El mayor aprendizaje de Estados Unidos a un año de la invasión a Ucrania: China es su principal adversario

No hubo victoria fácil como lo esperaba el Kremlin, y al cumplirse el primer adversario es obvio que nada salió como lo esperaba Moscú

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No hubo victoria fácil como lo esperaba el Kremlin, y al cumplirse el primer adversario es obvio que nada salió como lo esperaba Moscú (AFP)
No hubo victoria fácil como lo esperaba el Kremlin, y al cumplirse el primer adversario es obvio que nada salió como lo esperaba Moscú (AFP)

En la madrugada del 24 de enero de 2022, con 100.000 soldados, Rusia iniciaba la invasión de Ucrania. No hubo victoria fácil como lo esperaba el Kremlin, fue detenido en días su avance hacia Kiev, y al cumplirse el primer adversario es obvio que nada salió como lo esperaba Moscú.

La guerra parece estancada, una negociación se ve lejana y todo indica que la duración será prolongada.

Con sus consecuencias en la inflación internacional y los mercados de la energía y de los alimentos, y por la cantidad de actores involucrados directa o indirectamente, es la primera guerra global del siglo XXI, marcando el regreso de la geopolítica y la historia, cambiando el rumbo de la globalización que deja de ser -quizás definitivamente- un proceso puramente económico.

Como teatro bélico es un guerra europea, la primera en 77 años después del término de la Segunda Guerra Mundial, o para ser más detallistas, el primer enfrentamiento bélico desde la guerra civil de la ex Yugoeslavia de los ‘90, y el consiguiente bombardeo de la OTAN, o para mayor precisión, de Estados Unidos a Belgrado y a Serbia.

Es también parte del proceso no finalizado de disolución de un imperio, ya que la ex URSS fue la continuidad territorial del imperio zarista, como también lo es el intento de Putin de recrear la Gran Rusia. Así fue que tras su desaparición, las 15 divisiones administrativas pasaron a ser países independientes, y como lo demuestra Chechenia para Rusia o el Donbas ucraniano desde 2014, o los conflictos por Osetia con Georgia en 2008 o desde los ‘90, la Transnistria entre Rusia y Moldavia o Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, es un proceso que no ha terminado, similar a la América Latina del siglo XIX, después del término del imperio español o el medio oriente, después de la desaparición del imperio otomano al finalizar la primera gran Guerra Mundial.

La resolución de la dirigencia de Kiev en relación con descartar toda alternativa de política exterior y de seguridad que no pasara por la adhesión a la OTAN, dejó a Moscú ante la opción de la fuerza (AFP)
La resolución de la dirigencia de Kiev en relación con descartar toda alternativa de política exterior y de seguridad que no pasara por la adhesión a la OTAN, dejó a Moscú ante la opción de la fuerza (AFP)

Antes de la invasión ambos países ocupaban bajos lugares en índices de democracia y corrupción por lo que la diferencia no estaba allí, sino que la lucha era por la libertad.

Rusia se encontró con una aplaudida resistencia por parte de Ucrania y un creciente involucramiento de la OTAN, que renació ya que pudo haber desaparecido junto con el Pacto de Varsovia, aunque todavía mantiene las líneas rojas de la Guerra Fría, que no hay involucramiento directo de sus tropas en las batallas con Rusia.

Trae también lecciones para todos los participantes, con una Rusia que ha mostrado una inesperada debilidad militar, lo que crea tantos problemas como su agresividad, es decir, se ha transformado en un espejo de los problemas que genera una potencia que no demuestra serlo, cuando tiene un desempeño militar vacilante e inseguro, ya que abre escenarios inesperados, que van desde la amenaza de armas nucleares tácticas hasta la posibilidad que la guerra se extienda a otros países.

Para Estados Unidos los doce meses transcurridos han demostrado algo que al país le costaba aceptar, que su verdadero rival en este siglo XXI no es Rusia, sino que es sin duda alguna China, enfrentamiento que va a definir a la superpotencia del siglo XXI, para el cual China demuestra tener la voluntad, el respaldo económico y los recursos militares y tecnológicos para intentar el reemplazo.

Es un proceso histórico muy estudiado, existiendo teorías para explicar la relación entre una potencia hegemónica que parece en declive con otra en ascenso.

La expresión “La Trampa de Tucídides” fue propuesta por el profesor estadounidense Graham Allison en 2015 y sirve para explicar la actual competencia por el cetro mundial entre China y Estados Unidos. Allison se inspira en la Historia de las Guerras del Peloponeso del historiador griego Tucídides, que describía el conflicto entre Esparta y Atenas en la Grecia clásica del siglo V a.C.

Allison estudia 16 casos similares en la historia y se asemeja en sus conclusiones a un notable texto, el del profesor británico Paul Kennedy, publicado en 1987 y que se llama “Auge y Caída de las Grandes Potencias”, que también revisa la historia para describir el proceso donde una potencia deja de disponer de la voluntad y los recursos para mantener su nivel y es reemplazada por una emergente.

Y hablar de China como potencia “emergente” es solo una forma de decirlo, ya que, en sus cinco milenios fue más poderosa que Occidente en la mayoría del tiempo.

Europa y la Unión Europea han demostrado sus limitaciones y han actuado como un actor menor, en comparación a la centralidad que ha tenido Estado Unidos.

Lo que resulta más difícil de entender es lo mucho que le ha costado a Estados Unidos entender que por agresivo que sea el actuar de Rusia, es un actor limitado a ese escenario geopolítico, y no tiene fuerza ni voluntad para aspirar a algo mas que no sea la recreación del imperio ruso. Por cierto, agresivo, pero limitado.

Esa limitación no la tiene China, que de prolongarse la guerra podría darle la razón al ex jefe de la inteligencia del Reino Unido que compartía su temor que China fuera el gran ganador, y donde lo realmente inaceptable para ella seria la derrota de Rusia, ya que perjudicaría su proyecto de superpotencia.

Y esa es quizás la gran novedad que puede dejar esta invasión de Ucrania, que dos países que nunca lo han sido terminen como aliados. Basta observar el mapa para darse cuenta de lo que significa la continuidad territorial de ambos, y la suma de sus poblaciones.

Creo que Estados Unidos y en general Occidente se equivocan en algo para lo cual no hay respaldo, que China podría actuar como intermediario para convencer a Putin y que estaría en su propio interés hacerlo.

No hay sustento para ello, y lo único que parece imponerse es que ideológicamente China culpa de la guerra más a lo que llama la hegemonía de EEUU que a la invasión de Putin.

Todo indica que China no es un intermediario ni un embajador de buena voluntad de Occidente, y que ha apoyado a Rusia con recursos económicos que le han ayudado a superar el efecto de las sanciones, las cuales hasta el momento no han cumplido su objetivo de detener las acciones bélicas de Rusia. Por el contrario, Ucrania está siendo sometido a bombardeos que destruyen su infraestructura y para los cuales no tiene adecuada defensa.

Junto con India, China ha comprado petróleo y gas y su sistema financiero ha servido para que Rusia pueda seguir comerciando con el mundo, ya que, de hecho, las sanciones han sido fundamentalmente de Europa y Estados Unidos, con escasa participación del llamado tercer mundo, como ocurre tanto con África como con América Latina.

La verdad es que, de proponérselo, China puede ser un apoyo formidable para Rusia, y ello es así, incluso si no le proporciona armas letales. De hecho, en el actual momento de la guerra, Ucrania y Rusia se enfrentan al problema central de una guerra prolongada, la falta de municiones, y al parecer, en un escenario post Guerra Fría, donde no se asumieron conflictos tan prolongados, incluso los países de la OTAN y el propio Estados Unidos tienen problemas para abastecer a Ucrania de lo que necesita.

El gran problema no solo son aviones o misiles, sino que China puede ser decisiva si pone a disposición de Rusia su capacidad productiva, con la potencialidad de transformarse en lo que fue EEUU para Gran Bretaña (y la propia Rusia) en la Segunda Guerra Mundial.

¿Ocurrirá así? No necesariamente, ya que China en general se ha comportado con prudencia, pero no hay ley escrita al respecto.

Lo que EEUU debe tener en consideración es que China plantea desafíos que nunca tuvo con la Unión Soviética. China en cambio es un gran actor económico y tiene presencia en buena parte del mundo, por ejemplo, con el mayor proyecto de infraestructura, la nueva Ruta de la Seda.

Estados Unidos sigue siendo sin duda alguna la principal potencia del mundo, pero cualquier revisión de las últimas décadas demuestra que las distancia disminuyen con rapidez.

Para Estados Unidos no sería tan fácil como lo fue con Rusia conseguir que sus empresas abandonen ese mercado, dada la importancia manufacturera de China, bastando al respecto observar el abastecimiento chino en el comercio estadounidense, desde Walmart hasta Apple.

Aun antes de la invasión, la presencia china en Rusia era observable en lugares como Siberia, con inversiones muy relevantes. Su importancia también era visible en el proyecto ruso de aprovechar el calentamiento global para transformar al Ártico en una nueva ruta, clave para el comercio mundial.

El territorio era ruso pero el dinero era chino.

China está presente no solo en la gran empresa sino también en las universidades de EEUU, haciendo difícil una eventual “cancelación” del país, tal como se ha intentado con Rusia después de su invasión. Y cuando se habla de Taiwán, no solo hay que pensar en un desembarco militar, sino lo que demostró el cierre del país que hizo China después de la visita de Nancy Pelosi el año pasado, donde fue visible para todos cuán importante era la isla para el abastecimiento mundial de semiconductores, el nuevo equivalente del petróleo para los países.

En otras palabras, si algo ha demostrado lo que ocurre en Ucrania es mostrar cuanto más difícil sería para EEUU el desafío chino, en comparación al ruso. Y con toda seguridad, Beijing está observando con todo cuidado lo que se puede hacer y como hacerlo.

En Ucrania, invasor e invadido, Europa y Estados Unidos tienen objetivos y plazos distintos. Pero también los tiene China.

EEUU aparece hoy demasiado dividida para la embestida del que es hoy su principal acreedor, como es el caso de China, también dueña de buena parte de la deuda pública estadounidense.

El desafío chino para reemplazar a Estados Unidos como la superpotencia del siglo XXI no tiene retorno. Y como lo demuestra también Ucrania, EEUU ha perdido además capacidad de disuasión.

¿Presenciaremos en este siglo, un viaje a Moscú similar al que hicieran en 1972 Nixon y Kissinger, para reunirse con Mao en Beijing y cambiar la historia?

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