La alargada sombra del partido comunista chino

América Latina no es una excepción y, a pesar de las amistades declaradas a los cuatro vientos, la inteligencia de Pekín utiliza instituciones encubiertas para secuestrar el diálogo a su favor y manipular las opiniones locales

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Xi Jinping participó de una
Xi Jinping participó de una cumbre de la CELAC

Por Filip Jirouš

China lleva mucho tiempo explotando el intercambio académico libre e independiente para manipularlo políticamente a su favor. En particular, los think tanks y los expertos en China están en el punto de mira, para influir en quienes tienen el rol de describir las actividades de la República Popular con juicio, escrupulosidad y sobriedad. América Latina no es una excepción y, a pesar de las amistades declaradas a los cuatro vientos, la inteligencia de Pekín utiliza instituciones encubiertas para secuestrar el diálogo a su favor y manipular las opiniones locales.

Uno de los principales problemas de este compromiso es que los think tanks y las instituciones académicas chinas carecen de independencia. Las universidades están dirigidas por un secretario del Partido Comunista (PCCh). Y no existen líneas claras entre el Estado y el mundo académico, lo que hace más difícil que las instituciones académicas no se plieguen a las exigencias ideológicas y políticas del gobierno. Incluso destacados académicos con reputación de tener un pensamiento relativamente independiente tienen que obedecer al PCCh y participar en sus intrigas. Esta característica facilita que el aparato de seguridad del régimen coopere estrechamente con dichas instituciones académicas.

Aunque es difícil medir la eficacia de las operaciones de influencia en el mundo académico, al identificar a los socios y aliados de Pekín podemos sacar conclusiones sobre sus intenciones. Un ejemplo perfecto es la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China (Red ALC-China), una organización que reúne a académicos especializados en China de toda la región y está coordinada por Enrique Dussel Peters, economista y experto en China de la Universidad Nacional Autónoma de México. Dussel Peters es un prolífico investigador centrado sobre todo en la cooperación económica entre China y los países latinoamericanos, especialmente México.

La red ha colaborado en varias ocasiones con el Instituto Chino de Relaciones Internacionales Contemporáneas (CICIR). En apariencia un centro de pensamiento político, el CICIR es en realidad la 11ª Oficina del Ministerio de Seguridad del Estado (MSE), el principal servicio de inteligencia civil de China. La institución apunta a expertos extranjeros para recabar información y explotarlos para acceder a las élites políticas.

CICIR ha publicado trabajos con varios expertos de la red, y el jefe de su unidad de América Latina participó en una actividad de Red ALC-China en 2016. Además, Dussel Peters ha afirmado que el CICIR es una fuente clave de análisis objetivo de las relaciones entre China y América Latina. Esto equivale a afirmar que el análisis público de la CIA debe tomarse como base objetiva para estudiar las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, lo que pone en entredicho la idoneidad de la comparación.

El MSE también opera dentro de las estructuras del Foro China-CELAC, el más importante ámbito político de América Latina y China. Al igual que otras plataformas regionales del mundo en las que China participa, el Foro acoge una serie de eventos más pequeños y específicos, además de los eventos regulares de alto nivel. Entre ellos se incluyen intercambios académicos en los que ONG auténticas de América Latina se reúnen con think tanks chinos dirigidos por cuadros del PCCh. La más evidente es a través del Centro Internacional de Intercambio Cultural de China (CICEC), una organización de fachada cultural del Ministerio de Seguridad del Estado.

El CICEC participa activamente en la organización de eventos culturales por todo el mundo, y este año organizó un concurso de escritura para estudiantes latinoamericanos en su sede de Pekín. La organización está dirigida por la Oficina de Investigación Social del MSE, una unidad que está detrás de una serie de exitosas y bien documentadas operaciones de captación de élites extranjeras y manipulación del discurso sobre China. Por si alguien tiene dudas sobre quién está comprometiendo el futuro académico latinoamericano, uno de los vicepresidentes del CICEC es Sun Wenqing, subjefe de la policía secreta de Hong Kong que ha reprimido a docenas de líderes democráticos en la ciudad.

El PCCh aplica las mismas tácticas en todas partes. Las plataformas de intercambio académico equivalentes a China-CELAC en Europa del Este han sido coordinadas en gran medida por un instituto que finalmente resultó estar dirigido por un antiguo funcionario del CICIR, cuyo propósito era recopilar información de académicos amigos de toda la región. Probablemente no sea una coincidencia que el principal experto checo de la institución fuera destituido de su cargo por censurar a sus colegas ante la más mínima crítica a las políticas del PCCh.

Para dejar las cosas claras: China es una potencia imperialista y autoritaria que no tiene verdaderos amigos, sólo asociaciones estratégicas temporales. Prefiere el diálogo artificial con actores “amigos” a ambos lados de la mesa, no una discusión equilibrada entre iguales. El régimen apunta a académicos y think tanks latinoamericanos porque estas instituciones, junto con los medios de comunicación, son los que deben revisar y someter a escrutinio, de forma objetiva e independiente, las actividades chinas en la región. Por tanto, captarlos facilita a China ejercer influencia, distorsionar el diálogo democrático e imponer la censura (y la autocensura) a los observadores de China.

El primer paso para mitigar estos riesgos es la concientización: asegurarnos de que entendemos quién está sentado al otro lado de la mesa. Esto puede parecer lo normal independientemente de si se trata del mundo académico, la política o los negocios, pero el sistema de la República Popular está diseñado para ser oscuro e incomprensible para los outsiders, y muchos prefieren no hacer sus deberes. Esto, sin embargo, invita a la corrupción y a plantear políticas inadecuadas. El escrutinio y el pensamiento sobrio y cabal son esenciales para garantizar que la cooperación China-América Latina sea realmente beneficiosa para la región latinoamericana.

Filip Jirouš es sinólogo e investigador independiente del sistema político de China y colaborador de Análisis Sínico en www.cadal.org

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