El pecado de hacer las cosas bien

La visita del presidente de Uruguay a Xi Jinping y la libertad responsable

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Luis Lacalle Pou, presidente de
Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay (Europa Press)

En la última Asamblea de la ONU el presidente Luis Lacalle Pou se refirió en su alocución a algunos aspectos que caracterizan al país y lo contrasta con el gigante asiático, al cual también visitará en pocos días.

Luis Lacalle Pou realizó varias referencias a lo que es en su opinión la realidad mundial. Realidad en la que “no se aplica la misma vara a las grandes potencias que a los países pequeños”. Sin perjuicio de ello, el Presidente culminó mostrándose confiado y teniendo una visión optimista y positiva de la humanidad.

Creo que este es un buen momento para frenar y comparar estos dos países y sus realidades desde el punto de vista de la tecnología y del manejo de la pandemia.

Desde el punto de vista de la tecnología, la idea del Presidente Lacalle Pou es de estar “convencidos que la tecnología de la información es integradora del desarrollo del pueblo”, en eso coinciden los últimos gobiernos tanto del Frente Amplio (partido de izquierda) como de la Coalición Republicana, que actualmente gobierna el país

En Uruguay el pueblo goza de una democracia plena y estable. Por ello mismo de acuerdo al Presidente Lacalle, “los uruguayos practican la muy preciada libertad responsable”.

Sobre este punto podemos ver un claro contraste con Beijing y su régimen de uso de las tecnologías para los adolescentes y adultos, los cuales, son autorizados para uso de la misma de forma fraccionada. Dependiendo de su edad, se les audita y habilita la visualización de determinados contenidos, llegando al punto de que, si los usuarios no tienen el comportamiento adecuado, se le retiran la posibilidad de uso de las plataformas

Beijing aplica, además, un sistema de puntos a sus ciudadanos que califica su comportamiento frente al gobierno. Este mecanismo no solo impacta en la posibilidad de muchos jóvenes de inscribirse en lugares públicos tales como Universidades o aplicaciones para el uso del transporte público, sino también en las empresas de tecnología de la información, las cuales se ven frente a situaciones imposibles de entender desde el punto de vista de una democracia.

Al margen de ello, al mismo tiempo es importante tomar en cuenta la total y férrea penetración del Estado en la tecnología y de las plataformas de comunicación.

Esta realidad se contrapone en todo sentido con la realidad del Uruguay.

Ahora, tomando en cuenta la era del COVID-19, el Presidente uruguayo contó al mundo la realidad del país, y más precisamente, la realidad que vivimos durante la pandemia en donde “todos [somos] fuimos uno”.

Como fue dicho, lo anterior se contrapone con el férreo régimen de aislamiento y cierre que aplicó Beijing durante la pandemia y en especial en poblaciones que marcan contradicción con el Partido Comunista Chino como la provincia de Xinjiang.

Todos recordamos con tristeza lo que pasó. Puertos cerrados, fábricas de decenas de miles de trabajadores clausuradas, barrios enteros cercados donde no pudieron ni entrar los bomberos.

Esa realidad también se contrapone y se contrapuso en todo sentido con la realidad del Uruguay, el cual, luego de la pandemia, marca un hito en el desarrollo humano, conteniendo al mismo tiempo la inflación y marcando máximos en la inversión.

No es casualidad que hoy Uruguay esté en una de las mayores olas favorables de inversión inmobiliaria y que China se enfrente al mayor caos de la historia de la industria de la construcción de toda Asia con la caída de Evergrande y varias empresas más.

Por ello, es que tiene razón el Presidente Lacalle en esbozar la idea de la “libertad responsable internacional”, en donde no siempre las grandes potencias son ejemplos de libertad, de derechos humanos, de libertad de expresión del pensamiento y de laicidad.

En esa reunión el choque de culturas será importante, pero lo más sorprendente será el choque de valores.

A pesar de que el discurso de la ONU fue culminado con la intención de “alzar la voz contra populismos autoritarios” el Presidente uruguayo se sentará con el líder más autoritario de la Historia de China contemporánea, un fiel opositor a la libertad de expresión y laicidad.

Es hora de que el mundo deje de pensar en China como clave de productos y de precios baratos, y se empiece a visualizar y dar exposición a las condiciones de trabajo, al derecho a la libertad de pensamiento y de las minorías

Es momento de que un Presidente, como Luis Lacalle Pou, que ha cometido el pecado de hacer las cosas bien, se las explique al régimen de Beijing, y que tal como ocurrió en la ONU, levante su voz en pro de los derechos humanos en el gigante asiático.

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