A través de Hezbollah, Irán le bajó el tono a la posible propagación del conflicto en Medio Oriente

El tan esperado discurso de Hassan Nasrallah, jefe del grupo terrorista shia libanés Hezbollah, llegó la tarde del viernes cual si fuera el lanzamiento de una campaña política

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Hassan Nasrallah (Reuters)
Hassan Nasrallah (Reuters)

Luego de escuchar atentamente durante una hora el discurso en vivo transmitido por Al Jazeera del jefe del grupo terrorista libanés Hezbollah, ya no me quedan dudas de que a nadie le interesa que este conflicto se propague, abriendo la posibilidad a una Tercera Guerra Mundial. No es el interés de ningún país en el mundo hoy.

Paralelamente a este discurso, el secretario de estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, se encontraba reunido con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, intentando convencerlo de que declare un alto el fuego, cosa que el premier dejó supeditado sólo a la liberación de todos los rehenes capturados por el grupo terrorista Hamas.

Banderas de Hezbollah (Crédito: Belen Chapur)
Banderas de Hezbollah (Crédito: Belen Chapur)

Si bien todos los países árabes han declarado su apoyo de palabra a sus correligionarios palestinos, ninguno ha ido más allá de sus declaraciones solidarias. Muchos de esos Estados han firmado acuerdos con Israel recientemente, como Emiratos Árabes Unidos y Bahrein. Otros, como Egipto, ya lo habían hecho hace años. Arabia Saudita estaba por hacerlo, algo que temporalmente quedó suspendido aunque no cerrado por completo. Tendrá que esperar que las aguas se calmen.

Si bien todos los países árabes han declarado su apoyo de palabra a sus correligionarios palestinos, ninguno ha ido más allá de sus declaraciones solidarias (Crédito: Belen Chapur)
Si bien todos los países árabes han declarado su apoyo de palabra a sus correligionarios palestinos, ninguno ha ido más allá de sus declaraciones solidarias (Crédito: Belen Chapur)

El tan esperado discurso de Hassan Nasrallah, jefe del grupo terrorista shia libanés Hezbollah, llegó la tarde del viernes cual si fuera el lanzamiento de una campaña política: una pantalla gigante con fondo anderas amarillas con el logo en verde de un rifle Kalashnikov ruso y otros varios objetos como una globo terráqueo, un libro, una espada y una rama de siete hojas. Buena parte del diseño de su bandera fue tomada de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, perteneciente a Irán, que es el país que los financia junto con Qatar. De ahí su color verde, relacionado a la bandera iraní y shia. Lo que se veía alrededor eran edificios de bajo costo no muy bien mantenidos, reflejo fiel de la situcolor tierra y su imagen enfundada en turbante y túnicas negras, fácilmente confundible con un ayatollah más de Irán, y miles de partidarios en las calles agitando sus bación económica y política que hoy atraviesa Líbano, un pueblo sumido en la pobreza, con altos niveles de inflación, con una clase dirigente que deja mucho que desear, altamente corrupta, y una explosión hace un par de años que destruyó gran parte del centro, que era la zona que alguna vez se conoció como la París de Medio Oriente.

Banderas de Hezbollah (Crédito: Belen Chapur)
Banderas de Hezbollah (Crédito: Belen Chapur)

Explosión atribuida a un arsenal guardado en el puerto del propio Hezbollah. Líbano es tan sólo un ejemplo más de cómo una clase dirigente corrupta y fallida puede llevar a un país que alguna vez fue muy rico, al borde de un abismo. Para colmo, una población para la cual el enemigo común es Israel, algo muy conveniente en estos momentos de caos económico por los que atraviesa el país para distraer a su población aun con un problema mayor, tiene el temor de entrar a una nueva guerra.

El tan esperado discurso de Hassan Nasrallah, jefe del grupo terrorista shia libanés Hezbollah, llegó la tarde del viernes cual si fuera el lanzamiento de una campaña política (Crédito: Belen Chapur)
El tan esperado discurso de Hassan Nasrallah, jefe del grupo terrorista shia libanés Hezbollah, llegó la tarde del viernes cual si fuera el lanzamiento de una campaña política (Crédito: Belen Chapur)

En su discurso, Nasrallah exculpó tanto a Irán como a los servicios secretos de Israel diciendo que Hamas llevó adelante la operación en un secretismo total, cosa difícil de creer en la era de la Inteligencia Artificial, la tecnología y los espías de todos bandos y colores esparcidos por todos lados. Sus dichos son políticamente correctos de aseverar para dejar a Irán fuera de todo esto y evitar que el conflicto se extienda. También en esta dirección fueron sus palabras de no avanzar más allá de los ataques permanentes que realizan para obligar a las tropas israelíes a tener que dividirse y no dedicar toda su fuerza en Gaza, eso sí, siempre y cuando Israel no se exceda en Gaza. Interesante aclaración, ya que quiere decir que por ahora Israel trabaja dentro de lo esperado y aceptado. Por supuesto, al costado de la pantalla no faltaron inscripciones en árabe referidas al Corán: “Y Él te ayudará contra ellos”, “Él cura los corazones de un pueblo creyente”, “Mártires en el camino a Jerusalén”. La religión utilizada en nombre de Alá para matar que no creo sea lo que dice o manda el Corán, sino una mera interpretación de enajenados radicalizados, ya que hay muchos musulmanes que viven pacíficamente sin querer matar a nadie alrededor del mundo y en esta misma región.

Seguidores de Nasrallah siguen su discurso (REUTERS/Ahmed Saad)
Seguidores de Nasrallah siguen su discurso (REUTERS/Ahmed Saad)

Nasrallah, debo reconocer, es un líder muy respetado en Líbano y hoy su ejército es más fuerte y está mejor preparado que el propio ejército libanés, que ha quedado totalmente desdibujado. En el año 2018 viajé a Líbano y lo recorrí de norte a sur. Vi con asombro cómo buena parte del pueblo libanés abraza a Hezbollah por haberlos defendido en la última guerra con Israel. Y esto hay que saberlo para entender el poder de Nasrallah en su país. Recorrí territorio de Hezbollah en el sur de Líbano donde, por kilómetros, flamean de ambos lados de la carretera sus banderas amarillas. Y cuando uno entra a su territorio, la entrada está marcada con banderas verdes iraníes y carteles con fotos de Ayatollahs iraníes. En las ciudades al sur de Líbano, Sidón y Tiro, hay en lugares alcancías de madera para que la población haga su colaboración con Hezbollah y sea parte.

También pude ver campamentos de palestinos custodiados a su lado por fuerzas de Naciones Unidas. Asentamientos que llevan tantos años que se han mejorado y hoy son construcciones de concreto, y hasta tienen una mezquita, pero están totalmente separados del resto, casi como si fueran un gueto. Al norte del país, en carpas rudimentarias blancas con ruedas de autos sosteniendo las lonas haciendo de techo, están los campamentos de refugiados sirios que tuvieron que huir de otra guerra cruenta que se prolongó más de diez años, donde triunfó finalmente Bashar Al Assad con la ayuda de Irán y Rusia, obteniendo una victoria pírrica, ya que su país quedó totalmente destruido.

Nasrallah se vio obligado a mostrar fuerza, pero con moderación, ya que Irán cumplió su cometido: impedir que sus dos enemigos acérrimos, Israel y Arabia Saudita, firmaran un acuerdo de paz. Ni Irán ni sus vecinos están en condiciones ni quieren que esta guerra en Medio Oriente se desborde, ya que iría contra los intereses de todos. Irán ya tiene sus propios problemas internos que resolver, que han puesto a su gobierno al borde del abismo. Es por eso que tiene que concentrar todas sus fuerzas en seguir reprimiendo a quienes considera rebeldes dentro de su población, que son mayormente jóvenes que ya no aceptan seguir viviendo bajo un régimen obsoleto y opresor, un régimen que mata a sus jóvenes mujeres a palos en la calle por no querer usar el chador; un régimen que logró un importante flujo económico que no está dispuesto a perder por una guerra, gracias a los yuanes que recibe por su petróleo de su gran aliado y quien hoy le pone sus límites por su dependencia, China.

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