidata demócrata a las elecciones presidenciales, Kamala Harris (Europa Press)

Los demócratas han superado la parálisis derrotista en la que habían caído, y al respecto, ha ayudado que a la candidata se la conozca poco, ya que le ha permitido ser distintas cosas para distintos grupos de electores. Mas aun, dados los vínculos existentes con quienes están protestando contra Israel en Chicago, la zanahoria ha funcionado mejor que el garrote, y no se produjo la violencia a la que se temía, o si no este hubiese sido el mal mensaje, opacando a la Convención y perjudicando las posibilidades electorales.

Mas aun, muchos de los manifestantes le expresan simpatía, ya que creen que va a cambiar la política estadounidense en el medio oriente, cosa que no creo que se materialice, al menos con Israel, ya que simplemente no existe otro país que en esa parte del mundo pueda ser un verdadero aliado.

Sin embargo, Kamala tiene también problemas como candidata, sobre todo para una campaña corta, partiendo por el hecho que su paso por la vicepresidencia no fue bueno, teniendo responsabilidad en temas que públicamente quedaron a su cargo como el tema inmigratorio en la frontera sur. Mas aun, así como es poco conocida para haber sido una persona de una trayectoria que incluye ser fiscal general de California y senadora, su paso sin mayor relieve por la vicepresidencia es un problema, como también lo es la cantidad de críticas, tanto para su rol de fiscal como para su breve paso por el Senado. Tampoco le ayuda el hecho de haber tenido que retirarse en forma temprana por falta de apoyos, cuando compitió hace 4 años en primarias.

Sobre todo, el actual predominio de temas como la economía, la inflación y la inmigración ilegal en la decisión de los votantes va a ser su mayor problema, ya que la obligará a cambiar su discurso anterior, abriendo el flanco de haber tenido que rechazar posiciones sostenidas durante largo tiempo. Hasta el momento Kamala ha salido airosa, pero a medida que avancen los días, una candidatura basada en la imagen va a tener que cederle el paso a contenidos que han estado ausentes, y que son necesarios para acercarse al centro y atraer a aquellos electores que siguen como indecisos.

Biden la apoyó como su sucesora, pero han aparecido trascendidos de gente de ambos equipos, asegurando que no habría sido olvidado, que en las primarias de hace cuatro años ella lo acusó de haber tenido en sus inicios como senador (a partir de 1973) negociaciones con colegas de pensamiento racista a lo que él siempre respondió que en aquellos días fue necesario para consolidar las leyes de derechos civiles que hoy enorgullece al país.

De esta Convención emerge un partido reforzado como también salieron los republicanos de la suya. En el caso de los demócratas, probablemente aquí se hizo la transición de Biden a Harris, y saldrán definiciones programáticas que hoy no existen, sobre todo en lo económico.

Un camino fue ofrecido por quien estuvo más cerca de marcar el tono que seguramente va a predominar en la campaña, que no fue otro que quien sigue siendo el líder máximo de los demócratas, Barack Obama. En ese sentido, su aplaudido discurso fue el que mejor describió el camino que a partir de ahora se va a transitar, al hablar en un tono muy elevado de lo que significa EEUU, su diferencia con otras naciones y como se debe superar la actual división para ir hacia políticas que representen a la mayoría del país, más que a solo los partidarios de su sector.

Como otros partidos, el Demócrata ha tenido cambios en su historia, siendo esperable cambios significativos cada 20 o 30 años en la mayoría. Alguna vez fueron en el sur el partido donde militaron dirigentes del Ku Ku Klan (los republicanos eran el partido de Lincoln), hecho histórico, aunque hoy suene difícil de entender, pero así ocurrió. Hoy, es el partido donde el control ha estado en manos de Clinton y, sobre todo, Obama, tanto que se habló de esta administración como el “tercer periodo” de Obama, y no hay duda de que va a tener una fuerte influencia, en caso de que gane Kamala.

Así como los republicanos han sufrido muchos cambios en pocos años, tanto que hoy sin duda son un partido trumpista, controlado por el líder. En el caso de los demócratas, a partir del actual gobierno se ha agregado otros dos factores, ya que se incorporaron tanto al progresismo woke como al izquierdismo sesentero del senador Sanders, quien hace allí vida política, pero sin ser militante.

En este proceso ha habido un tránsito desde haber sido un partido lo más cercano a una socialdemocracia estadounidense a un partido más bien identitario de distintas variantes del progresismo, de representar a quienes vivían de un salario a ser expresión de elites universitarias de las grandes ciudades. Hoy, el control parece estar en manos de quienes sacaron del camino a Biden, y desde aparecer como un rock star de la política, Obama evolucionó a representar quizás hoy mejor que nadie a lo que nunca perdió el partido demócrata, que es ser, sobre todo, un partido del poder.

Kamala Harris competirá por la Presidencia de EEUU frente a Donald Trump (REUTERS/Mike Segar)
Kamala Harris competirá por la Presidencia de EEUU frente a Donald Trump (REUTERS/Mike Segar)

Por ello, para ganar la elección de noviembre todos deberán modificar un discurso más bien de suma de minorías a uno que pueda interpelar a la mayoría, lo que obligará a las distintas facciones que componen el partido a disciplinarse detrás de Kamala, partiendo por ella misma, cualquiera sea la autoidentificación, sea esa representación racial, étnica, social, de género o medioambiental, incluso a aquellos que estando en la protesta, aspiran de todas maneras a hacer allí carrera política, de ahí su diversidad.

Considero que esta Convención puede marcar una nueva etapa y darle credibilidad a un discurso que sea capaz de ganar a los indecisos, sobre todo si Trump y los republicanos siguen personalizando la discusión en vez de insistir con los temas de mayor interés para los electores, temas que por lo demás fueron instalados por ellos, y en ese sentido, por atractivo que parezca recibir a un Kennedy, a los republicanos y sobre todo a Trump, le convendría no unir su fortuna a Robert Kennedy, dado que el sistema electoral es uno de Colegio Electoral más que de suma de votos, por lo que la obligación máxima es ganar en estados como Pensilvania, Michigan, Nevada, Arizona, Georgia, Wisconsin y pocos más, cuyos indecisos elegirán al próximo o la próxima ocupante de la Casa Blanca; más que hablarle a decenas de millones que ya eligieron el voto, tienen que hacerlo con algunos centenares de miles que en esos estados no lo han hecho todavía.

Por lo demás, en noviembre también se elegirán gobernadores y muchos cargos a nivel estadual y local. Además, se decidirá la conformación del Congreso, donde la mayoría está al alcance de ambos partidos en ambas Cámaras, aunque los demócratas corren más peligro que los republicanos en cuanto a la cantidad de asientos que están disponibles por el retiro de los ocupantes. La orientación de los republícanos ya está definida con Donald Trump, y en el caso demócrata, me surge la duda de cuánto caso le harán al camino propuesto por Obama, intentando marcarle el rumbo a Harris.

El tema de fondo es que EEUU ha cambiado ideológicamente, tanto hacia la izquierda como hacia la derecha, perjudicándose el centro. La política se ha polarizado, lo que llamo su latinoamericanización, donde se ha importado lo peor y no lo mejor del sur, incluso esperando que los tribunales resuelvan problemas que le corresponden al electorado, con el riesgo de politización, y si han resistido la prueba se debe a sus instituciones y a la constitución.

Sin embargo, la coyuntura que se ha abierto permite que ambos sectores, para poder ganar deban moverse hacia el centro, lo cual, dada la guerra cultural existente, es una buena noticia, si es que deciden aprovecharla. Sin embargo, es ¿cambio duradero o solo la necesidad de ganar una elección, pero sin convicción?

Considerando los cambios que han tenido lugar, recuperar el centro y el consenso no es algo menor, toda vez que ideas que hace unos años eran patrimonio solo de un sector de la derecha hoy son apoyadas por alrededor de la mitad del país, mientras que un proceso similar ha tenido lugar en el otro sector, e ideas que antes eran apoyadas por un sector de la izquierda, hoy son patrimonio de la otra mitad del país, lo que ha conducido a esta polarización, y a poca gente decidiendo esta importantísima elección.

Esto implica tanto buenas como malas noticias para ambos. Pasado el entusiasmo con la novedad de Kamala Harris, lo que tienen por delante los demócratas no es fácil. Se ha vuelto a empatar en las encuestas, con leve predominio demócrata, aunque nada asegura todavía que se pueda mantener, ya que, a menos de tres meses de los comicios, a pesar de todo Trump está hoy mejor de lo que estuvo el 2016 y el 2020 en el mes de agosto previo a la votación, con los estados bisagras en empate técnico y donde lo que se sabe de respuestas a las encuestas, es que incluso en EEUU hay gente que tiende a no decir por quien vota cuando apoya a personas controvertidas, por lo que Trump podría estar subrepresentado, tal como ocurrió en las elecciones anteriores.

Es la dificultad de Harris porque los temas que predominan en la cabeza de los electores por los cambios que ha tenido el país desde la aparición de Donald Trump el 2016 son sus temas, aquellos sobre los que ha insistido, a veces en soledad y a pesar de la fuerte crítica a su persona y a sus ideas, como es el tema de la inmigración. Son también temas donde Kamala va a tener que reconocer tarde o temprano que cambió de posición o de ideas, y el problema va a ser con que elegancia lo explica.

¿Con que puede equilibrar este paso? Con el cambio que favorece a la izquierda (en el sentido que se le da al termino en EEUU), ya que, según varios estudios y encuestas, ideas que fueron propuestas en apariencia en forma desordenada apenas fue proclamada y sin ser parte de ninguna propuesta elaborada, tienen una amplía acogida favorable que no existía en esta forma antes del actual gobierno, y con la potencialidad de influir en esos esquivos electores que no han decidido su voto en los estados mencionados.

Es así como alrededor del 60% aparece apoyando la gratuidad educacional a nivel universitario (incluso citando el caso de los soldados que lucharon en la segunda guerra mundial) como también un mayor control a las empresas, alto porcentaje que es novedoso en el país emblema del capitalismo. Por cierto, es aún mayor el número que respalda un programa de salud universal para todos, independientemente de su costo, similar a lo que ocurre en otros países desarrollados. Sin duda, hay populismo, ya que en los tres casos serían dineros que saldrían de los impuestos.

Kamala Harris junto a sus seguidores (REUTERS/Kevin Wurm)
Kamala Harris junto a sus seguidores (REUTERS/Kevin Wurm)

Y en ese sentido el problema para Trump es como enfrentar a una oponente que ha ido creciendo en las encuestas, por ahora, recuperando lo que los demócratas habían perdido, pero con la potencialidad de seguir aumentando, si no hay una reacción republicana, con el problema que ese crecimiento ha sido sobre la base de eslóganes más que de propuestas, que, por ahora, no han aparecido, al menos no en los temas que más importan al votante. Potencialmente se podría poner cuesta arriba, ya que, presentado así, no hay dificultades de comprensión para el votante que habitualmente no se interesa en temas políticos, pero que podrían imponer la conversación entre amigos o en la mesa familiar, tal como Trump lo hiciera el 2016.

Por lo demás, esto es exactamente lo que se pretende en una campaña corta, para interesar a votantes que no se han comprometido a pesar del protagonismo de los candidatos y de los temas mencionados. ¿Podrá reaccionar a tiempo Trump? ¿Reinventarse? Reorientar un discurso hoy personalizado, con ataques, defensa y contragolpe, para concentrarse en los temas que derrotaron a Joe Biden, reponiéndolos en estas nuevas condiciones. Tiempo para mas no va a tener, con la posibilidad que los debates tengan una relevancia que hoy no se aprecia.

Por su parte, Kamala debe probar que puede participar en un debate que debiera ser más parecido al que enfrentó a Trump con Hillary el 2016 que aquel lleno de reglas y limitaciones que de todas maneras hundió a Biden. Es decir, se va a esperar que sea uno que permita interrupciones, con público presente, que aplauda o guarde silencio, a favor y en contra, sin telepronter ni ayuda memorias. También, periodistas que hagan preguntas que permitan contrastar el nivel de preparación de los candidatos, periodistas que protejan su buen nombre profesional más que aparecer como amigo o enemigo de los candidatos. Tal como lo fueron en su buena época.

Por cierto, no es fácil explicar a EEUU y menos a su sistema electoral en el extranjero. No es solo cuan distinto es a otros países, sino también por la cantidad de gente que a través del mundo cree conocerlo bien por las series de televisión o por las películas de Hollywood, por ello, son muchos los que, por ejemplo, creen conocer el sistema de jurados mejor que a la justicia en sus propios países. No es de ahora, es de hace tiempo, antes incluso del internet y las redes sociales.

En lo que a su sistema político o al sistema electoral se refiere, los analistas, periodistas y comunicadores tratan de explicar para sus países, por ejemplo “chilenizándolo” o “mexicanizándolo” en términos que sea comprensible para sus audiencias, con lo cual se termina complicando todo, al tratarse de algo muy distinto.

Dificulta la comprensión de lo que está ocurriendo, que en un país como EEUU cuesta mucho que se hable de la experiencia de otros países, y hoy, en un mundo globalizado, también la potencia recibe influencia de otras tierras. Por ahora, existen también otros elementos que pueden resultar relevantes en una elección tan disputada como va a ser esta. De partida, las diferencias generacionales, hoy, de bastante incidencia, ya que, por ejemplo, cuando se acusa de “comunista” a Kamala Harris existe más probabilidad que influya en el voto de personas mayores, pero difícilmente lo va a hacer con personas jóvenes que no vivieron el ambiente que caracterizó a la guerra fría. Por su parte, la acusación que se dirige contra Trump acusándolo de ser “fascista” o “enemigo de la democracia” es más probable que al revés penetre en gente joven que en mayores que también vivieron el ambiente de la guerra fría.

Y aunque existan temas o situaciones que solo sean relevantes para números pequeños de votantes, en una elección tan estrecha como esta, todo puede influir, sobre todo, si se recuerda cuan escasa fue la diferencia del 2020 en lugares como Georgia. Por ello, se echa de menos a nivel de analistas o de periodistas como también de encuestadores, un poco más de luz sobre elementos que han sido recientemente influyentes en elecciones europeas (Italia, Francia) como también en el Reino Unido o América Latina, donde tanto en el viejo continente como en el nuevo se ha dado la novedad de ver a votantes jóvenes, en general no vinculados ni a partidos ni a causas como el medio ambiente, votar por el llamado candidato de “derecha” como ocurrió en el continente más joven con el libertario Milei en Argentina.

Por otra parte, también se ha dado la situación que las mujeres han votado como novedad más a la izquierda que los hombres como ocurrió en Chile en el referéndum constitucional del 2023 donde las mujeres rechazaron el proyecto elaborado por constituyentes mayoritariamente de derecha, y como también ocurrió en EEUU en las elecciones de medio término del 2022, donde efectivamente se dio esta votación que sobre todo, en los suburbios apoyó a los demócratas por el tema del fin de la protección constitucional que Roe vs Wade le daba al aborto, sorprendiendo a los republicanos que esperaban mejores resultados.

Aún más importante, acudieron a votar lo que es importantísimo en condiciones de voto voluntario, y que no se vieron venir tal como había ocurrido con quienes acudieron a votar por Trump el 2016, sin haberlo hecho antes por nadie.

¿Predominaran esta vez otros temas, cuya importancia es aportar votantes motivados, ya que de otra manera no irían a sufragar? ¿Cuál será el tema equivalente para Trump? ¿Cuál lo será para Kamala Harris?

@israelzipper

Máster y Doctor PhD en Ciencia Política (U de Essex), Licenciado en Derecho (U de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013).

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