A los venezolanos nos ha tocado nuestro Marco Aurelio caribeño. Marco Aurelio fue un emperador romano que gobernó desde el año 161 hasta su muerte en 180 d.C. Fue conocido por su generosidad y su preocupación por el bienestar de los pobres, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Fundó orfanatos, proporcionó apoyo financiero a los más necesitados y creó programas de ayuda para millones de personas. Sus actos de generosidad eran comunes y le valieron una grandiosa reputación. Era adorado por el pueblo y criticarlo en aquellos tiempos era una sentencia de muerte.
¿Por qué traigo a colación el relato de Marco Aurelio en estas líneas? Porque los venezolanos hemos encontrado a nuestro propio Marco Aurelio versión caribeña. Sí, solo que nuestro Marco Aurelio, en lugar de entregar dádivas a los ciudadanos de su propio país, las entrega a de otros países. Sigue una fórmula diferente: trata con dureza a los de su propia casa y muestra cordialidad a los externos. Es un Marco Aurelio particular, ya que busca popularidad en el extranjero en lugar de en su propio país. Regala, despilfarra y perdona deudas a los países pobres, mientras somete a su propia gente a la penuria.
Según Transparencia Venezuela, Nicolás Maduro ha perdonado 70.000 millones de dólares en deudas energéticas a sus aliados de Cuba, Nicaragua, Argentina y Brasil. Se trata de un daño patrimonial sin precedentes y el mayor acto de traición a la patria que se haya conocido. En un momento de crisis en Venezuela, donde 7 millones de venezolanos han tenido que emigrar debido a la falta de alimentos, medicinas, servicios públicos y salarios dignos, a Maduro le pareció una buena idea dejar de cobrar esas deudas.
Lo primero que esto nos demuestra es que a Maduro poco le importan los venezolanos. No le quita el sueño ver a sus compatriotas pasando hambre y luchando por sobrevivir con salarios miserables. Con esos 70.000 millones de dólares se podrían haber construido más de 15 millones de viviendas de interés social y haber reconstruido todo el sistema de salud que ha sido destruido. Se podría haber reparado el sistema eléctrico y financiado un programa de salarios dignos para al menos 5 millones de venezolanos. Pero no, ese mar de recursos terminó siendo destinado a lavarle la cara al régimen, con el propósito de maquillar la imagen de una dictadura y despertar solidaridades automáticas a nivel internacional.
El régimen ha utilizado esta estrategia desde siempre para ganar apoyos internacionales. No podemos olvidar el desfalco que representó Petrocaribe para Venezuela y especialmente para PDVSA. Miles de millones de dólares tirados a la basura en una transacción de petróleo por votos en organismos multilaterales. El mundo fue testigo de cómo, en las discusiones sobre Venezuela, los países beneficiados por Petrocaribe hicieron la vista gorda frente a las graves denuncias de violaciones de los derechos humanos en Venezuela.
Maduro gasta todos estos recursos en lobby porque quiere vender la idea de que Venezuela no es una dictadura como se dice, y que él es un líder bueno que se preocupa por los pobres del mundo, el cambio climático y comparte lo poco que tiene con sus ‘hermanos políticos’. Es un plan completamente cubano, perfeccionado por sus asesores de La Habana a lo largo de los años. No es de extrañar que hayamos visto el éxito de las misiones médicas cubanas, un programa que utiliza la esclavitud humana para ganar apoyos internacionales.
Lo segundo que este suceso demuestra es la hipocresía de Maduro, ya que condiciona la negociación en México a 3.000 millones de dólares, cuando ha tenido la audacia de regalar 20 veces esa cantidad. Es evidente que el régimen no quiere avanzar hacia una negociación que produzca resultados; prefieren mantenerse en el poder sin abordar este desastre social, político y económico.
Finalmente, lo único que le interesa a Maduro es el poder, sin importar que gobierne sobre cadáveres. Por eso aumenta el salario de sus seguidores, pero no el de los maestros. Por eso invierte dinero en regalar plantas eléctricas, mientras Venezuela sufre en la oscuridad. Por eso regala ayuda humanitaria, mientras niega a los venezolanos la atención mínima. Este régimen vive únicamente por el poder y los privilegios que de él se derivan. Por tanto, es importante comprender que con Maduro los venezolanos no vivirán mejor, porque simplemente no es su prioridad.
La dictadura se roba o regala el dinero a otros países. De los 70.000 millones de dólares, solo conoceremos la cifra, al igual que los 23.000 millones que desaparecieron de Pdvsa, ya que la corrupción no es una excepción, sino una regla. Es parte esencial de un ecosistema mafioso que gobierna Venezuela. Nuestra lucha debe ser para que Venezuela recupere la libertad y la democracia, y los venezolanos vuelvan a ser la prioridad de un gobierno.
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