Chillido es una palabra fuerte, descrita como “sonido inarticulable de voz aguda y desagradable, de elevado volumen, que emiten personas o animales generalmente en situaciones de dolor o desesperación”.
El término calza para calificar la estridente reacción del jefe de Estado colombiano Gustavo Petro ante el triunfo de Javier Milei, nuevo presidente de Argentina, asi como los histéricos comentarios de los lideres del socialismo del siglo XXI cargados de insultos y calumnias
El exguerrillero ha dicho que el resultado electoral “es triste para América Latina”; y antes sostuvo que el libertario “nos regresa a Pinochet y Videla”, argumento que hoy repite el mexicano López Obrador.
Petro se encuentra afectado porque la encuesta de Datexco (noviembre de 2023) le otorga 29 % de aprobación y 64 % de rechazo, cifra reflejada en la rechifla que recibió durante el partido de fútbol de su selección contra Brasil.
Sin duda, seguirán nuevos ataques, cada vez más punzantes, porque ha sido electo uno de los más potentes enemigos del chavismo.
Por ello, Maduro ha reaccionado desbocadamente al manifestar que “en Argentina ganó la extrema derecha neonazi que pretende liderar un proyecto colonial para Latinoamérica”.
Recordemos que, con anterioridad, Milei sostuvo que “Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel son dictadores, narcotraficantes y terroristas. En sus países no existen los derechos humanos y la pobreza es del 90 %. Los opositores son secuestrados, torturados y asesinados. Recibirlos en Argentina sería una vergüenza internacional”.
También expresó que “Cuba es una cárcel y los Castro - Fidel y Raúl - unos asesinos”.
La cancha política, pues, se encontraba marcada hace largo tiempo y no dudamos de que el régimen de Milei pondrá en evidencia las fechorías del chavismo, acostumbrado a atacar fieramente a sus críticos, pero no a que los cuestionen y menos ataquen.
El triunfo de Milei, además, reconfigura la geopolítica regional en circunstancias que los gobiernos de izquierda se desploman.
En el Perú, Castillo está preso por golpista y corrupto, mientras su partido, Perú Libre, está en agonía.
En Bolivia, el presidente Arce y Evo Morales se autodestruyen imputándose vínculos con el narcotráfico y el Movimiento al Socialismo, se encuentra erosionado.
En Venezuela, Maduro no puede ocultar el desastre de su gestión, cargada de pruebas por corrupción y crímenes de lesa humanidad. Se lo recuerdan, en físico, casi 8 millones de venezolanos que migraron por falta de empleo, comida, atención sanitaria y seguridad.
Ahora el dictador llanero ha pasado a la esquizofrenia porque las encuestas de opinión proyectan que la socialdemócrata María Corina Machado (MCM) casi lo cuatriplica en intención de votos para los comicios del próximo año, de 43.2 % a 12.1 %, según Meganálisis de agosto, y 47.2 % a 13.5 %, de acuerdo a ORC Consultores de septiembre, respectivamente.
Ante la evidencia de una catastrófica derrota, Maduro ha sacado la chaveta y usado a la Contraloría para inhabilitar a MCM, a pesar de que esa es una atribución exclusiva de los jueces de acuerdo al artículo 65 de la Carta Magna.
Otro dato interesante es que en Ecuador el correísmo perdió las elecciones presidenciales frente al conservador Daniel Noboa y en Nicaragua el sátrapa Daniel Ortega ha tenido que cerrar templos, confiscar los bienes de la Iglesia, clausurar medios de prensa y deportar a centenares de sus compatriotas, previo retiro de la nacionalidad. Una represión indiscriminada y letal que ha provocado que 605 mil nicas –9 % de la población– se traslade a Costa Rica.
El trabajo político de Milei anuncia ser doble. De un lado, compactar a las corrientes democráticas del hemisferio para contrarrestar al Gobierno de Lula, al poderoso Foro de São Paulo y a Cuba. De otro lado, levantar la voz en defensa de detenidos, torturados y asesinados por las dictaduras de izquierda. Imaginamos que en cada evento internacional o a través de sus embajadores en la ONU y la OEA, el bloque izquierdista será desnudado en sus actos de barbarie y corruptelas.