Las señales de advertencia del antisemitismo se asoman por todas partes en Estados Unidos

Cuando los valores y las instituciones democráticas son atacadas o no existen, es casi inevitable que se genere un terreno fértil para el odio antijudío

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 Asistentes a la manifestación "NO FEAR: Concentración en solidaridad con el pueblo judío" en Washington, el domingo 11 de julio de 2021, copatrocinada por la Alianza por Israel, la Liga Antidifamación, el Comité Judío Americano, B'nai B'rith International y otras organizaciones (AP)
Asistentes a la manifestación "NO FEAR: Concentración en solidaridad con el pueblo judío" en Washington, el domingo 11 de julio de 2021, copatrocinada por la Alianza por Israel, la Liga Antidifamación, el Comité Judío Americano, B'nai B'rith International y otras organizaciones (AP)

Se ha convertido habitual en las conversaciones, y con razón, referirse al aumento del antisemitismo en Estados Unidos como el “canario en la mina de carbón”, una señal de que se avecinan problemas mayores. Es una referencia anticuada, sin duda —los mineros ya no tienen pájaros vivos en los túneles subterráneos para detectar la presencia de gases peligrosos—, pero es una descripción exacta de la forma en que el antisemitismo se ha manifestado en las sociedades, tanto históricamente como en la actualidad.

Esto se debe a que un aumento del antisemitismo, como el que estamos viendo hoy en Estados Unidos, generalmente no se detiene ahí, sino que pasa a afectar a otros grupos, además de afectar los valores en general.

En segundo lugar, y aun más importante, la referencia al canario pretende sugerir un peligro —para la sociedad en general y la democracia— que no nos atrevemos a ignorar. Como ha señalado Deborah Lipstadt, Enviada Especial de Estados Unidos para Vigilar y Combatir el Antisemitismo, aunque el odio, la discriminación y la persecución “pueden empezar con los judíos, no terminan con los judíos”.

Cualquier sociedad puede estar segura de que, si no se controla el antisemitismo, lo que le está ocurriendo a su población judía seguramente se extenderá e infectará a otros elementos de la sociedad.

En resumen, la gente debe preocuparse por el aumento del antisemitismo simplemente desde una perspectiva moral pero, si eso no los conmueve, deberían entrar en juego razones prácticas de interés propio.

Esta forma de pensar es acorde con el auge del antisemitismo que estamos viviendo ahora en Estados Unidos.

Al mismo tiempo, no debemos olvidar la perspectiva opuesta: la forma en que las tendencias más amplias de la sociedad tienen un efecto directo en el grado de antisemitismo de esa misma sociedad. Cuando los valores y las instituciones democráticas son atacadas o no existen, es casi inevitable que se genere un terreno fértil para el antisemitismo.

El antisemitismo tiene una historia y una vida propias, evidenciadas por milenios de poderosos estereotipos y tópicos sobre los judíos. Se puede tener la sociedad más liberal imaginable y el antisemitismo puede existir. Pero la forma en que se manifiesta en un momento determinado suele estar íntimamente relacionada con tendencias más amplias de la sociedad.

En la Unión Soviética, la ideología comunista originalmente no atacaba a los judíos. Pero, cuando se convirtió en una ideología totalitaria, no fue sorprendente que los judíos fueran objeto de persecución y discriminación.

En la Alemania nazi, el antisemitismo estuvo en el centro de su programa desde el principio, pero no podría haberse traducido en el horror de la Solución Final sin la eliminación del Estado de derecho y las instituciones democráticas de la sociedad.

En nuestro tiempo, debemos preocuparnos por los indicios de debilitamiento de la democracia y del centro, a medida que la polarización y el extremismo se fortalecen. Estas tendencias proporcionan un terreno fértil para los antisemitas —pues las teorías de conspiración arraigan y la libertad de expresión se cuestiona o se utiliza con fines incendiarios. Y a los judíos y otros grupos marginados o minoritarios no les va bien cuando su seguridad depende de la noblesse oblige de un régimen autoritario, en contraposición a una democracia sólida que garantice unas elecciones plenas, justas y accesibles, el imperio de la ley y unos derechos y libertades civiles protegidos legalmente.

Los judíos son invariablemente el blanco de los ataques en un entorno en el que el compromiso y el consenso están mal vistos y en el que buscar culpables de todos los fracasos de la sociedad se convierte en la emoción predominante. Sin embargo, una de las particularidades del antisemitismo es que no solo “golpea” a los judíos como “otros” y “menos que”, sino que también los considera malévolamente poderosos y controladores.

Por eso se necesita un enfoque doble del resurgimiento actual del odio a los judíos: en primer lugar, debemos enfrentarnos directamente al antisemitismo y advertir a la sociedad que todos estaremos en peligro si se permite que prospere. Y, por tanto, debemos permanecer unidos antes de que se nos salga de las manos. Para hacerlo, el Congreso estadounidense debe aprobar una resolución que reconozca mayo como el Mes de la Herencia Judía Estadounidense (JAHM, por sus siglas en inglés), y contar de forma proactiva los 350 años de historia de los judíos en Estados Unidos celebrando los logros de dicha comunidad. Esta importante declaración de nuestros líderes electos ayudará a transmitir este sentimiento desde los más altos niveles del gobierno.

En segundo lugar, debemos hacer frente a la amenaza indirectamente, entendiendo que las tendencias más amplias de la sociedad son las que crean el entorno en el que florece el antisemitismo. Por tanto, tenemos que hacer frente a las tendencias antidemocráticas que nos rodean y que nos ponen en peligro a todos, pero que invariablemente volverán a herir a los judíos de América. La investigación de la Liga Antidifamación (ADL) nos muestra que la educación sobre el Holocausto es una herramienta fundamental para lograr este esfuerzo. La Ley de Educación sobre el Holocausto y Lecciones sobre Antisemitismo (HEAL) es esencial para ayudarnos a comprender el estado de la educación sobre el Holocausto en todo el país, de modo que podamos garantizar que todos los estudiantes de Estados Unidos tengan acceso a una educación sólida que fomente la comprensión y la solidaridad frente a esta creciente tendencia.

Sí, el antisemitismo es —como el canario en la mina de carbón— una advertencia para todos. (La ironía de esta analogía es que Twitter, en cierto sentido el equivalente del canario en las redes sociales del siglo XXI, ha fracasado repetidamente en hacer cumplir sus políticas en torno a los trinos antisemitas en los últimos seis meses).

Pero la advertencia debe aplicarse también a nuestra política polarizada, que contribuye a crear ese entorno en el que el antisemitismo prospera sin obstáculos.

*Kenneth Jacobson es Director Nacional Adjunto de la Liga Antidifamación (@ADL_es)

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