En forma simultánea al encuentro cumbre que el presidente Alberto Fernández mantenía en el Salón Oval de la Casa Blanca con su par norteamericano Joe Biden, desde Beijing se anunciaba una noticia que con el correr de las semanas puede sacudir los debilitados cimientos del Mercosur, y más grave aún para la región de América Latina, la necesaria e imprescindible confianza y armonía entre las administraciones de Biden y de Lula Da Silva. China superó a Estados Unidos como principal socio comercial de Brasil en 2009.
Funcionarios de primera línea de China y de Brasil rubricaron un acuerdo que permitirá a ambas naciones (que ocupan respectivamente el 2° y el 12° lugar en el ranking de potencias económica globales) realizar sus transacciones comerciales y financieras en forma directa, intercambiando yuanes por reales y viceversa. Según los últimos datos disponibles de la Organización Mundial de Comercio (OMC) Brasil importó USD 234 mil millones y exportó USD 280 mil millones en bienes en 2021. China es el mayor socio comercial de Brasil, con un intercambio bilateral superior a los 150 mil millones de dólares.
Desde 2021 China representa el 31,3 por ciento de las exportaciones brasileñas y el 22,8 por ciento de sus importaciones. El intercambio comercial con los Estados Unidos alcanza en cambio sólo el 11,2 por ciento de las exportaciones brasileñas y el 17,7 por ciento de las importaciones. Desde la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones señalaron que el acuerdo entre los gobiernos de China y Brasil “reducirá los costos y promoverá aún más el comercio bilateral además de facilitar la inversión”. El índice de inflación anual del país gobernado por el Partido de los Trabajadores no supera el 5,40 por ciento.
El mismo día en que se anunciaba el histórico acuerdo con el país carioca, China también completaba su primera operación comercial de gas natural licuado (GNL) liquidado en yuanes. La compañía de petróleo y gas CNOOC (que en Argentina es accionista junto a Bridas y British Petroleum en Pan American Energy) y su par francesa Total Energies, el holding más importante del país galo con ingresos superiores a los 182 mil millones de dólares, realizaron la primera operación de GNL en la Bolsa de Petróleo y Gas Natural de Shanghai con liquidación en moneda china.
El ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Lula, Mauro Vieira (que se había desempeñado como jefe de gabinete del ex canciller Celso Amorim) le dijo en una entrevista al periodista estadounidense Brian Winter (editor jefe del Americas Quarterly) que en caso de existir una llamada Doctrina Lula, esta tendría como objetivo central “la restauración de la imagen de Brasil y sus relaciones, no solo con nuestros vecinos latinoamericanos, sino también restaurar la presencia de Brasil en el mundo, en todos los diferentes tipos de escenarios mundiales, ya sean bilaterales o multilaterales”.
Vieira es un abogado de 72 años, doctorado en la Universidad de Georgetown con una vasta experiencia en la gestión pública. Estuvo al frente de la embajada de su país en Buenos Aires (2004-2010) y de Washington (2010-2015). Conoce de primera mano los profundos intereses políticos y comerciales que se cocinan adentro del Palacio Itamaraty ya que se desempeñó como jefe de la diplomacia brasileña entre 2015 y 2016 durante el gobierno de Dilma Rouseff.
Es también un fuerte crítico (con mucha razón de su parte) sobre el funcionamiento de los organismos multilaterales de la posguerra. Así se lo expresó a Brian Winter: “La situación de las Naciones Unidas también es preocupante porque asistimos a la parálisis de su principal órgano destinado a mantener la paz y la seguridad, que es el Consejo de Seguridad. El Consejo de Seguridad, con su formato de 1945, ya no se refleja en la realidad actual. Y estamos frente a una gran crisis en la que sus mecanismos, métodos y composición no permiten que las Naciones Unidas jueguen el papel fundamental que deberían tener, como Brasil argumenta que debe tener, y como lo hizo en el pasado”.
El pasado mes de enero durante una visita a Uruguay, Lula hizo público su deseo que el Mercosur haga un acuerdo “urgente” con la Unión Europea. Y a renglón seguido sostuvo que, una vez logrado ello, habría que sentarse a discutir un acuerdo entre China y el Mercosur. En este sentido el canciller Viera ha venido ejerciendo presión sobre el gobierno de Lacalle Pou al advertir que un acuerdo comercial de largo alcance entre ese país y China “destruiría” el Mercosur.
El último día de marzo el vicepresidente de la Cámara Baja rusa, Alexandr Babakov, anunció en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, celebrado en India, que los integrantes del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) están desarrollando su propia moneda, que podría estar respaldada no solo con oro, sino también con otros metales o materias primas. El grupo económico reúne a los principales países emergentes y concentra alrededor del 40 por ciento de la población mundial y el 20 por ciento del PBI global.
Días atrás el canciller Vieira afirmó que Argentina es el principal candidato de su país para sumarse al grupo de los BRICS. El presidente Lula realizará una visita oficial a China entre el 11 y 15 de abril. Del resultado de esta visita surgirá gran parte de la agenda que llevará a Beijing el ministro de Economía Sergio Massa el 7 de mayo.
Averell Harriman, uno de los políticos y diplomáticos de mayor influencia en la historia política estadounidense del siglo XX, afirmó que Hanoi, la capital de Vietnam, tenía el corazón en Moscú, pero el vientre en Beijing. El gobierno kirchnerista tendría que recordar al ex ministro radical de Economía que habló con el corazón y le contestaron con el bolsillo en los días previos a la hiperinflación de 1989 que marcó a fuego el gobierno de Raúl Alfonsín.
Un hombre teme más a lo que pueda sobrevenirle que a los sufrimientos que ya ha padecido, sentenció William Faulkner.
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