El 8 de marzo se conmemoran las acciones que las mujeres que nos precedieron realizaron para que entre otras cosas hoy la diferencia de ingresos entre hombres y mujeres sea menor. Por su empeño en lograr justicia hoy podemos votar, ir a la universidad o divorciarnos. Se nos olvida que hasta hace menos de un siglo se nos prohibió todo esto, no podíamos “ser”. Estos cambios han sido gracias a las mujeres feministas que casi ininterrumpidamente, durante los últimos más de trescientos años, han dedicado sus vidas a que podamos disfrutar de manera más saludable las nuestras… y seguir trabajando para las generaciones que nos sucederán.
En 1909 comenzó una manifestación que duró hasta el año siguiente donde más de 40 000 mujeres reclamaban acabar con la situación de explotación en las fábricas, como jornadas de 75 horas a la semana, salarios 1/3 menores que los de los hombres y sin vacaciones. Lograron reducir la jornada a 52 horas y vacaciones, pero la diferencia de ingresos entre los sexos no varió mucho.
Hemos avanzado, sí, pero no tanto. Hace apenas tres años se estimaba que la brecha quedaría cerrada en 50 años, hoy el Global Gender Gap Index 2022 la ha incrementado a 68 años, es decir, nuestras hijas y nietas seguirán estudiando más, esforzándose más en sus trabajos, haciéndose cargo de más trabajo doméstico de lo que quisieran y teniendo como consecuencia de lo anterior, empleos que generen menos ingresos que sus parejas y que establecerán relaciones materialmente desiguales. Ganar en Perú un 30% menos por el mismo trabajo evidencia la tremenda discriminación que todavía existe contra las mujeres. Hay programas nacionales como el de Fundación Forge u otros, que están tratando de avanzar en la paridad salarial con buenos resultados.
Tenemos que pensar en formas de acelerar a grandes saltos la conquista por la igualdad, y debe pasar por la igualdad salarial, por equiparar desarrollos profesionales entre hombres y mujeres, por ponernos de acuerdo como sociedad en que la dedicación que requieren los hogares debe ser realizada en igualdad si se quieren sociedades justas. La brecha no puede demorar tanto, los cambios deberían ser mucho más inmediatos si queremos vivir en sociedades libres de estulticia donde hombres y mujeres puedan identificarse como iguales, y eso no va a ocurrir si con nuestro salario se nos sigue diciendo que o hacemos nosotras vale menos.