Nicolás Maduro recién comienza una nueva gira por los bastiones antioccidentales. Un recorrido que comienza por China, con el propósito de seguir abriéndole las puertas de Venezuela y América Latina a un proyecto geopolítico, cultural y contrario a los derechos humanos y la democracia.
Dicho esto, no deja de llamar la atención que el dictador vaya a China justo en este momento. Maduro arribó a este país días después de hacerlo una alta comitiva de su régimen encabezada por Delcy Rodríguez y el presidente de PDVSA, Pedro Tellechea. Según la agencia de noticias Bloomberg, Rodríguez y Tellechea sostuvieron encuentros en Shanghái con representantes de empresas petroleras chinas para explorar posibles alianzas con PDVSA.
China ha sido un importante socio energético de Venezuela. En el mes de agosto, el 56% de las exportaciones petroleras tuvieron como destino el gigante asiático. Sin embargo, China ha venido disminuyendo sus niveles de compras en cuanto al crudo venezolano, por razones estratégicas, sustituyendo estas por el petróleo ruso que se vende con grandes niveles de descuento (al igual que el venezolano por las sanciones), pero que para China en su juego geopolítico resulta más provechoso para mantener a Vladimir Putin a flote económicamente, en medio de la guerra en Ucrania.
Cuando digo que ha disminuido el peso de China en las exportaciones petroleras, me refiero a que hoy le vendemos el 56% de lo que producimos, pero en 2021 era el 80%. Ese hueco dejado por China ha sido llenado por Estados Unidos, a donde exportamos el 26%. Este número creció a raíz de la licencia emitida a la empresa Chevron para que reactivara exportaciones a Estados Unidos. Sin embargo, para que ese numero pueda continuar creciendo, así como la producción petrolera venezolana (que sigue estancada por falta de inversión), Maduro debe entregar garantías democráticas al pueblo venezolano, para que en el 2024 se celebren elecciones justas, libres y verificables.
La gira de Maduro a China nos ofrece pistas sobre cuáles premisas va a montarse en los próximos meses. Maduro busca retomar la dependencia con China, y reducir la de Estados Unidos, ya que no pretende conceder ningún tipo de contraprestación democrática a los venezolanos. No le interesa levantar inhabilitaciones, tampoco la observación internacional calificada, ni mucho menos un proceso electoral pulcro. Por el contrario, ya piensa en cómo pisotear y desconocer la voluntad mayoritaria de un país cansado de la corrupción, la indolencia y el hambre.
Para nadie es un secreto que Maduro necesita recursos para afrontar el ciclo electoral. Con unos índices de desaprobación tan altos, solo le queda aferrarse a la corrupción para amarrar los apoyos dentro de su círculo político. Por eso, busca nuevamente el salvavidas chino, que le provea recursos en un contexto sumamente complejo. Hay que recordar que el régimen chino le ha dado en préstamos a Venezuela más de 60.000 millones de dólares en estos 24 años, dinero que le ha permitido, primero a Chávez y luego a Maduro, sostenerse financieramente.
La visita de Maduro a China también nos da pistas sobre la agenda geopolítica que se cierne sobre Venezuela y cómo nuestro país es parte de un tablero de ajedrez internacional. El presidente chino Xi Jinping decide no asistir a la cumbre del G20, impidiendo la posibilidad de un encuentro bilateral con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. En paralelo, recibe al dictador Maduro para reforzar sus lazos de cooperación.
La decisión de recibir a Maduro, al mismo tiempo en que se rechaza la invitación de Estados Unidos, demuestra que China utiliza a Venezuela como un peón en su juego geopolítico. Venezuela le sirve para incomodar a Estados Unidos y reforzar su presencia en el continente.
En la misma línea, la representante de la dictadura Delcy Rodríguez se reunió con la expresidenta de Brasil, Dilma Roussef, para discutir el posible ingreso de Venezuela a los BRICS, un bloque de países con una agenda geopolítica claramente antidemocrática y contra los derechos humanos. Recientemente, formalizaron su ingreso a los BRICS Irán, Argentina, Arabia Saudita, Etiopía, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos. Todos países, salvo Argentina, donde no se respetan los derechos humanos.
De manera que los BRICS también se han venido fortaleciendo en su intención de hacerle daño a Occidente y contaminar el mundo democrático de ideas autoritarias. Por lo que esta gira de Maduro va a abonar aún más en ese terreno.
Occidente debe ser consciente de esta realidad y no hacerse la vista gorda como ha venido pasando. Maduro no es Maduro, Maduro es Xi Jinping y el proyecto hegemónico de China. Maduro es Putin y la idea de la gran Rusia. ¿Cómo enfrentar esta agenda? Con determinación hay que pujar para que llegue la democracia en Venezuela con unas elecciones competitivas en 2024. Maduro sabe que está perdido y no tiene apoyo popular, pero pretende mantenerse en el poder, entregando a Venezuela completamente a los intereses de los enemigos de Occidente. Por eso, Estados Unidos no puede caer en el chantaje de Maduro y sus aliados, cualquier negociación que implique el levantamiento de las sanciones, debe conducir a un proceso electoral justo y a la restauración de los derechos humanos.