Colombia y Venezuela, 26 años de política exterior

Lo triste del análisis de las relaciones de los gobiernos de Colombia con la dictadura venezolana es que muestra la falta de una política de estado en el tema de las relaciones exteriores, que en el caso colombiano han quedado al vaivén de los intereses ideológicos o políticos de quien ostente el poder

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La líder antichavista María Corina
La líder antichavista María Corina Machado habla a sus simpatizantes durante una caravana para promover el voto hacia el candidato presidencial de la principal alianza opositora de Venezuela, Edmundo González Urrutia, de cara a las elecciones presidenciales, este sábado en Maturín (Venezuela). EFE/ Henry Chirinos

Este domingo puede ser el inicio del regreso de la democracia y la libertad a Venezuela, pero no podemos olvidar cómo llegamos hasta aquí y qué papel jugaron Colombia y sus presidentes en estos 26 años de gobierno populista en Venezuela.

Si bien la responsabilidad del caos que hoy vive ese país es de los venezolanos, vale la pena mirar qué hicieron en política exterior Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos, Iván Duque y Gustavo Petro para confrontar o cohonestar los abusos de los dos dictadores del vecino país: Hugo Chávez y Nicolás Maduro.

Empecemos por Andrés Pastrana, a quien le tocaron los primeros 4 años de Hugo Chávez, el golpe contra Chávez, la alianza de Chávez con las Farc y el Eln y el comienzo del deterioro democrático. Lo primero que hay que admirar es que Pastrana tuvo los pantalones para reconocer a Pedro Carmona como presidente de Venezuela cuando los militares le dieron el golpe a Chávez, decisión compleja y con poquísima rentabilidad política, pues Chávez era visto entonces como el redentor en la región.

Lo primero que hay que
Lo primero que hay que admirar es que Pastrana tuvo los pantalones para reconocer a Pedro Carmona como presidente de Venezuela cuando los militares le dieron el golpe a Chávez

El fracaso de este golpe condujo a la catástrofe política, humanitaria y social que hoy vive Venezuela con un gran impacto en la América Latina, que recibió 7 millones de migrantes, para no hablar del apoyo a organizaciones terroristas y de narcotráfico de la región que hoy se da desde allí.

Claro, para Pastrana, que tenía el Plan Colombia como prioridad en política exterior -que tanto sirvió al siguiente gobierno- Venezuela era un tema de administración de relaciones, más aún cuando Chávez apenas comenzaba con sus veleidades dictatoriales. El reconocimiento a Pedro Carmona y luego su exilio en Colombia dejó clara la postura de Pastrana y su gobierno frente a la libertad y la democracia en Venezuela y, a la vez, mostraba ya unas relaciones en franco deterioro, máxime cuando se hacía evidente el apoyo de Chávez a las guerrillas colombianas.

La llegada de Álvaro Uribe al poder cambió esas relaciones a unas de mucha mayor confrontación, aunque por momentos fueron económicamente muy rentables, cuando el intercambio comercial llego a ser de más de 7 mil millones de dólares con una balanza muy favorable para Colombia.

Hugo Chávez y Álvaro Uribe
Hugo Chávez y Álvaro Uribe en un encuentro de ambos mandatarios en Bogotá

La denuncia probada con fotos satelitales de campamentos de las Farc y el Eln en Venezuela y la captura de altos dirigentes de estas guerrillas en el país vecino y su traslado por parte de fuerzas especiales colombianas, generó graves confrontaciones que incluso llegaron al cierre de la frontera y a la movilización de fuerzas militares a la frontera con Colombia.

Chávez, ya en plena consolidación dictatorial, encontró en Uribe una barrera, única por cierto, en un continente que aplaudía ese populismo dictatorial, que incluso llamó a ese movimiento castro-chavismo, lo que hoy es evidente, a pesar de las burlas de esa izquierda que necesitaba distraer la atención de ese nuevo eje antidemocrático.

En esos 8 años la relación compleja entre nuestros países, en cabeza de dos líderes con gran apoyo interno, no llegó a más, pues Uribe en Colombia ganaba la guerra contra las guerrillas, los paramilitares y el narcotráfico, que Santos luego entregó, mientras Chávez consolidaba su modelo internamente con medidas cada vez más dictatoriales y externamente con proyectos como el Alba o Petrocaribe.

Álvaro Uribe y Hugo Chávez
Álvaro Uribe y Hugo Chávez

Incluso en muchas reuniones con Chávez a las que asistí, él me decía “el Santos bueno”, pues Juan Manuel Santos, desde el diario El Tiempo o desde el Ministerio de Defensa, era un contradictor muy duro, algo que no duraría un segundo una vez se posesionó como presidente en el 2010.

La relación acabó tan mal que Uribe no permitió que mientras él fuera presidente Chavez aterrizara en Colombia, luego no pudo venir a la posesión de Santos. Una semana después de posesionado, Santos llamaría a Chávez “mi nuevo mejor amigo”. Ahora yo era el “Santos malo”, algo que aún hoy me llena de orgullo.

Juan Manuel Santos, a partir del 7 de agosto del 2010, cohonestó durante sus ocho años la consolidación de la dictadura en Venezuela; es más, entregó sin debido proceso al vecino país a un ciudadano asilado que luego fue torturado. El nuevo mejor amigo de Chávez, y luego de Maduro, tenía un objetivo: no importaban la democracia o la libertad de 30 millones de venezolanos si Chávez primero y Maduro después le ayudaban a obtener el Nobel de paz que ganó por el proceso con las Farc, que no nos dejó el país en paz.

 EFE 162
EFE 162

Uribe dejó listo un acuerdo de cooperación militar con Estados Unidos que profundizaba las relaciones de los dos países en materia de seguridad, pero Santos lo dejó morir. ¿Habrá sido una de las peticiones de Chávez y, por ende, de Cuba, Rusia y China, para darle el apoyo al proceso de paz? No me extrañaría.

Quizás el mejor retrato del cambio en esa relación fue el que se dio con Santos en el funeral de Chávez. Esa imagen lo dice todo. Colombia se hacía la de la vista gorda con las expropiaciones a empresas colombianas, con las violaciones tremendas a los derechos humanos, con los negocios corruptos de Piedad Córdoba y Álex Saab, con el crecimiento del narcotráfico y de la alianza narcos-Farc y narcos-ELN y con Venezuela como refugio de criminales de toda calaña que luego operaban en Colombia.

Esa licencia luego sirvió, y sirve aún, para que el Eln crezca en Venezuela y las mal llamadas disidencias tuvieran refugio allí. El líder de las Farc Iván Márquez, quien había renunciado al proceso de paz, se recuperó de sus heridas de combate en el fuerte Tiuna de Venezuela. Herencia de Santos.

El líder de la oposición
El líder de la oposición de Venezuela, Juan Guaidó, saluda al presidente de Colombia, Iván Duque, antes de una reunión en la sede de la Presidencia en Bogotá, Colombia, 19 de enero, 2020. Cortesía de la Presidencia de Colombia. ATENCIÓN EDITORES, ESTA IMAGEN FUE SUMINISTRADA POR UN TERCERO NO PARA VENTA, NO PARA ARCHIVO.

Llega Iván Duque al poder y se le presenta una gran oportunidad, el nombramiento de Juan Guaidó como presidente del gobierno interino. La visita de decenas de senadores y congresistas a la frontera elevó el perfil de la crisis y Venezuela se convirtió en un tema bipartidista en Estados Unidos. Ante la brutal crisis social y económica se habla de R2P (Right to Protect) y con un presidente como Donald Trump en Estados Unidos se habría podido crear un corredor humanitario que habría cambiado todo el escenario de Maduro y su mafia.

El concierto Live Aid en la frontera y el despacho de ayuda humanitaria eran el escenario perfecto para lograr ese gran cambio en Venezuela, en febrero del 2019, pero no se dio. Faltó coraje y voluntad política y el envío de ayuda humanitaria se frustró. Duque apoyó a Guaidó y a su gobierno, pero la gran oportunidad se había perdido. Eso sí, su apertura con la población migrante fue muy bien recibida internacionalmente y generó mucha empatía con Colombia, aunque en materia de ayuda poco a nada se materializó. Hizo falta un esfuerzo mucho más agresivo en el mundo para lograr ayuda que estuviera al nivel de de migrantes que llegaron.

El presidente de Colombia, Gustavo
El presidente de Colombia, Gustavo Petro (i), estrecha la mano del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, durante una reunión el 9 de abril de 2024, en el Palacio de Miraflores, en Caracas (Venezuela). EFE/ Rayner Peña R.
El presidente Gustavo Petro y
El presidente Gustavo Petro y el dictador Nicolás Maduro coinciden en que la paz política en Venezuela puede ser la paz militar en Colombia - crédito Presidencia de Colombia

Finalmente con Gustavo Petro cambia esa política exterior y se le da la mano a Maduro y a su Venezuela con una generosidad que no tuvo recompensa alguna. Se abrió la frontera, pero no creció el comercio y el cobro ilegal del Eln por el paso de individuos y productos se mantuvo. A Iván Márquez lo curaron allá y Petro le dio legitimidad a su supuesto grupo, que ya no existe. El Eln sigue creciendo, hasta el punto de secuestrar al padre del futbolista más famoso de Colombia, lo llevó a Venezuela y lo tuvo que traer de vuelta, por petición de los venezolanos, que no querían que les calentaran la relación con Petro. No sabían que a Petro eso no le afecta. ¿Un secuestro? Bah ,no importa.

En el momento de usar la legitimidad y el favor político ganado con Maduro por su generosidad, Petro no actuó. Calló durante todo el proceso electoral y ha sido el presidente Lula de Brasil quien ha manejado con gran temple y diplomacia este difícil momento para Venezuela y para la región. Petro ha podido y ha debido jugar un papel más activo, pero su preocupación por Gaza superó con creces su preocupación por Venezuela y el efecto que tiene en Colombia.

Lo triste de este relato es que muestra la falta de una política de estado en el tema de las relaciones exteriores; es ad hoc al vaivén de los intereses ideológicos o políticos de quien ostentaeel poder. Uribe y Pastrana se guiaron por el interés de rescatar la democracia, mientras Santos y Petro manejaron la relación de acuerdo con su interés personal. Duque ni fu ni fa, pero dio una gran lección con el apoyo a los migrantes.

Venezuela, por ahora, sigue rumbo a ser un estado fallido con 2 mil kilómetros de frontera con Colombia. Por el bien de todos los colombianos, de la democracia y la libertad en la región, ojalá esta situación el domingo comience a cambiar. Y Colombia hoy sin política exterior, solo con el activismo de su presidente.

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