Uno de los peruanos más célebres en el mundo de las relaciones y la cooperación internacional es Javier Perez de Cuellar, político que logró ser electo secretario general de la Organización de Naciones Unidas y asumir funciones en 1982. Sin embargo, hay una historia poco conocida de su ascenso al máximo poder administrativo de las Naciones Unidas y los personajes que fueron pieza clave para poner al Perú en el centro de la diplomacia mundial.
Pérez de Cuellar venía ejerciendo una importante carrera en Naciones Unidas. En 1979 se desempeñó como Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Políticos y Representante Personal del Subsecretario General en la situación concerniente a Afganistán. Bajo esta condición viajó hasta Pakistán y Afganistán en abril y en agosto del mismo año continuó con las negociaciones iniciadas por el subsecretario General. También tenía una larga carrera en el servicio diplomático peruano en las embajadas de Perú en Reino Unido, Bolivia, Suiza y Brasil. Además de trabajar en la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la misión de Perú ante la Organización de las Naciones Unidas.
Para el año 1981, el presidente Fernando Belaúnde Terry pensó en Javier Perez de Cuellar para asumir la representación de Perú como embajador en Brasil. No obstante, en ese entonces el protocolo determinaba que era el presidente de la República quien en el marco de sus facultades proponía a los embajadores. Estas propuestas debían ser aprobadas por el Senado.
Luego de una rápida votación, el Senado decidió vetar el nombramiento de Javier Perez de Cuellar como embajador de Perú en Brasil, lo que conmocionó al propio presidente Belaúnde. Al día siguiente de esta decisión, decidió nominar a Pérez de Cuéllar como secretario general de las Naciones Unidas y encargó esta ambiciosa tarea a Manuel Ulloa, su entonces primer ministro y a Pedro Pablo Kuczynski, en ese entonces ministro de Energía y Minas.
El economista se había ganado la confianza del presidente Belaunde por su capacidad de gestión al frente del ministerio, pues se encontraba supervisando proyectos de interés nacional como la hidroeléctrica de Charcani y el entonces proyecto Cerro Verde (en ese entonces recién en su etapa inicial y siendo hoy una de las minas de cobre con mayor extensión a nivel mundial).
Manuel Ulloa se encargó de la promoción de la candidatura de Pérez de Cuellar en Europa y a Pedro Pablo Kuczynski se le encargó Asia, empezando por Filipinas y Japón. Belaunde, Ulloa y Kuczynski no lo sabían en ese momento, pero habían tomado un rumbo de acción que terminó influyendo en el futuro de la diplomacia mundial.
Pérez de Cuellar fue elegido y asumió funciones como secretario general en 1982, siendo reelegido en 1986 hasta el año 1991, luego fue sucedido en el cargo por Butros Butros-Ghali. De su gestión se resalta haber podido promover un “alto al fuego” que decantó en el final de la guerra Irán-Irak, los diálogos de paz entre el gobierno, la guerrilla de El Salvador, entre muchos otros.
Este 19 de mayo se conmemoró una de sus primeros grandes triunfos en la diplomacia internacional, la crisis de Chipre, que culminó con las reuniones de Nicosia donde los Presidentes de Grecia y Turquía llegaron a un acuerdo para resolver el problema territorial y constitucional, así como el retiro de las restricciones económicas.
Hoy recordemos a Javier Pérez de Cuellar como un peruano ilustre en el mundo de las relaciones internacionales y alentamos a las nuevas generaciones de políticos y diplomáticos en la búsqueda de desarrollo y construcción de paz.