Dos días de reuniones concluyeron en Moscú. Era la número 40 entre ambos.
No hubo anuncios espectaculares, pero fue la confirmación de una alianza entre ambos países. No es un matrimonio de amor, sino uno de conveniencia. Una novedad histórica, además, ya que nunca había existido algo similar entre ambos, tanto que, durante la Guerra Fría, hubo una relación de adversarios ideológicos con la extinta URSS, que incluso tuvo un enfrentamiento armado en los 60.
La cumbre demostró también que no es una alianza entre iguales, sino que la superioridad la tiene China en un momento de debilidad rusa. No pesan ni representan hoy lo mismo, ya que Rusia es una potencia que solo tiene ambiciones en Europa y Asia mientras que China aspira a reemplazar a USA como potencia dominante, proyecto que hasta tiene fecha, el 1 de octubre del 2049, día que se cumplen 100 años de la fundación de la República Popular China por Mao.
Para China es un paso más en un libreto que tiene como hito la impotencia de USA ante el virtual cerrojo a Taiwán por la visita de Nancy Pelosi. Con posterioridad, en el Congreso del Partido Comunista, Xi se convirtió en la persona con más poder desde Mao, y dictadura personal en reemplazo de la colectiva.
Después, China se presentó al mundo con un discurso de autoafirmación, de poder agresivo a través de su nuevo ministro de exteriores, y sorprendió a Washington y al mundo al organizar un acercamiento nada menos que entre Arabia Saudita e Irán, cuyas consecuencias todavía no se manifiestan del todo, ya que China negocia para que Arabia Saudita acepte el pago en yuanes, lo que rompería el monopolio que el dólar estadounidense ha tenido en el mercado de la energía desde 1945.
Ahora Xi llega con su propuesta de paz para Ucrania, doce puntos que le dicen al mundo que China quiere también reemplazar a USA como la “nación indispensable”, aquella que hace cosas que no pueden hacer otros, que el Nuevo Orden Internacional que propone en sustitución del liberal es uno chino, y que trae de vuelta la geopolítica a una globalización que parecía ser solo economía.
Putin no le dio el gusto con una aceptación, a pesar de que la propuesta lo favorece, toda vez que un cese del fuego en estas condiciones probablemente significaría la partición de Ucrania y una realidad similar al paralelo 38 entre las dos Coreas. Sin embargo, la paciencia china no se altera, ya que le conviene a Rusia y porque el virtual rompimiento de relaciones que existe, le hace poseer algo de lo que USA carece, cual es conversar con Putin, y ser escuchados.
Que no haya aceptación formal de Rusia no significa que el tema desaparezca, ya que probablemente va a ser resucitado en la visita que Lula hará a Beijing este 28 de marzo, ya que el mandatario brasileño ha voceado ideas de paz muy similares a la propuesta china. No solo por simpatía (que las tiene hacia ambos), sino por conveniencia económica, por ejemplo, en el tema agrícola.
Y este hecho abre un componente que hace que el desafío chino sea radicalmente distinto para USA de lo que fue el soviético. Lo que marca diferencia es el inmenso poder económico de China, por ejemplo, su porcentaje de la deuda pública de Washington y su importancia para empresas estadounidenses.
El acrónimo BRIC fue una sigla creada para identificar economías emergentes con grandes dimensiones geográficas y demográficas. Originalmente fue una propuesta de un asesor de empresas en Londres, pero ya ha tenido un par de cumbres entre Brasil, Rusia, India y China, y es una realidad geopolítica a la que se han agregado Sudáfrica y mediante cortesía china también Irán, y aunque India es un adversario de China, es un colectivo donde no participa USA.
Refleja muy bien el cambio del mundo en este último tiempo, ya que originalmente era entre iguales y hoy, el poder chino aparece en forma visible y desigual sobre los otros.
Y eso marca también a la cumbre que acaba de tener lugar en Moscú, ya que deja muy en claro que Rusia es el socio menor, el que aporta materias primas y un gran poder nuclear al socio principal, fortaleciendo el tipo de relación que ya se había dado en Siberia y en el Ártico, es decir, capital, ideas e inversiones chinas.
No hubo -por ahora- una aceptación del plan de paz chino, pero sí acuerdos políticos y económicos, además del respaldo que significa que tuviera lugar solo días después del anuncio de la Corte Penal Internacional sobre Putin, quien recibió además una invitación para visitar Beijing.
Xi señaló que “se avecina un cambio que no se ha producido en 100 años”, agregando que está siendo impulsado por los dos, “juntos”.
Por su parte, en esta coreografía, expresión de quien había predominado en las reuniones, el brindis chino fue “por la prosperidad, el desarrollo y la felicidad de nuestros pueblos, por la amistad… de generación en generación”.
Lo más importante que concluyeron fue el acuerdo definitivo para construir un gigantesco gasoducto para el transporte de gas desde Siberia hasta China, uno que probablemente será más difícil de destruir que el Nord Stream II, marítimo, entre Rusia y Alemania. Y si menciono este tema, es porque entre las conclusiones figura la petición que se investigue internacionalmente ese hecho.
Fue una cumbre donde hay diferencias con lo que se acostumbra en Occidente, toda vez que no había una opinión pública propia, en el sentido que aquí se entiende. Sobre todo, lo que se buscaba era demostrar una comunidad de intereses para confrontar a USA, además, en días donde en Bakhmut, Rusia no ha logrado conquistar esta ciudad debido a la resistencia ucraniana.
Esta cumbre parece haber agregado lo que les faltaba a dos documentos, de interés conjunto, que habían circulado en reuniones anteriores en forma más embrionaria, y que tienen que ver con la visión de un futuro común, donde ambos reconocen que la nueva configuración internacional tiene predominio chino, lo que es notorio en la estructura de los documentos.
Por su parte, los pilares de cooperación, que al parecer serian nueve, no son todos los habituales de los rusos, pero sí lo son de los chinos, lo que también aparece en el listado de áreas de interés.
El primer documento habla de la “Profundización de la Alianza Estratégica de Coordinación para la Nueva Era” y el segundo sobre una especie de “Plan sobre las prioridades de la Cooperación Económica” entre ambos.
Las prioridades chinas figuran en el apoyo a la Iniciativa de la Ruta de la Sede y en el “camino de la modernización”, como también que la visión sobre derechos humanos y cooperación militar sea “común”.
También surgen prioridades chinas en temas como la “reforma de la gobernanza internacional” y “la democratización de las relaciones internacionales”.
Por último, la mano de Beijing también se nota en la crítica a Aukus, la alianza entre USA, Australia, y el Reino Unido, que incluye submarinos nucleares, para contener a China en el Pacifico.
¿Como figura Ucrania? Se dice que “China no es neutral” y que ambos países tienen posiciones comunes frente a ella, sin elaborar mayormente ni agregar nada novedoso.
Hay sin duda una alianza, una visión compartida sobre el orden internacional y una narrativa, donde China predomina, lo que obviamente le conviene a Beijing y donde el rol menguado de Rusia, quizás China lo vea como un regalo geopolítico.
En este nuevo esquema, los aciertos y, sobre todo errores de USA no han sido menores en este resultado de claro provecho de China, el gran y único rival de USA en la cima, permaneciendo abierta la pregunta de si USA está hoy preparada para confrontar a una China que se despliega a todo nivel, y cuyo viaje hacia la cima solo puede ser detenido si existe la voluntad de confrontarla.
Es también un mundo, donde USA ha perdido poder disuasivo (sobre todo, después del retiro caótico de Afganistán) y también de articulación con socios que no sean los europeos. Claramente, hoy ni China ni Rusia la escuchan demasiado.
Es sin duda una nueva etapa, donde no solo se modifica la neutralidad escandinava, sino que incluso los derrotados de la Segunda Guerra Mundial parecen disponibles para armarse por primera vez desde 1945, Alemania en Europa y Japón en Asia. En estos mismos días, hasta el primer ministro de Japón escapa de la habitual prudencia del cargo para visitar Kiev.
¿Qué le falta a USA? Todo, todo lo que abundó en la Guerra Fría. Es decir, claridad en la identificación del adversario, confianza en las ventajas propias, además de unidad interna y la decisión de liderar a una parte del mundo en este cometido. Por cierto, si USA desea continuar siendo la superpotencia principal, antes de liderar a otros debe convencerse a sí misma que el desafío chino no tiene retorno.
Es decir, necesita reaccionar.
De partida, no debe permitir que China le pase por adelante con la narrativa de un nuevo orden internacional, toda vez que el que hoy se vive es fruto del liderazgo de USA, incluyendo la creación de las Naciones Unidas. También lo había sido el anterior del siglo XX, la fracasada Sociedad de Naciones.
Y aunque no se note, ya que abundan las resoluciones en contra de USA, lo sigue financiando. Abunda también el control por parte de adversarios de instituciones claves de la ONU, como la de Derechos Humanos. También hay una burocracia internacional que controla agendas y que tiene sus propios intereses, lo que nunca ocurrió en la Guerra Fría. Sobre todo, hay una sensación de obsolescencia.
Que USA proclame su decisión de crear una Nueva Arquitectura Internacional, con instituciones que reflejen mejor el siglo XXI, es una necesidad también de política interna, ya que le daría a un país polarizado y dividido, la unidad de propósitos y un sentido de misión del que se carece. Aportaría una politica exterior bipartidista, hoy inexistente.
USA necesita rescatar la poderosa idea que la lucha es por principios tales como la democracia y los derechos humanos. No lo es por el mercado, ya que su primacía como asignador de recursos es de tal modo aceptada, que en esta reciente cumbre sino-rusa figura la promoción de una “economía mundial abierta”.
Lo que se debe recalcar una y otra vez es la diferencia entre libertad y dictadura.
También el hecho que el mayor poder de USA quizás no sea el “duro”, el militar, sino el “blando”, en un doble plano: a) en el efecto demostración del “american dream” que atrae a tanto inmigrante a sus fronteras, y que fuera vital para el triunfo sobre la URSS. Y b) un poder que nunca había dispuesto otro país o imperio, no el de la elite, el de la cultura popular, el de las imágenes, aquel donde hasta para protestar contra USA se usan artefactos de esa cultura popular.
En cuanto a China, para convencerse de sus intenciones, USA solo tiene que revisar su propia historia, ya que los pasos chinos parecen copia de lo que Washington le hiciera a Gran Bretaña hace un siglo.
Sin olvidar, que ello fue así a pesar de que eran aliados. Y China no lo ha sido nunca.