Más de un cuarto de los habitantes de la tierra acudirán a las urnas este 2024, pero salvo Estados Unidos en noviembre, ninguna elección es más relevante que la de Taiwán este sábado 13 de enero, ya que el resultado puede repercutir directamente en la actitud de China, más conciliadora si gana la oposición y de incremento de la presión sobre la isla, si lo hace el oficialismo. En otras palabras, si avanza la unificación o el independentismo, si Taiwán es provincia china u otro país.
Se votará allí como también en India, Rusia, Ucrania, México, solo por citar algunos países. Se votará en democracia como también en países que no lo son, algunas elecciones serán legitimas y otras no reunirán grados suficientes de libertad. En algunas habrá sorpresas, en otras solo la ratificación del gobernante autoritario. En las que son democracias, las alternativas irán de derecha a izquierda como también entre populismo y liberalismo.
Sin embargo, Taiwán es una elección diferente a las otras.
Antes, la isla fue la Formosa del imperio portugués, pero no hay duda de que en 1949 era parte del territorio chino, cuando en el continente, Mao derrotó al Kuomintang, y dos millones de ellos se instalaron encabezados por el Mariscal Chiang Kai-shek, y en un problema incluso hoy no del todo resuelto, se impuso a la población nativa la obligación de ser chinos, lo quieran o no.
Los japoneses se habían ido, pero ahora llegaron los perdedores de la guerra civil, que gobernaron Ley Marcial mediante, ley que rigió por décadas. Fue un empate más de la guerra fría, ya que ambos, nacionalistas y comunistas argumentaban ser los gobernantes legítimos, tanto de la isla como del territorio continental, aunque con el paso del tiempo, cada vez fue más evidente que era mayor el peso de Beijing y la Republica Popular.
Por décadas fueron dictaduras, tanto el totalitarismo maoísta como Taipéi, que además tuvo un gran desarrollo económico a partir de la década de los 60 como integrante de los llamados tigres asiáticos. Mientras gobernó el Mariscal Chiang fue así, aunque con el transcurso del tiempo fue solo autoritario, para que después de su muerte se evolucionara hacia la democracia, lo que se aceleró cuando el Kuomintang fue derrotado en las urnas. Hoy, el Partido Democrático Progresista (DPP) está en el poder con la primera mujer presidente, Tsai Ing-wen, quien no puede reelegirse, pero al cual las encuestas le dan ventaja de todas maneras.
En la actualidad, la República de China o Taiwán es un país de libertades, plenamente democrático, y este sábado se enfrentan ambos, además que, en forma novedosa, los votos de un tercero pueden ser decisivos, es el Partido Popular Taiwanés (TPP), encabezado por un exalcalde. A partir de sus primeras elecciones directas en 1996, Taiwán ha celebrado siete rondas de elecciones presidenciales con tres cambios de partido gobernante, por lo que tuvo éxito en su transición del autoritarismo a la democracia.
Antes no lo era, y a partir de la visita de Nixon a Beijing en 1972 y su notable transformación en un gigante económico, y, sobre todo, de que Estados Unidos lo reconociera como el único y legitimo representante chino, incluyendo el asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, hubo un acuerdo tácito que existiría una oficina de representación diplomática de Taiwán, pero que no tendría las características de una embajada. También, que Estados Unidos garantizaría su defensa y que la China continental no haría nada para alterar esta situación.
Funcionó durante décadas, mientras EEUU fue la indisputada superpotencia del mundo. Comenzó a cambiar a medida que EEUU perdió la voluntad de ejercer ese poder y el resto del mundo se dio cuenta. También, en este siglo China priorizó su cuarto y último proceso de modernización, el de sus fuerzas armadas que hoy es imparable. Desde entonces, Beijing ha incrementado su agresividad, prácticamente coincidiendo el 2022 la mal aconsejada visita de Nancy Pelosi a Taiwán y muy poco después, el Congreso del Partido Comunista, consagró el proyecto geopolítico de que China reemplazaría este siglo XXI a Estados Unidos como el principal superpoder del mundo. Fue la misma cumbre partidaria donde Xi Jinping sustituyó con su dictadura personal a la colectiva que había estado presente desde la muerte de Mao.
En otras palabras, somos testigos tanto del incremento del poder chino como de la agresividad hacia Taiwán. De ahí la importancia de esta elección, ya que de ganar el actual partido (DPP) se ratificaría la línea democrática, que además tiene la característica que desde hace años sus candidatos son nacidos en la isla, se sienten taiwaneses y sus deseos apuntan a la independencia, lo cual es totalmente inaceptable para Beijing.
Salvo la retórica no han dado ningún paso hacia la independencia, pero la agresividad y las amenazas militares apuntan a disuadirlos de ejercer ese derecho. Sin embargo, de ganar el Kuomintang, los hijos y nietos de los enemigos de la guerra civil son mucho más aceptables para China continental, ya que siguen manteniendo en un 100% la ficción que solo hay una China, y al igual que el Mariscal piensan que ellos son los herederos, y que algún día reemplazarán en el poder a los comunistas.
No lideran los sondeos, pero el Kuomintang espera un triunfo, ya que ha penetrado el temor en algunos sectores de votantes ante la actitud belicosa de China continental, y de ganar, el resultado sería recibido con satisfacción en Beijing, que quizás inicie negociaciones, reduzca el cerco de todo tipo que ha establecido sobre la isla, y sobre todo, confirme una actitud de creciente indiferencia sobre lo que en el extranjero, y específicamente en Washington se opina sobre un asunto que ellos consideran estrictamente chino.
Es decir, una actitud de autoafirmación de su poder creciente, que no desea ser contenido por Estados Unidos, y, por el contrario, señala que, durante la mayor parte de su existencia milenaria, China ha sido más poderosa que Occidente, lo cual es cierto, pero le agregan que lo que ahora está pasando es simplemente justicia y reparación de una dependencia que sienten abusiva hasta la aparición de la República Popular en 1949.
Bajo Xi, se han movido hacia el nacionalismo, de la legitimación económica a la geopolítica, y parecen estar disfrutando su nuevo estatus. Taiwán es crecientemente un tema de distanciamiento con occidente en general, y con EEUU en particular, y, de ganar el Kuomintang, lo más importante para Beijing es que sus antiguos enemigos de la guerra civil siguen manteniendo lo que más le interesa a Xi y al Partido Comunista, que hay una sola China.
Para ellos, un posible triunfo seria visto como un problema chino resuelto por ahora por otros chinos, y en las condiciones de cuasi confrontación que se vive en esa parte del mundo, como un triunfo. Es, por lo tanto, quizás la contienda electoral más importante de la historia de Taiwán, aunque muchos medios occidentales al parecer han ignorado su trascendencia.
Una demostración más de la paciencia china y de una cultura política que llevó a Zhou Enlai a responder que era demasiado pronto para tener una respuesta, cuando Henry Kissinger le preguntó sobre la revolución francesa. Esa respuesta, representa perfectamente el equivalente a hoy China vista por los chinos en vez de por los occidentales, Es el cemento confuciano lo que le da una fuerza distinta a lo que fue la URSS, lo que junto a su fortaleza económica la hace un rival totalmente distinto, compacto y sólido, el que, en la visión conceptual del historiador francés Fernando Braudel, sería un caso notable de historia larga, de presente construido sobre un pasado milenario.
China hoy rechaza la “contención” que quiere aplicarle Estados Unidos, en imitación a la estrategia que diera resultado contra la ex Unión Soviética. No le gusta, ya que le parece que no respeta suficientemente lo que es China hoy, cuyo ascenso no debiera ser detenido, ya que China solo estaría siguiendo la senda de las modernizaciones definidas por Deng Xiaoping en 1979. La meta ya estaría definida, es el reemplazo de Estados Unidos, y para lo cual estoy convencido que tienen como fecha el 1 de octubre del 2049, por ser el centenario de la fundación de la República Popular China por Mao Zedong.
Por lo demás, el camino que están siguiendo no está oculto para todo aquel que lo quiere ver, ya que no es otro que seguir paso a paso lo que EEUU hizo para desplazar a Gran Bretaña al despuntar el siglo XX.
Por lo demás, es una China que ve como un verdadero regalo que la guerra de Ucrania le haya entregado en bandeja a Rusia, todavía importante aprovisionador de sus fuerzas armadas, además, poder nuclear con la voluntad de usar esa fuerza en forma táctica. Para Beijing es un hecho de proporciones históricas, ya que anteriormente, bajo los zares y el comunismo, fue su rival. Hoy, es su dependencia y disminuida, en otras palabras, el equivalente a la Europa de China.
Es una China que roba tecnología, y que por razones comerciales y de dinero, tiene importantes apoyos en EEUU, no solo Apple y las grandes transnacionales, sino también Hollywood, la NBA, y las universidades de elite, rendidas ante las generosas cantidades de dinero chino. Todo un problema de seguridad nacional, que Washington se resiste todavía a verlo como tal, es decir, no un socio, sino un rival en todo el sentido de la palabra.
La raya para la suma es que China es un rival distinto a lo que fue la URSS en el siglo pasado, y ya debe haber tomado nota que en Ucrania las sanciones fracasaron en detener la maquinaria bélica rusa, y, por el contrario, hoy parecería que le está ganando la guerra en territorio ucraniano a la OTAN, sanciones que cuando se les aplican a ellos les irritan, porque consideran que la ley estadounidense no debiera aparecer, toda vez que no reconocen que sea legitima en derecho internacional.
Crecientemente, seria cada vez más claro que China y EEUU no son socios sino adversarios, rival que cree, además, que el sistema internacional del cual tanto se ha beneficiado, no es del todo legítimo y lo quiere reemplazar, por uno en el que su dominio sea evidente, quizás como el caso de los BRIC, donde lo único seguro es que no hay lugar para ningún liderazgo de Washington.
Donde China continental no oculta sus ambiciones y desea que todos se enteren de ellas, es en la prensa en ingles que controla, no solo en Hong Kong, no solo la escrita, sino toda la variedad que ofrecen internet y las redes sociales, además de la ayuda que TikTok le entrega a esa estrategia,
A todo nivel, es cada vez más trasparente el deseo chino de ser de ser la principal superpotencia, ya que su lenguaje hoy se expresa más en términos geopolíticos y menos, en términos económicos, al parecer, etapa ya superada, nave que ya abandonó el puerto. A veces, allí expresa su molestia con sanciones y otras formas de lo que considera como irrespeto, quizás la razón por la que durante algunos meses no quiso reuniones a alto nivel, ni de militares ni entre mandatarios, y fue EEUU el que insistió una y otra vez, enviando todo tipo de misiones de alto nivel para (re)establecer contactos regulares a ese nivel.
No es algo de solo ahora, si es un tema en que China crecientemente tiene los medios y la voluntad para actuar con la agresividad con la que hoy lo hace. Que no es de ahora, tengo una evidencia personal, ya que China puede sorprender al visitante en más de una forma. El 2005 viajé a Shanghái a una conferencia anual del Comité de Fuerzas Armadas y Sociedad de la International Political Science Association y la ciudad estaba llena de gigantografías y en inglés para que el extranjero se diera cuenta, agradeciendo la visita de una delegación del Kuomintang taiwanés. Eran muy bienvenidos los antiguos enemigos, siendo lo único importante que ambos pensaban que había una solo China en contra de los independentistas, hoy en el poder.
Ese hecho también fue respaldado con una inauguración sorprendente para un simple encuentro académico, toda vez que nada menos que un expresidente del país y encargado de la comisión militar del partido lo inauguró. Le escuché que entre las misiones de los militares estaba la estabilidad del país, que explicado por él tenía sentido adicional por el caos creado por la Revolución Cultural. Es también la diferencia de China vista por los chinos antes que, por los extranjeros, una realidad a la cual crecientemente el mundo exterior tendrá que acostumbrarse, y si alguna duda existía, creo que los chinos hicieron un gesto que para ellos tiene mucho sentido, y que pasó relativamente desapercibido en occidente. Nada menos que pusieron fin a la llamada Diplomacia de los Pandas al negar su continuación en los zoológicos donde se inauguró en los 70, con el regalo de estos valiosos y escasos ejemplares.
Hoy no sabemos que deparan los próximos años, pero es evidente que hay incapacidad para entenderse mutuamente y se necesita la guía de nuevos conceptos, ya que Beijing no está satisfecho con el estatus quo, lo que pone en peligro la paz. De partida, se carece de líneas rojas en suficiente número, ya que nosotros sabemos cómo reaccionan ante Taiwán, pero ellos desconocen el equivalente para Estados Unidos, quizás porque Washington no se los ha dicho.
La Casa Blanca pareció tener total claridad en cómo actuar con Rusia en Ucrania, pero no la tuvo con China en algo menor como los globos espías. No solo influye el creciente poder chino, sino por lo que aparece en su prensa en inglés, a EEUU se la crítica diciendo que lo que propone es solo de interés para ellos, pero no para Beijing, tal como estaría pasando con el cambio climático.
Las divisiones internas de EEUU hacen que Beijing huela debilidad. Sin duda, todavía EEUU es el número 1, pero las últimas décadas muestran que las distancias se reducen año a año, realidad que no es cambiada por el actual deterioro de los indicadores económicos chinos. Por su parte, la militarización que Beijing ha hecho del Mar de China, al transformar a simples roqueríos en pistas de aterrizaje, a pesar de fallos en contra de la Corte Internacional de Justicia, muestra la voluntad china de prepararse para la guerra si no contra EEUU, al menos para invadir Taiwán.
¿Se está preparando Washington? No hay seguridad. Y ese es el principal problema para confrontar a China. Beijing carece de dudas, pero Estados Unidos parece estar lleno de ellas. Y sin creer en sí mismo, sin unidad interna, difícilmente el país va a poder liderar a la parte del mundo que le es cercana.
No sabemos qué va a pasar en algunos días más en la elección taiwanesa. Tampoco en noviembre en Estados Unidos, pero la principal batalla previa que tiene ante sí, para poder conservar el centro de la principal superpotencia, es la de unir su casa, hoy dividida por su guerrilla interna, la de sus tribus culturales.
Sin recobrar mínima unidad de propósitos, no es mucho, salvo esa guerra que nadie desea, que EEUU puede hacer por Taiwán, al estar perdiendo disuasión.
@israelzipper
PhD en Ciencia Política (Essex), Licenciado en Derecho (Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)