Los teletipos que cubren Caracas han estado muy activos en las últimas 72 horas ante lo que pareciera ser un proceso de descomposición del régimen chavista que ha gobernado Venezuela desde 1998 con resultados realmente catastróficos desde el punto de vista de las estadísticas económicas y sociales. En efecto, durante el periodo la pobreza ha aumentado del 25% al 65% de la población. La inflación de 9% a 235% y el tamaño de la población se ha reducido de 30 millones a 27 millones creando la mayor catástrofe migratoria en toda la historia del Hemisferio Occidental.
Finalmente PDVSA, la empresa bandera de la economía venezolana considerada en el siglo pasado como una de las principales empresas del mundo por la revista Fortune está hoy en situación de quiebra y con investigaciones abiertas por las autoridades del mundo entero por ser considerada como el nido de la más perversa corrupción jamás conocida.
Ahora nos llegan noticias de que el gobierno está investigando a las autoridades de PDVSA por su participación en hechos de corrupción. Se sabe que el ministro de Petróleo ha renunciado y que las órdenes de arresto contra funcionarios de la empresa se multiplican cada día.
Los incautos creen que llegó el final del régimen. Los mejor informados entienden que se trata de una pugna interna por el poder entre las diversas facciones del chavismo. La pregunta que surge entonces es: ¿Por qué se están peleando los rectores del régimen chavista?
La respuesta es simple. El botín se ha hecho más chico y por lo tanto no alcanza para comprar las voluntades que se requieren para mantener la estabilidad del régimen y sostener la vida de lujos al que el andamiaje chavista aspira. Las sanciones impuestas por la comunidad internacional han hecho muy difícil esconder el producto del saqueo en cuentas bancarias del extranjero. Los paraísos fiscales no se dan abasto. Se desata así la lucha por el poder porque claramente hay que reducir la participación en un pastel que cada día se hace más pequeño y tomar control de los hilos del poder para poder poner a salvo las fortunas acumuladas.
Es exactamente lo mismo que ocurrió en el filme “Los Gremlins”. El mundo es destruido por una invasión de seres que devoran todo lo que encuentran a su paso. En la vorágine destructiva los Gremlins se atacan y destruyen entre sí por quedarse con los alimentos de todo hogar, automercado o deposito. En la medida que la destrucción prospera hay menos alimentos y esto hace que los Gremlins se tornen más violentos.
Lo mismo ocurre en Venezuela. Luego de dos decenios y medio sin rendir cuentas y explotando todas las riquezas naturales del país, ha llegado el momento en que el tamaño del pillaje no alcanza para el ejército de Gremlins que ha crecido exponencialmente en los dos últimos decenios. Y, al igual que en la película, la única forma de eliminar a los Gremlins es exponiéndoles a luz del sol.
En el caso de Venezuela la luz del sol está representada por los organismos internacionales de prevención del blanqueo de capitales y de activos, y de lucha contra el financiamiento del terrorismo. Los líderes de la Revolución Bolivariana saben que la luz del sol se acerca y por ello pretenden buscar parasoles para protegerse mientras abren las ventanas para exponer a los rivales.
En síntesis, una suerte de querella interna que nos recuerda el inolvidable filme de horror del año 1984. Lo que no podemos dilucidar aún es si la luz solar llegará a tiempo para salvar a la dolorida población de lo que fuera hace cinco lustros la economía mas vibrante de la región.
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