El fiscal de Nicolás Maduro, Tarek William Saab, no escatima esfuerzos a la hora de crear montajes para enlodar a inocentes en relatos conspirativos. Maduro tiene tres objetivos: fracturar a la oposición, frustrar al pueblo y sembrar miedo; es lo único que le queda en el repertorio, porque no tiene cómo ganar unas elecciones limpiamente.
En ese sentido, apela a su abogado de confianza para que se valga de la lucha interna por poder de la dictadura para incriminar a opositores. El modus operandi es el mismo: torturar detenidos para construir testimonios incriminatorios que les sirvan para shows televisivos que no convencen a nadie. Cada acusación que hacen es más forzada que la anterior; salen a vincularme tanto a mí como a otros dirigentes y periodistas con el testaferro de Tarek El Aissami.
Cuando primero fueron ellos quienes protegieron durante años a Tarek El Aissami, desestimando los cargos que la justicia internacional levantaba contra él y su entorno. Todavía no explican dónde estuvo El Aissami el último año y mucho menos rinden cuentas sobre el paradero de los 23.000 millones de dólares que se robaron de PDVSA.
Este es un régimen absolutamente corrompido y podrido desde adentro; son tantos los escándalos de corrupción en estos años que hemos perdido la cuenta. Si contabilizamos los más emblemáticos como Pdvsa-cripto, Pudreval, CVG, Agropatria, Sidor, Cadivi, FONDEN, Plan Bolívar 2000, los fondos en Andorra y Suiza manejados por exfuncionarios y el desfalco del sistema eléctrico, podríamos totalizar más de 200.000 millones de dólares saqueados al país. Hay investigaciones que indican que el desfalco total de estos 25 años podría estar en el orden de los 500.000 millones de dólares. Una cifra alucinante.
Entonces, ¿dónde están los responsables de este robo masivo? ¿Por qué en el caso de El Aissami detienen a unos y a otros no? ¿Por qué no dicen toda la verdad sobre el dinero robado? La realidad es que la dictadura no está llevando ninguna guerra contra la corrupción; solo es una parodia que utilizan para pasarse factura unos a otros y meter miedo. Si de verdad quisieran combatir la corrupción, entonces deberían poner presos a todo el círculo de Maduro.
Lo que está a la vista no necesita anteojos: Maduro y su cúpula corrupta están frente al mayor desafío que hayan enfrentado. Saben que están perdidos, que no pudieron imponer al candidato opositor, que hoy cualquier estudio de opinión le da al candidato de la Unidad, Edmundo González, al menos 20 puntos de ventaja sobre Maduro y que los propios gobiernos de izquierda en la región le están pidiendo que piense seriamente en la idea de una transición pacífica del poder.
Maduro atraviesa una tormenta perfecta. Un país animado y esperanzado por un cambio político, dispuesto a luchar como nunca antes como expresan las imágenes de la gira de María Corina Machado por Portuguesa, Falcón, Zulia y Trujillo; una comunidad internacional presionando y exigiendo democracia y una fractura interna en el corazón de la dictadura. No tiene manera de ganar el 28 de julio en las elecciones presidenciales, incluso en estas condiciones electorales bastante desequilibradas para la oposición.
Por eso todos los días están inventando conspiraciones, por eso todos los días están deteniendo a personas cercanas a María Corina y a los partidos de la Plataforma Unitaria, por eso están fabricando estos guiones paranoicos. La verdad es que eso es lo único que le queda a Maduro: la fuerza bruta.
A los venezolanos no nos queda otra que seguir adelante, enarbolando una sola consigna: “unidad y voto”. Las próximas semanas y horas serán difíciles para el país, porque Maduro hará cosas verdaderamente atroces y violentas para tratar de fracturar a la oposición y desesperanzar al pueblo, pero lo importante no es lo que la dictadura haga, es lo que nosotros hagamos.
Unidad y voto.