La revolución de la cocaína en Venezuela

Un informe de Insight Crime indica que el país ya no solo es un puente para el narcotráfico, sino que ahora también es un terreno fértil para la producción de drogas

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El dictador Nicolás Maduro (Reuters)
El dictador Nicolás Maduro (Reuters)

Así se llama el informe presentado por la firma Insight Crime sobre el crecimiento de la producción de droga en Venezuela. Las últimas semanas han sido verdaderamente convulsivas en el país. La guerra interna de la dictadura, que pretenden bautizarla como una supuesta lucha contra la corrupción, ha ocupado la agenda informativa y nos ha nublado para no ver lo realmente importante de lo que está pasando. En medio de detenciones que van y vienen, decoradas con allanamientos y videos de señoritas que ostentan una vida marcada por los excesos derivados de la corrupción, no nos percatamos que en el frente está una realidad que hemos denunciado: Venezuela es un Estado mafioso, dirigido por un conglomerado de mafias que sin pudor alguno luchan entre sí para despojar a los venezolanos de sus riquezas. Hasta ahora solo hemos presenciado la punta del iceberg. Es decir, la planta baja de un rascacielos de más de cien pisos, donde el inquilino es el delito, la corrupción y la criminalidad.

Con lo ocurrido en los últimos días, se ilustra una foto nítida de una transición mafiosa. Por un lado, el poder cambia de actores. Pero por otro, se mantiene el mismo coctel de crimen organizado y autoritarismo. Es una especie de cambio para que no cambie nada, porque los engendros del mal están en Miraflores.

El informe de Insight Crime da cuenta de una transición criminal que ha venido ocurriendo en el seno de un país fragmentado, donde el Estado perdió el monopolio de la fuerza; y, por ende, escasea la ley y abunda el crimen. Esa transición que señala este informe indica que Venezuela ya no solo es un puente para el narcotráfico, sino que ahora también es un terreno fértil para la producción de drogas. Los estados fronterizos, sumidos en una pobreza inédita producto de la crisis económica generada por la dictadura, abandonados por el Estado y desbordados por la criminalidad rampante que imponen grupos irregulares, son los epicentros de los llamados laboratorios de cocaína.

Todas estas plantaciones y laboratorios están ubicados en territorios dominados por grupos guerrilleros colombianos, que durante generaciones han acumulado experiencia en la siembra y la comercialización de la coca y mantienen estrechos vínculos con elementos del Estado venezolano”, sostiene el informe. Los grupos narcoterroristas como los Ex Farc y el ELN mudaron, gracias al cobijo y la permisividad del dictador Maduro, sus operaciones de narcotráfico a Venezuela, trayendo consigo el “know how” criminal de más de medio siglo de conflicto armado. Entonces, nuestro país ya no es únicamente el refugio de estas estructuras delictivas, es también la base de operaciones criminales.

Como un dato no menor, el escrito en cuestión señala que el fenómeno migratorio ha tenido fuertes impactos en estas dinámicas criminales, puesto que los venezolanos que salen despavoridos del país se convierten en carne de cañón para grupos irregulares que buscan aumentar sus filas con base en mano de obra barata.

Otro dato que agrega el informe, y que no se puede pasar por alto, es que por Venezuela circula entre el 10% y el 15% de la droga que se distribuye a nivel mundial, lo cual confirma que el territorio venezolano se ha transformado en un espacio estratégico para el narcotráfico internacional. La droga que destruye millones de familias en el mundo, la droga que causa severos problemas de salud pública en el planeta, la droga que se traduce en violencia y miles de asesinados tiene una de sus columnas vertebrales en el régimen de Venezuela.

Por supuesto, este universo se ha forjado con el respaldo irrestrictito de las autoridades venezolanas. No en vano en manos de la justicia de los Estados Unidos reposan acusaciones judiciales por narcotráfico contra las cabezas del Estado venezolano. Para Maduro los ingresos provenientes de la economía negra son cada vez más una fuente de oxígeno para su régimen corrompido. Una investigación de la firma Ecoanálitica, realizada en conjunto con la organización Transparencia Venezuela, demostró que en este momento poco más del 20% del PIB venezolano proviene de rentas ilícitas. Ante el deterioro de la industria petrolera y con una economía reducida a sus mínimos históricos, para Maduro es de vida o muerte apalancarse en el delito para obtener ingresos que le permitan sobrevivir a él y a su entorno. De tal manera que la dictadura solo se sostiene repartiendo parcelas de poder a grupos que emplean prácticas delictivas dentro de la institucionalidad del Estado.

Este fenómeno representa uno de los mayores desafíos para la comunidad internacional, ya que no solo estamos hablando de un país que se divorció completamente de sus responsabilidades en la lucha contra el narcotráfico, sino que como bien lo describe Insight crime, la situación se magnifica al ser una placa de Petri perfecta para su extensión. Por eso el informe al que hago mención llega a una conclusión ineludible: Venezuela podría convertirse en el 4to país con mayor producción de drogas del mundo. Es decir, no lo hemos visto todo, los síntomas de la enfermedad aún podrían empeorar. Las dimensiones del problema podrían agravarse en la medida en que se sigan agravando las condiciones políticas, sociales y económicas en Venezuela.

Ignorar la complejidad del asunto no va a hacer que desaparezca, por el contrario, va a continuar su honda expansiva hasta convertirse en una bomba atómica para las democracias de la región. Que hoy Venezuela sea un paraíso para el narcotráfico, impone severas complicaciones al proceso de paz de Colombia, porque para que ese país pueda tener éxito en la implementación de los acuerdos requiere una Venezuela que acompañe decididamente la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado en general.

Hoy más que nunca es menester crear un nuevo foco de presión nacional e internacional sobre el régimen de Maduro. Esta telaraña de corrupción, narcotráfico y delito que envuelve al sistema venezolano se acentuará de no lograrse una elección presidencial competitiva el próximo año.

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