Allende: el principio y el fin, lecciones para América Latina

La anulación de las libertades económicas contribuyó a ambientar el golpe de Estado. La anulación de las libertades políticas contribuyó a restablecer la democracia

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Una persona sostiene una foto del ex presidente de Chile Salvador Allende mientras los manifestantes asisten a una manifestación-marcha antes del 50 aniversario del golpe militar chileno de 1973, en Santiago, Chile, 10 de septiembre de 2023 (Reuters)
Una persona sostiene una foto del ex presidente de Chile Salvador Allende mientras los manifestantes asisten a una manifestación-marcha antes del 50 aniversario del golpe militar chileno de 1973, en Santiago, Chile, 10 de septiembre de 2023 (Reuters)

(Septiembre 11 de 1973-2023)

Aquella mañana llegué en bicicleta a la cafetería de la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia. Mis compañeros, entre lágrimas y miradas de orfandad, se juntaban alrededor de un transistor que transmitía el golpe de Estado en Chile. Tenían la edad, el adoctrinamiento y el momento latinoamericano para el ideal de la revolución marxista. Yo había vivido dos violencias en el campo: la política y la guerrillera. Además, seguí hasta donde era posible el terrible paredón cubano. No hice parte de aquellos movimientos que dividían a los universitarios entre unos amigos de la lucha armada y aquellos que buscaban el ascenso socialista por la vía electoral. Pasaron unos minutos y el discurso de Allende se interrumpió. Podría decirse que empezó el tránsito de una dictadura marxista económica a otra de eliminación de libertades políticas.

En Colombia, como en todo el mundo, la noticia produjo muchas reacciones. Ya avanzaba la campaña presidencial y se pronunciaron los dos principales candidatos. El doctor Alfonso López fue muy crítico del golpe, justificó las decisiones de Allende como un desatraso de reformas aplazadas. El doctor Álvaro Gómez señaló que era consecuencia del gobierno de izquierda.

Dos errores de Allende libraron a Chile de ser la nueva Cuba: quiso implantar el socialismo por el camino democrático, aunque también se dejó tentar de procedimientos tramposos; y, a diferencia de Chávez, no cooptó con prebendas de negocios corruptos a las Fuerzas Armadas, que finalmente reaccionaron contra el camino socialista.

La nacionalización del cobre parecía normal, se aprobó en consenso con la oposición. Pinochet la regresó a los privados. Discutí mucho con un profesor en la Universidad de Oxford quien afirmaba que la única diferencia económica entre Allende y Pinochet fue el precio del cobre. Creo que el sector privado agrega valores que la burocracia estatal desconsidera. Evo Morales se apoderó de la mayor parte del gas de Bolivia y ahuyentaron inversiones privadas. Hoy ese país empieza a sufrir la falta de reservas y carece de cantidades importantes de exportación. Colombia, en energía y minería, corre el peligro de afectar un equilibrado sistema mixto, con participación del Estado y confianza privada, que ha dado buenos resultados.

Con la excusa de industrias estratégicas expropiaron 150 empresas que sumaban el 80% de la actividad industrial privada. También expropiaron gran cantidad de bancos.

Continuaron la reforma agraria que venía de los expresidentes Alessandri y Frei. Pero con la interpretación ampliada de un decreto, que se consideró tramposo, expropiaron 4400 explotaciones agropecuarias y promovieron la invasión de otros 2000 predios. En el campo como en la industria, las invasiones anticipaban las expropiaciones. Creían en el reparto de tierras aunque generara hambre para los beneficiarios y la población en general. Pasaron de la Reforma Agraria a la proscripción de proyectos de desarrollo capitalista en la ruralidad.

Las expropiaciones fueron rápidas pero más rápido fue la llegada del hambre y de los cacerolazos.

Allende, con sus atributos de hábil negociador, mantuvo diálogo con la oposición. Negaba cualquier apoyo a la acción armada de la guerrilla MIR, o Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Pero sus hechos demostraban lo contrario, lo cual afectó la confianza que requería aquel diálogo, así lo escribió el expresidente Aylwin.

Allende no necesitó derogar las leyes para eliminar la democracia y las libertades, estas ya se encontraban en desaparición por el sometimiento popular al monopolio económico del estado socialista. ¡Cuando todos dependen del Estado quién se atreverá a disentir!

En esta imagen de archivo, el presidente de Chile, Salvador Allende, saluda desde un vehículo descapotable mientras el general Augusto Pinochet avanza a caballo a la izquierda, en Santiago, Chile, el 21 de mayo de 1972. (AP Foto/archivo)
En esta imagen de archivo, el presidente de Chile, Salvador Allende, saluda desde un vehículo descapotable mientras el general Augusto Pinochet avanza a caballo a la izquierda, en Santiago, Chile, el 21 de mayo de 1972. (AP Foto/archivo)

La dictadura de Pinochet, atroz, cruenta, sembró un milagro económico privado. Ese avance de bienestar económico creó en el ánimo colectivo la necesidad de regresar a la democracia.

La anulación de las libertades económicas contribuyó a ambientar el golpe de Estado. La anulación de las libertades políticas contribuyó a restablecer la democracia.

Y entonces pensemos en los caminos de América Latina.

*Álvaro Uribe Vélez es ex presidente de Colombia (2002 - 2010)

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