Con los resultados electorales del último domingo, podemos verificar que existe una tendencia clara en la población europea: las ultraderechas no han concitado las victorias que se proponían. Los sentimientos europeístas son los que primaron, en los partidos de derecha o conservadores, ganadores, y en los de tinte socialista o progresista.
No sería difícil ver que estas victorias tienen una multi causalidad clara; no desarrollaré el tema de la migración y sí el tema de la producción.
Europa está muy atrasada en la agenda mundial de tecnología, esta agenda es liderada por Estados Unidos y secundada por China.
Hoy Europa tiene necesidad de consumir estas tecnologías importándolas, pero lo que es más grave, hoy importa materiales y bienes que compiten directamente con la producción europea y naturalmente merman sus empleos.
Por otro lado, Pekín necesita fomentar más su mercado de exportación hacia Europa; su balanza es favorable, pero es necesario aumentarla.
Europa, a su vez, está preocupada con las subvenciones que Pekín hace a sus industrias, que nunca dejan de ser públicas, pero que compiten con su producción.
La agenda legal ambiental de Europa no deja y sanciona a empresas que no tienen los controles necesarios para producir en condiciones medioambientales óptimas, sabemos que en ese caso Pekín es más dúctil, lo que abarata los precios.
Pero además, las leyes laborales europeas son mucho más incidentes en el precio que las de las empresas chinas, logrando estos dos aspectos un coctel muy pernicioso para la producción europea.
Varios estudios llevados desde la propia Unión Europea hablan de dumping en las baterías de litio, los paneles solares y los autos eléctricos.
Lo insólito de este proceso de ”Agenda Verde” es que para alcanzar a sus parámetros va a ser necesario importar estos insumos desde China, que no tiene los controles compatibles hacia un correcto tratamiento del medio ambiente.
Es que Europa no logra plasmar que el derecho del trabajo y los derechos medioambientales son mundiales.
El caso más patente es el de Francia, donde su mascota para estas Olimpiadas es un gorro frígido que no pudo ser hecho en su totalidad en el país y tuvo que ser importado de China.
El otro elemento de la multicausalidad de los comicios del domingo pasado es la guerra en Ucrania. Muchos europeos ven la guerra muy cerca de sus casas y verifican que sus países están en falta con las partidas que deberían haber dispuesto para la OTAN.
Para peor, Pekín cometió un gran error diplomático, haciendo que Xi Jinping haya visitado, primero a Francia, pero luego, y en forma compensatoria, a Serbia y Hungría, dos países cercanos al régimen ruso. El gesto y el simbolismo de ese viaje fueron muy claros.
Además, el mundo sabe que Pekín compra el petróleo ruso, le exporta materiales y especialmente sirve de puente para burlar el bloqueo, lo que le da sustento al régimen ruso y a su guerra.
Si además analizamos la posibilidad de que Trump gane las elecciones de noviembre en Estados Unidos, veremos otro factor de riesgo para Europa. Trump nunca fue ni Atlantista ni gran amigo de soportar militarmente a la OTAN.
Europa necesariamente tiene que buscar su camino propio, avanzar en una agenda común en defensa, en tecnología y autosustentabilidad de su Agenda Verde, si no será siempre dependiente de la producción china y del atlantismo.