Jordan Peterson, el idiota poco útil de Putin

En la lógica retorcida de este guerrero “anti-woke”, “no está mal” destruir Ucrania en aras de la “batalla cultural”

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Jordan Peterson, el polémico filósofo
Jordan Peterson, el polémico filósofo canadiense

En la lógica retorcida de este guerrero “anti-woke”, “no está mal” destruir Ucrania en aras de la “batalla cultural”.

La campaña rusa de invasión, conquista y genocidio en Ucrania nos ha presentado imágenes horripilantes, pero también ejemplos sorprendentes de una lógica retorcida en la que varias personas intentan culpar a cualquiera menos a Putin de la invasión (o invasiones) en Ucrania.

Consideremos esta pregunta: ¿Qué “provocó” la invasión rusa? Cuando se formula causalmente de esta manera, la pregunta parece sugerir que no importa quién estuviera al mando, él o ella reaccionaría exactamente de la misma manera dadas las circunstancias. En otras palabras, un dictador como Vladimir Putin no eligió invadir, sino que “fue impulsado por fuerzas externas a hacerlo”. ¿Y cuáles son esas fuerzas? Según el artículo de John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago, publicado en The Economist unas semanas después de la invasión, fue la ambición de Ucrania de entrar en la OTAN y no las ambiciones imperialistas de Putin. (En otras palabras, el deseo de un vecino de poder defenderse en caso de ataque sería una provocación hacia Putin).

Para ser justos, Mearsheimer reconoce al principio de este ensayo: “Vladimir Putin empezó la guerra y es responsable de cómo se está librando”. Pero a renglón seguido declara: “Occidente, y especialmente Estados Unidos, es el principal responsable de la crisis”. En otras palabras, Putin es responsable de “cómo” se está librando la guerra, pero dice “que” se esté librando es culpa de Occidente y Estados Unidos. En 2014, cuando Putin se anexionó Crimea, Mearsheimer fue más categórico, declarando sin rodeos: “La crisis de Ucrania es culpa de Occidente”. En aquel momento, afirmó que Putin invadió porque se sentía amenazado. Y para proteger esta afirmación del escrutinio crítico, hizo la estipulación irrefutable: “Y son los rusos, no Occidente, quienes en última instancia deciden lo que cuenta como una amenaza para ellos”. No se necesitaban pruebas de que existiera ningún plan, intención o amenaza de atacar a Rusia. Con decir que se sentía amenazada bastaba.

Mearsheimer parece no distinguir nunca entre “Rusia” y “Putin”, como si denotaran la misma entidad. Sin embargo, es difícil imaginar cómo el territorio o las vidas de los rusos se podían ver amenazados por Ucrania. Una Ucrania independiente y democrática, por otra parte, es ciertamente una amenaza para el régimen de Putin. Pero en el mundo de Mearsheimer tales consideraciones no entran porque él es un “realista”. Y un realista, dice, “no distingue entre estados ‘buenos’ y estados ‘malos’, sino que esencialmente los trata como bolas de billar de tamaño variable”. Bajo este marco analítico, todos los estados se ven obligados a buscar el mismo objetivo: la máxima seguridad relativa, y no hay lugar para que un dictador arriesgue el fin de su propio Estado para cimentar, no el “máximo poder relativo” de su Estado, sino su propio poder personal. Es una visión terriblemente ingenua, pero no desquiciada.

Desquiciada es una buena palabra para describir la postura de Silvio Berlusconi. Está de acuerdo con la idea de que Putin fue “empujado” a invadir, no por el deseo de Ucrania de unirse a una alianza defensiva, sino “por la población rusa, por su partido, por sus ministros, para inventar esta operación especial”. Además, según Berlusconi, el plan consistía simplemente en “sustituir al gobierno de Zelenski por buena gente y en una semana regresar”. El gobierno democrático de Ucrania, elegido en elecciones libres y justas, necesitaba ser “sustituido” por “buena gente” que, sin duda, servía de títere ruso.

Pero hay un nivel de rareza mucho más profundo. Sí, más profundo incluso que el de Berlusconi. Resulta que hay gente que cree que Putin se vio obligado a invadir Ucrania porque Rusia forma parte de Occidente y, por tanto, tiene un interés en su guerra cultural cuya zona cero es, de alguna manera, Ucrania. Esa es la opinión que el profesor de psicología de la Universidad de Toronto y popular conferenciante Jordan Peterson expresó en un monólogo en un vídeo de 51 minutos. De hecho, cree que la invasión rusa tiene algo que ver con las controversias sobre el género y la identidad de género en Occidente.

Así que tengan paciencia conmigo mientras trato de desenmarañar la lógica de Peterson, tal como es.

Putin es acusado de crímenes
Putin es acusado de crímenes de guerra y de lesa humanidad en Ucrania (Sputnik/Vladimir Smirnov/Pool via REUTERS)

Peterson saltó a la fama por sus duros ataques a lo “woke” y su cruzada contra la identidad de género, los pronombres, etcétera. Pero en este monólogo, centra su ira en las audiencias de ratificación de la jueza del Tribunal Supremo Kentanji Brown Jackson. A Peterson le molestó especialmente que Brown esquivara la “pregunta capciosa” de la senadora republicana de Tennessee Marsha Blackburn -como dice el propio Peterson-, en la que se le pedía que “diera una definición de la palabra ‘mujer’”. Jackson declinó, señalando que ella “no era bióloga”. Para Peterson, la negativa de Jackson a responder a la pregunta de la senadora Blackburn es prueba de un Occidente “trastornado”, “degenerado” y “demente”.

Peterson prosigue su larga diatriba denunciando el abandono de los puntos de vista tradicionales sobre el sexo y el género en Occidente: “En nuestra sociedad, resulta que todas las inclinaciones y deseos sexuales, por raros, peligrosos o socialmente perturbadores que sean, no sólo deben tolerarse, sino celebrarse. Mes del Orgullo. Sin rodeos, ¡o de lo contrario! Y considerado como hedónicamente deseable y absolutamente inofensivo”.

(Tengan paciencia. Esto realmente lleva a la guerra genocida del Kremlin contra Ucrania).

Peterson se ha ganado un enorme número de seguidores en Internet por decir a veces -en tonos que suenan muy profundos- cosas que parecen bastante sensatas, como: “Si quieres cambiar el mundo, empieza por ti mismo y trabaja hacia fuera, porque así construyes tu aptitud. No sé cómo puedes salir a protestar contra la estructura de todo el sistema económico si no puedes mantener organizada tu habitación”. Es un consejo razonable para un joven. Sus libros y sus charlas ofrecen muchos más consejos como ése, como “acaricia a un gato cuando te encuentres uno por la calle”. Me gustan los gatos, así que me parece bien, pero me perdió en su libro “Las 12 reglas para vivir” con “da un paso adelante para ocupar tu lugar en la jerarquía de dominación”. Mmmm... no, gracias.

(Lo siento, he divagado un poco. Volviendo a cómo “Occidente obligó a Putin a invadir Ucrania”, vemos que la trama está a punto de ponerse tensa).

Peterson encuentra profundamente convincente la crítica de Putin a Occidente y el supuesto peligro que supone para la religiosidad y las virtudes tradicionales. Pero, ¿en qué consiste exactamente esta crítica? Aquí está Putin en sus propias palabras en una “entrevista” de 2013 en el medio de propaganda estatal RT:

“Hasta la fecha, no tenemos diferencias ideológicas significativas, pero sí diferencias culturales fundamentales. El individualismo es el núcleo de la identidad estadounidense, mientras que Rusia ha sido un país de colectivismo. Un estudioso del legado de Pushkin ha formulado muy acertadamente esta diferencia. Por ejemplo, Scarlett O’Hara de Lo que el viento se llevó. Ella dice: ‘Nunca volveré a tener hambre’. Esto es lo más importante para ella. Los rusos tienen ambiciones diferentes, mucho más elevadas, más de tipo espiritual. Se trata más de tu relación con Dios. Tenemos diferentes visiones de la vida”.

Imagino que uno podría ser bastante espiritual, desde luego, a bordo del Amadea, de 325 millones de dólares y 348 pies de largo, o de otro de los numerosos superyates propiedad de los amigotes de Putin. Sea como fuere, cualquier apóstol del colectivismo, cabría pensar, no estaría cualificado para ser miembro del club “occidental”.

No para Peterson. Rusia es parte de Occidente, afirma, y “los rusos creen que tienen el más alto deber moral de oponerse a las ideas degeneradas, a la filosofía, a la teología de Occidente”. Y lo que es más sorprendente, esa creencia, insiste Peterson, “no es errónea”: “Y hay algo en eso que no está mal. Y por eso la incursión de Rusia en Ucrania es, más verdaderamente, una guerra civil dentro de Occidente”.

“No está mal” es una forma bastante cobarde de decir que está bien.

Es muy cuestionable que los rusos crean que tienen el deber moral de hacer algo así. Pero incluso si lo creyeran, ¿justificaría llegar tan lejos como para: arrasar la ciudad de Mariupol, destruir alrededor del 90% de sus edificios, matar a miles de personas y expulsar a tres cuartas partes de su población bajo un intenso bombardeo? ¿Cómo justifica Peterson los horrores infligidos al pueblo ucraniano?

Si Mearsheimer cree que Putin actúa por comprensibles preocupaciones de seguridad, Peterson cree que Putin y el pueblo ruso actúan por comprensibles preocupaciones culturales. Están haciendo la guerra a los ucranianos porque son “parte de Occidente” y Occidente está en medio de una “batalla cultural” en la que “la cultura está perdiendo”. ¿Se entiende lo que dice? Plantea que Ucrania es parte de Rusia (su “esfera de influencia”) y Rusia es parte de Occidente; Occidente está en una “batalla cultural”; y la cultura está perdiendo en esta guerra y, por lo tanto, Rusia tiene que intervenir militarmente y rescatar “la cultura”. Q.E.D.

Lean a Peterson describir lo que cree que “piensan los rusos”:

“Esos occidentales están tan fuera de sí que una Ucrania devastada pero neutral es preferible a un Estado fronterizo funcional alineado con Estados Unidos y Europa. Esos occidentales están tan locos que empujaremos al mundo al borde de la guerra nuclear, y potencialmente más allá, para mantenerlos lejos de nuestras puertas, porque ya hemos estado allí antes, y no vamos a volver”.

Así, la petición de “dar una definición de la palabra ‘mujer’” demuestra que Occidente está tan “trastornado”, “degenerado” y “loco” que Rusia debe defenderse de él arrasando la vecina Ucrania y masacrando a su pueblo.

Independientemente de lo que uno piense de las “batallas culturales” en Occidente (y yo tengo mis propias opiniones, que tienden hacia el “vive y deja vivir” como fundamento básico para la paz), no pueden existir fosas comunes llenas de víctimas de las “batallas culturales”. Ni jardines de infantes bombardeados. Ni fósforo blanco lloviendo sobre civiles.

Todo lo que puedo decir es que calificar las afirmaciones de Peterson de “trastornadas”, “degeneradas” y “dementes” no está mal.

Artículo publicado en The UnPopulist, 2023

*Autor norteamericano y director del Cato University en Washington, DC.

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