Durante las celebraciones de su centenario, Henry Kissinger indicó que su más importante proyecto era finalizar un libro sobre el siglo XIX ya que, en este periodo, se habrían incubado los grandes conflictos del siglo XX. En su opinión, los avances tecnológicos alcanzados en el siglo XIX habían creado profundos desequilibrios en las relaciones políticas y económicas de Europa y Estados Unidos, sentando así las bases para el nacimiento del nacionalismo; las apetencias de control territorial y el surgimiento de grupos de presión que representaban intereses concretos al interior de cada estado nación.
Para Kissinger, el tránsito de la sociedad rural a la sociedad manufacturera había destruido los puntos de referencia de la población al sustituir a la comunidad por la sociedad. En la primera, los individuos se encontraban inmersos en una densa red de relaciones personales ancladas fundamentalmente en el parentesco y los diarios contactos directos que caracterizan la realidad de pueblos pequeños y cerrados. No existían normas escritas. Cada persona estaba unida la resto de la población por una red de interdependencia recíproca que cubría desde la vida en familia hasta las relaciones laborales y los festivales comunitarios.
En contraste, la sociedad que emerge de la Revolución Industrial despersonaliza las relaciones entre individuos, crea un marco normativo para regular su conducta con circuitos para administrar esas normas, y reduce los niveles de interdependencia entre individuos que deben ahora agruparse para alcanzar fines.
Al no haber vínculos de interdependencia, las redes de solidaridad social se desvanecen. Aparecen tensiones sociales al interior de los estados nación al tiempo que el comercio crea incentivos para el control de territorios. Esta transición de comunidad a sociedad que dispara la Revolución Industrial provocó conflictos económicos; la emergencia del proteccionismo; la ocupación de territorios y la implosión de más de un estado nación en las postrimerías del siglo XIX y los comienzos del siglo XX.
Siguiendo esta lógica, el impacto de la Revolución Digital sobre la sociedad que emerge de la entrañas de la Revolución Industrial podría llevar al mundo a un conflicto mayor, capaz de destruir el progreso alcanzado en los últimos dos siglos en términos de salud, de educación y de democracia.
Signos de que este podría ser el destino al que se acerca la humanidad abundan. Los estados nación están desgarrados políticamente ante la emergencia de grupos identitarios que reclaman para sí un nuevo orden legal sin importarles si este deja de ser imparcial. Ante la imposibilidad de alcanzar los índices de productividad de China, los países han adoptado medidas proteccionistas ante esa nación y cualquier otra que sea igual de competitiva. Otro signo inquietante es la emergencia de actores como el crimen organizado transnacional, que tienen acceso a flujos financieros de gran magnitud que les permiten actuar de manera independiente neutralizando con frecuencia la efectividad de los estados nación. Y desde luego, está el impacto disruptivo de las tecnologías de la información, que han facilitado el acceso a la creación y distribución de contenidos no editados.
Así, las ideas más equivocadas y las noticias falsas han sacado de circulación a los contenidos sólidos y las verdaderas noticias creando las condiciones para que muchos individuos emprendan cruzadas políticas contra los cimientos de los estado nación, debilitándolos y abriendo las puertas a la anarquía y el caos. El genio tecnológico también ha empoderado a los agentes del caos como son los grupos terroristas del mundo hoy aliados del crimen organizado transnacional.
Para finalizar, la globalización ha debilitado enormemente la red de instituciones de control creadas para regular las relaciones entre estados luego de la Segunda Guerra Mundial, haciéndolas inoperantes para prevenir o resolver conflictos.
Este escenario no solo recuerda los sucesos del siglo XIX, como bien lo apuntara Henry Kissinger, sino que constituye una suerte de pastizal seco que envuelve las llamas del conflicto del Medio Oriente. Esas llamas fácilmente pueden trasladarse al resto del mundo, iniciando una aventura bélica global de consecuencias inimaginables.