La dictadura de Nicaragua quería celebrar el 19 de julio (Día de la Revolución) con la expulsión de Monseñor Rolando Álvarez. Su destierro sería el trofeo final para demostrar fortaleza en tiempos de gran debilidad. Fracasaron.
Semanas atrás Monseñor Rolando Álvarez había sido excarcelado por 24 horas. Una negociación fallida a tres bandas entre dictadura, Vaticano y Conferencia Episcopal procuraba su liberación, pero el régimen solo quería su destierro definitivo.
El Obispo Álvarez ha sido sentenciado a 26 años y 4 meses de cárcel, por supuesta difusión de noticias falsas y menoscabo a la integridad nacional. Todos delitos fabricados por el sicariato judicial de la dictadura.
Esta es la segunda vez que el régimen intenta desterrar al Obispo. En febrero quisieron expulsarlo junto a 222 presos políticos. Monseñor declinó la oferta y aseguró que jamás abandonará Nicaragua, a menos que el Papa lo ordene.
Daniel Ortega y Rosario Murillo odian a muerte al Obispo Álvarez. Pese a esto, el pueblo de Nicaragua lo quiere y admira por su voz valiente para denunciar los abusos de un régimen intolerante, corrupto y criminal.
Más de 80 religiosos han tenido que abandonar el país producto de la persecución. Hace unos días, Ortega expulsó y confiscó a las Hermanas de la Fraternidad Pobres de Jesucristo de Brasil. La lista sigue creciendo.
La dictadura ha perpetrado cerca de 600 ataques contra la libertad religiosa. Desde el año 2018, han encarcelado sacerdotes, profanado templos, incendiado imágenes sagradas y perforado a balazos una parroquia.
Un grave error y una muestra de debilidad. Los ataques contra la iglesia católica han golpeado a sandinistas y a sus adversarios. La firma encuestadora CID Gallup destaca que 79% de la población rechaza el encarcelamiento del Obispo.
Dictadura apaga fuego con gasolina. Ante la fuga y hartazgo entre las fuerzas policiales, han reformado la Constitución y la Ley Policial, para castigar con cárcel a los desertores. Nada detiene la rebelión en la granja sandinista.
Popularidad en picada. En tan solo unos meses la dictadura ha tocado fondo, pasando de 16 a 13% de respaldo popular. La cifra más baja en 16 años de dinastía familiar Ortega Murillo.
Al cumplirse un año de encarcelamiento, Monseñor Rolando Álvarez luce gigante ante la pequeñez de sus verdugos. No han podido quebrarlo. Su ejemplo de resistencia y dignidad es admirado por creyentes, ateos y agnósticos.
Libertad y destierro no es lo mismo. La presión internacional y desde Nicaragua es fundamental para la liberación inmediata e incondicional del Obispo. Ortega sabe que se le agota el tiempo y las opciones. Monseñor Rolando Álvarez pronto será libre.
*El autor es ex embajador ante la OEA, periodista exiliado y ex miembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK).