¿En qué falló Israel en Gaza? Lecciones para lo inevitable: Irán y Hezbollah

No ha podido cumplir o establecer objetivos como el retorno los rehenes, el fin de Hamas como alternativa militar y de poder, y un nuevo gobierno para Gaza

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Foto de archivo de una reunión entre el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu (c); el ministro de Defensa, Yoav Gallant (i); y el jefe del Ejército, Herzi Halevi (d) (Europa Press/Contacto/Koby Gideon/Israel Gpo)
Foto de archivo de una reunión entre el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu (c); el ministro de Defensa, Yoav Gallant (i); y el jefe del Ejército, Herzi Halevi (d) (Europa Press/Contacto/Koby Gideon/Israel Gpo)

En estos días ha reaparecido la posibilidad de un acuerdo para el retorno de algunos o todos los rehenes que estén vivos a cambio de una tregua y una masiva liberación de presos palestinos. Considerando experiencias anteriores de negociación, hay posibilidades tanto de éxito como de fracaso, al igual que sea de corta duración, y desde el punto de vista de Israel, se combina un desempeño militar que ha sido exitoso considerando las dificultades de este tipo de guerra, junto al hecho que no se logrado el cumplimiento de las metas fijadas por las autoridades políticas.

Como en las ocho guerras anteriores (dos con Hamas), esta tampoco fue iniciada por Israel, que la enfrentó con el buen desempeño de sus soldados, con políticas de estado y con la unidad del pueblo judío, dentro y fuera del país. Como otras veces, ha habido comprensión de las minorías árabe, beduina y drusa en Israel, y como bienvenida novedad, los gobiernos árabes sunitas y los países del medio oriente con los que Israel tiene algún tipo de relación, han tenido el entendimiento del que ha carecido parte de occidente. Lo de los países árabes se hizo visible en abril de este año, cuando acudieron varios de ellos a la defensa militar de Israel, ante un (fracasado) ataque de cohetes y misiles iranies.

Sin embargo, en relación con el título de esta columna, el tema de fondo es que Israel no ha podido cumplir con aquellos objetivos tales como el retorno de la totalidad de los rehenes vivos, el fin de Hamas como alternativa militar y de poder, y un nuevo gobierno para Gaza, sin Hamas.

En lo militar, este tipo de conflicto en que las milicias terroristas usan a su propia gente como escudo humano, constituye no solo un crimen según las Convenciones de Ginebra que regulan el derecho internacional de la guerra, sino que también es el más difícil de los conflictos para un ejército regular, tal como quedó clarificado en la experiencia en Irak del propio EE. UU. con ISIS como también en otros conflictos, y quizás por ello, su consejo fue que no se ingresara a Gaza después de las matanzas, ya que esa era la trampa que supuestamente Hamas e Irán habían dispuesto.

En el caso de los rehenes, la presión militar ha ayudado, pero no es la solución para su retorno, como lo sabía el propio Israel, por la forma como en el pasado debió negociar por ciudadanos israelíes, civiles y militares, secuestrados por Hamas. Por lo demás, con el transcurso del tiempo, ha crecido el apoyo de la opinión pública israelí a los familiares que desean un acuerdo de cese del fuego a cambio del regreso de los rehenes vivos.

A la espera de la futura comisión investigadora, en el 7-X no solo hubo sorpresa sino también un fracaso inexcusable de las autoridades de Israel, siendo del todo inaceptable el exceso de confianza que permitió la tragedia. Por un breve lapso pareció que había comprensión y simpatía en Occidente, pero duró muy poco, y en cambio se masificó la peor muestra de antisemitismo que el mundo ha conocido desde el Holocausto e incluso pareciera haberse olvidado de que el origen de esta guerra fue el ataque de Hamas y también Hezbollah en El Líbano, hutíes en Yemen, y milicias chiitas en Siria e Irak, todo coordinado, armado y financiado desde Irán. También ha habido desinterés en la suerte de los rehenes y en la violencia sexual ejercida contra mujeres.

Para muchos, lo que ha ocurrido en el resto del mundo, y la masividad y desconocimiento que demuestran tantas manifestaciones en países occidentales, ayuda a entender como ocurrió el Holocausto y que la existencia del Estado de Israel es el motivo principal por el cual no se repetiría ahora, y no por falta de voluntad de quienes tanto odian.

Un vehículo militar de Israel maniobra en la frontera con Gaza (REUTERS/Amir Cohen)
Un vehículo militar de Israel maniobra en la frontera con Gaza (REUTERS/Amir Cohen)

Si el desempeño militar ha sido bueno tal como lo han dicho especialistas a través del mundo, Israel ha contado además con un acuerdo político de gobernabilidad en la toma de decisiones y un gobierno de unidad, circunstancias que han desaparecido, pero que estuvieron presentes en la mayor parte del tiempo transcurrido desde el 7-X, por lo que la pregunta es por qué no se han podido lograr los objetivos de la campaña.

La respuesta es que Gaza demuestra cuánta razón tenía el más importante teórico del conflicto militar, el prusiano Carl von Clausewitz (1780-1831) al definir a la guerra como la continuación de la política por otros medios. Es importante, además, porque todo indica que Gaza va a ser vista en el futuro solo como una etapa de esta yihad desatada contra Israel, que menos tiene que ver con territorios y más con su propia existencia, por lo que todo apunta a que se va a trasladar al Líbano, ya que no ha habido un día desde el 7-X donde no sea atacado por Hezbollah.

Casi 100.000 habitantes del norte de Israel, judíos y árabes han tenido que ser evacuados, ya que Irán actúa como el titiritero que está detrás de todo, y que digitó el ataque de Hamas para evitar la firma de un acuerdo de paz entre Israel y Arabia Saudita. Probablemente, el enfrentamiento con Teherán llegará cuando exista evidencia que ya cuentan con la bomba atómica que han buscado con tanto ahínco, lo que explica una posible alianza entre Israel y los países árabes sunitas contra el enemigo común.

Entre los motivos por los cuales Israel no ha podido lograr sus objetivos, sobresale en lo militar que la presión de EE. UU. detuviera el avance israelí cuando se encontraba en las puertas de Rafah, pero también influyen circunstancias políticas, como la división que provoca en Israel la figura de Benjamín Netanyahu, donde es indudable que su debilidad política dentro y fuera del país, lo ha hecho más susceptible a presión que algún otro primer ministro, ya que las decisiones relativas a la conducción de la guerra obedecen más a políticas de Estado que a posiciones personales.

Y esa es una lección para el futuro, y así como es negativo e inaceptable para Israel que políticos de otros países como Chuck Schumer, líder de la mayoría del senado estadounidense, aunque sea judío, se permita pedirle la renuncia a Netanyahu lo que no le corresponde, igualmente estas situaciones deben ser enfrentadas sin ese flanco abierto, interna e internacionalmente, ya que sobre todo se necesita confianza y unidad.

Pero en una guerra de estas características, que desplazó incluso a la invasión de Ucrania de los titulares, no hay duda de que se han manifestado problemas que llevan un buen tiempo, tales como retroceso en la opinión pública mundial, fracaso comunicacional, con (aunque mejoró) una lenta reacción a la inmediatez de las redes sociales, donde Hamas impuso la narrativa, a lo que se pueden agregar la judicialización y el lawfare o guerra jurídica en la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional.

A esto hay que agregar una reacción también lenta frente a la magnitud de la judeofobia que se ha desatado en países occidentales, inesperada en su extensión y profundidad, difícil de entender en casos como las organizaciones de derechos humanos, feministas y de la diversidad sexual LGTBIQ+ debido a la persecución que sufren por parte del islamismo, pero que además esta vez han logrado mover a sus gobiernos y a la propia Casa Blanca hacia posiciones perjudiciales para Israel. En este punto, la respuesta “insuficiente” comparte responsabilidades con comunidades judías como la de EE. UU, ya que por recursos, experiencia, cuadros profesionales y legislación favorable, se esperaba que se hiciera más de lo que se ha hecho, al igual que el caso de las instituciones de representación que de ella dependen, por la sencilla razón que es difícil esperar que otros hagan por los judíos lo que estos no están haciendo en defensa de ellos mismos, como llevar a los tribunales a los responsables.

Foto de Archivo: David Barnea, el jefe del Mossad israelí asiste a una ceremonia de guardia de honor para el jefe militar entrante de Israel Herzi Halevi en el Ministerio de Defensa de Israel en Tel Aviv, Israel (REUTERS/Amir Cohen)
Foto de Archivo: David Barnea, el jefe del Mossad israelí asiste a una ceremonia de guardia de honor para el jefe militar entrante de Israel Herzi Halevi en el Ministerio de Defensa de Israel en Tel Aviv, Israel (REUTERS/Amir Cohen)

Si es necesario revisar este tipo de acciones, es por la forma como han terminado afectando la conducción de la guerra, y lo que lo hace imperioso es que Hezbollah va a ser un conflicto militar de mucha mayor envergadura que Gaza, además que Irán tiene una mayor presencia en ese teatro de operaciones. Por su parte, salvo las regiones que alguna vez fueron comunistas, demasiadas personas en Europa parecen haber perdido la voluntad de confrontar al islamismo, pero aún más preocupante es lo que ha pasado en EE. UU., dividido como parece estar frente a algo que hasta el 6 de octubre parecía ser un respaldo unánime a Israel. Hoy, parece evidente que algo se ha quebrado, desde el momento que, por razones electorales, la Casa Blanca ha detenido la entrega de armamento comprometido y ha votado en contra de Israel en el Consejo de Seguridad.

Cuando Washington enfrenta a China, Rusia e Irán en tres escenarios distintos y al mismo tiempo, si actúa así contra Israel ¿que pueden esperar otros países que no tienen la misma relación que se suponía que Israel poseía? No es algo menor, cuando discrepancias llevaron a Israel a perder el apoyo total que creía tener en la única potencia insustituible como es EE. UU, en momentos en que de los tres escenarios, la única noticia que parecía positiva en lo militar para Washington era Gaza, y ellos mismos se encargaron de detener el avance, como si se le tuviera miedo a exhibir algún triunfo, alimentando lo que parece ser propio del actual occidente, el reemplazo cultural del triunfo militar por la victimización.

En todo caso, al tener relación con uno de los objetivos de esta guerra, la responsabilidad de Israel es total en su indefinición frente al tema de quien se hace cargo de Gaza después de Hamas, y el problema mayor es que no tiene un plan político, al menos no uno de Estado, convenido no por una coalición política, sino un plan de consenso para todo el país, a ser seguido por todos los gobiernos, uno detrás del otro.

En efecto, no está claro lo que Israel desea y a quién(es) postula para hacerse cargo del gobierno del enclave, donde es evidente que nadie va a querer esa responsabilidad si antes no es derrotado Hamas, es decir, si no desaparece toda posibilidad de que sigan detentando el poder gubernamental. Al respecto, mi opinión es que la salida más razonable es que Israel mantenga una presencia de seguridad, pero por motivo alguno se haga cargo de la administración del día a día, ya que por algo se retiró de allí el año 2005, llevándose toda presencia judía, israelíes vivos, pero también los cadáveres del cementerio, nada que sirviera de pretexto, tan solo para que Hamas le diera el Golpe militar a la Autoridad Palestina (AP), con escasa resistencia de los derrotados.

A mi juicio, de darse esta posibilidad ojalá exista una presencia lo más mínima que sea posible de las Naciones Unidas, directamente comprometida a través de algunas de sus agencias con el terrorismo, como tampoco de Europa, en general ya deferente con el islamismo y al igual que la ONU, con escasa comprensión de lo que significan grupos como Hamas. Mi opinión es que, si la Autoridad Palestina desea participar, es fundamental que el respaldo que tenga sea un mandato internacional para los países árabes sunitas, cuyos gobiernos tienen el músculo organizacional del que carece Ramallah como también Arabia Saudita y los países del Golfo tienen los recursos económicos para acometer la reconstrucción, junto a EE. UU. y quizás China si se motiva a participar.

Los países árabes también tienen mayor claridad que las potencias en que Irán debe ser aislado, además que entienden perfectamente la peligrosidad de Hamas. Por lo demás, pueden tener el deseo de impulsar la creación del Estado Palestino, toda vez que la decisión original de la ONU fue crear en lo que quedaba del mandato británico (la mayor parte de la superficie había sido ya entregada para crear Jordania), un Estado judío y otro árabe, toda vez que entonces, no se hablaba como hoy del Estado palestino, ya que Palestina era todo el territorio, tanto que la actual Cisjordania fue ocupada hasta 1967 por Jordania y Gaza, por Egipto.

Fotografía de archivo de estudiantes y partidarios pro palestinos que se reúnen frente al campus de la Universidad de Columbia, horas después de que estudiantes tomaran el Hamilton Hall, en una manifestación en apoyo al pueblo de Palestina y en contra de la guerra en la Franja de Gaza (EFE/EPA/Sarah Yenesel)
Fotografía de archivo de estudiantes y partidarios pro palestinos que se reúnen frente al campus de la Universidad de Columbia, horas después de que estudiantes tomaran el Hamilton Hall, en una manifestación en apoyo al pueblo de Palestina y en contra de la guerra en la Franja de Gaza (EFE/EPA/Sarah Yenesel)

Israel debe enfrentar el problema de sus deficiencias políticas y comunicacionales frente a lo que viene después, ya que desde 1948 no ha podido encontrar un socio palestino para la paz, como tampoco ha surgido una fracción política liberal pro occidental a su interior que se comprometa con la paz definitiva, elemento que se manifestó en la negativa a la solución de los dos Estados antes de 1948, al momento de la creación de Israel después de la votación de la ONU, como tampoco por parte de la Liga Árabe ante la oferta israelí de devolver todo lo conquistado en 1967 a cambio de reconocimiento, o el rechazo de Arafat a la propuesta de Clinton en Camp David en el 2000.

De participar los países árabes en Gaza probablemente le darían espacio a un grupo que solo últimamente Israel le ha estado dando importancia, que son los muy importantes clanes familiares, que todo indica que le han perdido confianza tanto a la AP como a Hamas. Estos clanes o lealtades tribales anteceden con mucho a la creación de los Estados modernos que se hiciera a partir de la presencia de los imperios británico y francés que sustituyeron a los otomanos después de la primera guerra mundial, ya que tienen siglos de existencia con fuerte dedicación al comercio y al tráfico de mercancías (allí se encuentra el origen de los hoy famosos túneles). Algunos tienen sus propias armas como se vio en su participación en el secuestro de israelíes el 7-X. Para estos efectos, es básica la presencia de los países árabes, ya que muchos de ellos han encontrado una fuente de estabilidad para sus países en estos clanes, incorporándolos a su gobernabilidad, como ocurre en Jordania o Arabia Saudita, pero también en la Siria de los Assad y en el Irak de Saddam Hussein.

Israel necesita abordar como elemento de la mayor importancia aquello donde ha fracasado como es el tema de la narrativa, toda vez que importantes medios de comunicación liberales de occidente, parecen haber perdido toda referencia a como se inició esta guerra, olvidándose de los rehenes, y al igual que gobiernos y la ONU se han despreocupado de la violencia sexual contra mujeres judías. En otras palabras, no hay explicación suficiente de porque siempre se le pide concesiones solo a Israel, pero nada a Hamas ni a sus patrocinadores como Irán y Qatar.

Este elemento también se da en los diversos relatos que ha impuesto Hamas, pero que a poco andar, han demostrado ser totalmente falsos, tales como la cantidad de víctimas que ha sido revisada a la baja por las propias Naciones Unidas, o el discurso permanente sobre “hambruna” en Gaza, sin que aparezca evidencia al respecto a pesar del tiempo transcurrido, o las acusaciones no probadas de “apartheid” o “genocidio”, a pesar de las resoluciones donde la Corte Internacional de Justicia ha dicho que no encuentra evidencia, ya que el genocidio es un delito totalmente tipificado en derecho internacional, o por último, tantas afirmaciones desmentidas por la verdad acerca de masacres que nunca existieron en lugares que Hamas capturó, como por ejemplo hospitales y escuelas, donde Hamas cometió crímenes contra su propio pueblo, solo que simplemente no se difunden. Al respecto, los medios de comunicación en general no han usado a Israel, sino que han utilizado a Hamas como fuente, no importando su descredito o falsedad.

Y, por cierto, la judeofobia antisemita es un factor, pero no sirve como explicación ya que es algo que ha existido siempre al ser la fobia más antigua de la humanidad, que hoy se recrea con el argumento que quienes odian no serían antisemitas, sino solo “anti sionistas”, actualizando lo que antes atacaba a la religión como “deicidio” y posteriormente, la utilización de la “raza” por parte de los nazis.

El tema no es que existan estos grupos, sino que Israel debe combatir mejor sus efectos e impacto, ya que hasta el momento ha fracasado en este aspecto, no siendo suficiente la existencia del odio, sino que debe combatirse de mejor manera, desde el momento que ha terminado complicando las posibilidades de éxito en Gaza. Hamas esta debilitado, pero no ha desaparecido. Ha perdido la mitad de sus milicianos y ahora ha cambiado su forma de enfrentar a Israel, ya que lo hace más bien como guerrilla volviendo a los lugares de donde había sido expulsado, para controlar a la población que allí vive. Todo indica que no desea desaparecer, y se está reinventando como grupo terrorista, tal como ocurrió con ISIS o Al Qaeda.

El ministro de Defensa israelí Yoav Gallant visita el norte de Israel, (Europa Press/Contacto/Ariel Hermoni/Israel Mod)
El ministro de Defensa israelí Yoav Gallant visita el norte de Israel, (Europa Press/Contacto/Ariel Hermoni/Israel Mod)

Israel deberá, por lo tanto, atacar todo intento de reconstitución de Hamas y el éxito se medirá por su capacidad para evitar ese escenario, como también que no tenga un rol en el gobierno futuro de Gaza, pero para enfrentar a Hezbollah en El Líbano y sobre todo a Irán, además de lo estrictamente militar, Israel debe mejorar mucho esos otros aspectos mencionados como lo político, lo comunicacional. lo jurídico en tribunales internacionales, y hacerlo desde ya, sin pausa y sin demora, con mejor uso de recursos y tiempo que lo que ha logrado hasta este momento.

Y en cuanto a la judeofobia antisemita, siempre me ha llamado la atención que en el Holocausto participaron no solo alemanes o austriacos (por mucho que estos últimos prefieran presentarse como lo que también son, es decir, victimas), sino también “voluntarios” de países ocupados y no ocupados. Al respecto, emblemática fue la Brigada 110 de voluntarios polacos, con demasiada edad para participar en un rol bélico, por lo que estos comerciantes y profesionales de ciudades vecinas, dedicaban tiempo en la semana para “colaborar” en campos de exterminio, o lo ocurrido en Vichy, donde solo franceses participaron en al menos una entrega de judíos franceses a la Francia ocupada, sin la participación de alemanes, salvo quienes los recibieron antes del día D.

De esos ejemplos surge la opinión de que solo la existencia de Israel es garantía que no se va a repetir, razón adicional por la que Israel no puede perder ninguna guerra, y también, porque el tema es hoy de la suficiente gravedad, en Europa y EE. UU., como para necesitar un mejor desempeño del estado judío y de las comunidades judías locales en este esfuerzo.

En la guerra, viene ahora el Líbano, un estado que fue ejemplo en el mundo de multiculturalismo y que el yihadismo e Irán lo han transformado en estado fallido, casi del todo olvidado el hecho que fue creado para proteger a la población cristiana de la región, numéricamente decreciente. A pesar de que ha ganado las guerras que le han sido impuestas, Israel no debe olvidar que lucha contra Irán, desde 1979 decidido a destruirlo, y que hoy lo ataca con proxis desde Gaza, El Líbano, Yemen, Irak, Siria, y su propio territorio.

Ninguno de ellos quiere paz, ninguno llegar a acuerdos, ya que para ellos el problema no son territorios más o menos, sino la existencia misma del único estado judío.

@israellzipper

-PhD. en Ciencia Política (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona).

Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)

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