La competencia geopolítica entre China y USA está definiendo al siglo XXI y necesita de un concepto que fue extraordinariamente útil para la guerra fría, el de líneas rojas, es decir, la existencia de límites que por motivo alguno deberían ser traspasados por ninguno de los contendientes, ya que esa comprensión fue garantía de paz por lo que intereses y diferencias en ningún caso deberían ocasionar un enfrentamiento bélico directo.
Hoy parece ser una vía necesaria para superar la Trampa de Tucídides. La expresión es del profesor Graham T. Allison y se refiere a la tensión que se genera cuando una potencia emergente amenaza con desplazar a la gran potencia de su época, y se basa en el aporte del historiador griego Tucídides, quien describió con rigor el enfrentamiento entre Atenas y Esparta en la antigua Grecia. Allison estudia situaciones semejantes a través de la historia y concluye que, en la mayoría, ello termina en un casi inevitable enfrentamiento.
La reciente visita del secretario de Estado Anthony Blinken es la misma que debió suspenderse en febrero después del escándalo del globo espía, y logró materializarse después de insistentes peticiones por parte de Washington, de por sí, una indicación de cuan difíciles son hoy las relaciones entre ambos.
Dos elementos surgen con claridad, por un lado, que USA sigue siendo en la mayoría de los indicadores la potencia número uno, pero que, por el otro, las distancias se reducen año a año, todos los años, a favor de una China, que a través de su comportamiento no deja duda de su deseo de desplazarla de la cima en este siglo, tal como USA lo hiciera con el imperio británico en el pasado.
A diferencia de Ucrania, donde Estados Unidos ha exhibido claridad y determinación para confrontar a Rusia, en el caso de China, Washington se nota confundido, y ello es visible en diversas situaciones. Es así como USA no parecía preparada para la reacción ante el viaje de Nancy Pelosi el 2022, donde Taiwán fue rodeado y aislado por Beijing, sin que hubiera una respuesta de envergadura a lo que fue en la practica un intento de prohibición al desplazamiento de la tercera autoridad estadounidense. Tampoco parecía preparada para el globo espía, donde no existió un protocolo para derribarlo, lo que solo ocurrió en alta mar, después que las imágenes fueran enviadas.
Pero no solo son incidentes, sino que USA no parece tener todavía una decisión de confrontar el ascenso chino donde quiera que se afecten sus intereses, lo que queda demostrado, por ejemplo, en la forma como China se ha transformado en el principal socio comercial de muchos países de América Latina, sin que se note una reacción por parte de Washington.
Tampoco parece haber una toma de posición frente a una nueva diplomacia china, llena de confianza, en un despliegue a nivel global, pareciendo disputarle el rol de potencia insustituible, como quedó demostrado en el triunfo inesperado logrado al acercar a dos países a los que todo parecía distanciarlos, como es el caso de Arabia Saudita e Irán, y que también se ha hecho presente en la oferta de mediar entre Israel y los palestinos como también en una oferta de paz para Ucrania, que favorece a Moscú al querer congelar la situación actual, en forma similar a como ocurriera en 1953 hasta hoy en la península coreana.
Mas aun, salvo la denuncia, no parece existir una política para abordar una situación que está llamada a tener profundas consecuencias, como lo es la alianza que se ha desarrollado entre China y Rusia, y donde Moscú es el socio menor. No había existido antes en la historia, y la sola continuidad territorial da una idea de su potencialidad, y como podría fortalecer aún más a China.
Este reemplazo ya se demuestra en el Asia Central, en aquellos países que surgieron de la ex Unión Soviética y que tienen la característica de poseer mayorías musulmanas, producto de la histórica Ruta de la Seda. Es así como se percibe claramente el acercamiento a China de países como Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán y otros, donde ya hay presencia en seguridad regional, en infraestructura, plantas industriales, refinerías de petróleo, inversiones, y otros indicadores, que al igual que en la Siberia y en el Ártico rusos, son claros indicadores del desplazamiento hacia China de la balanza de poder.
Somos testigos de un proceso de características históricas, y quizás el error de USA es pensar que China se sigue moviendo solo por la economía, sin entender que, sin negar su importancia, esa podría ser una etapa ya superada por una potencia que hoy compite como actor global a todo nivel, sea en diplomacia o en seguridad.
USA parece haberse equivocado al pensar que Beijing iba a “mediar” o a presionar a Rusia en su invasión a Ucrania. También en su caracterización de lo que podía esperar de un viaje a Beijing, donde dicho por la prensa china en inglés, parecía pretender una disculpa por el derribo de su globo, olvidando que era una agresiva actividad de espionaje. Una China que en este viaje rechazó una relación más directa entre los militares de ambos países.
Lo de China no es algo reciente como se demuestra en la forma como han buscado militarizar al Mar de China, transformando a simples promontorios rocosos en pistas de despegue y aterrizaje, en contra de claras sentencias adversas de la Corte Internacional de Justicia.
China parece hoy pensar primero en sí misma, más Confucio que Marx, y al parecer Occidente no tiene la preponderancia que se supone tuvo en la etapa de ascenso chino como potencia económica, donde la rivalidad parece desplazarse hacia semiconductores y la tecnología de punta, como lo es, por ejemplo, la inteligencia artificial, y tal como quedó demostrado en la pandemia, China necesita al resto del mundo, pero también este la necesita y a veces, aún más.
Por otro lado, la invasión de Ucrania al transformarse en la primera guerra global del siglo XXI ha traído de regreso la visibilidad de la historia y la geopolítica, con lo que la globalización ha dejado de ser solo un proceso económico. En este esquema, quizás en relación a Taiwán tan o más importante que la opinión occidental, es para Beijing esperar un mejor resultado en elecciones que pueden ser de las mas importantes del mundo por su impacto, como es el caso de las presidenciales de Taiwán el sábado 13 de enero del 2024, toda vez que es distinto si los independentistas del reinante Partido Democrático Progresista pierden ante el Kuomintang, quienes desde Chiang Kai-shek mantienen la idea que hay una sola China, discurso hoy bienvenido en Beijing.
¿Cuál es el tipo de relación que se quiere tener con China? es la pregunta para la cual USA todavía no tiene una respuesta clara. China al menos parece tener claridad en que Taiwán es la línea roja que no está despuesta a cruzar, pero las de USA no están definidas, más allá del discurso.
¿Se mantiene sin cambio lo acordado por Nixon con Mao en 1972? ¿Sería aceptable la autonomía para Taiwán? ¿Qué bases tendría un nuevo acuerdo con una China que resiente y no le parece aceptable ninguna política de contención?
Y es ahí donde tengo nostalgia por las líneas rojas que tanto ayudaron a que la guerra fría nunca llegara al enfrentamiento directo, si a través de terceros, pero no entre ambos en batalla. Es ahí donde se echa de menos la existencia de límites a ser respetados por ambos, y no violados, comprensión que permite construir puentes. Sin esas líneas, no se sabe si China y Estados Unidos están entrando o saliendo de la Trampa de Tucídides.
En la etapa de ascenso chino que hoy tiene a Xi Jinping ejerciendo un poder que nadie había tenido desde Mao, China he imitado el camino seguido por USA en el siglo pasado, y que ha consultado etapas tales como industrialización, una marina de todos los mares, una red global de comercio, protección de esas rutas, seguridad de materias primas donde quiera que se encuentren, endeudamiento con empresas chinas, minerales estratégicos o “raros”, vinculación de los países a través de grandes obras de infraestructura, etc.
Es en este contexto donde un viaje como el del Secretario de Estado aparece como producto de la insistencia estadounidense, al mismo tiempo que desnuda algunos de los problemas que tiene USA para esta confrontación casi existencial para su estatus, a saber, la falta de unidad interna, las dudas en su elite sobre el camino a seguir, deficiencias burocráticas en el Departamento de Estado y el Pentágono como también en el Departamento del Tesoro, donde existen ineficiencias en algo que irrita enormemente a China cuando las ha recibido, y que ha demostrado fallos, como en las sanciones a Rusia.
Al igual que el de Nancy Pelosi el año pasado, este viaje demostró que USA no tiene una maquinaria aceitada para el hecho que a pesar de insistentes gestiones no hubo comunicación telefónica entre Xi y Baden, como hubiese sido lo esperable ante el propósito de reencauzar las relaciones entre ambos países. A pesar de que Blinken tuvo largos encuentros con el ministro de Relaciones Exteriores Qin Gang y aún más importante con Wang Yi, el encargado de estos temas en el Partido Comunista, las dudas sobre el éxito también se expresan en el hecho que de estas reuniones dependía de que Blinken fuera recibido por Xi Jinping.
Lo que rodeó este viaje es una demostración mas que China ya se siente un igual, de ahí la insistencia en el tema del “respeto” que dice merecer, tal como figura en la prensa en inglés en Hong Kong. No solo allí, ya que las declaraciones oficiales muestran molestia, al señalarse que las interacciones entre estados “deben basarse en el respeto mutuo y la sinceridad”, aludiendo lo último a otra irritación china, la que califica de doble discurso lo que Washington informa para consumo interno y lo que verdaderamente se conversaría en directo.
La verdad que USA a veces permite que se olvide que ha sido invitada por aquellos vecinos asiáticos de China que se sienten asustados por la agresividad que hoy demuestra, y no solo en Taiwán. Por ello, que en este siglo se ha repetido lo que ocurrió en Europa en 1945, cuando fue vista como la defensa ante la ex URSS.
Ni siquiera es algo reciente, ya que esto se inicia con decisiones importantes bajo Obama, las que mostraron como USA se movía hacia Asia, alejándose de escenarios importantes, por ejemplo, con la decisión de renunciar a intervenir más activamente en la guerra civil siria y también en Europa, con la debilidad mostrada ante la ocupación de Crimea, situaciones ambas que obraron en beneficio de Rusia, y quizás envalentonaron la invasión de Ucrania.
Por ahora, lo que resalta es que China resiente la estrategia de contención que tan exitosa fuera con la Unión Soviética en el siglo pasado. Entonces, ¿cómo se operará hacia el futuro?, pregunta para la cual USA no tiene una respuesta conocida, razón adicional para la necesidad de líneas rojas.
La raya para la suma es que existe mucha claridad con Rusia pero no con China, donde USA todavía tiene ilusiones de competencia amistosa, cuando la verdad es que son adversarios, un adversario que muchas veces lo sobrepasa, ya que es “suaviter in modo, fortiter in re”, suave en las formas y firme en los hechos, en el decir de Quintiliano, instructor de retórica en el Imperio Romano.
En lo personal, me cuento entre quienes no tienen dudas de su preferencia, por eso mi preocupación al ver a Estados Unidos insuficientemente preparado.
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