La destrucción por parte de aviones caza norteamericanos del globo de procedencia china afectará negativamente las operaciones de investigación y medición meteorológica. En efecto, de llegar a determinar el Departamento de Defensa de los Estados Unidos que el globo contaba con equipos de espionaje, el mundo tendrá que confrontar la parálisis de actividades de investigación científica que usa estos aparatos voladores para determinar el curso de los vientos, la fuerza de las mareas, la consistencia de la pluviosidad, el ímpetu magnético de las irradiaciones de los lunares solares, etc. Todos estos elementos son vitales para advertir cambios bruscos en la conducta climática y advertir tanto a las marinas mercantes como a las aerolíneas sobre las zonas de peligro para que las evadan. También es vital esta información para preparar los equipos que deben realizar las operaciones de rescate y de salvamento de personas atrapadas en desastres naturales como el acaecido en Turquía y Siria hace casi dos semanas.
De ser cierto que China utilizó uno de estos globos -que por cierto son decenas de miles- para espiar a los Estados Unidos, las actividades científicas que se llevan a cabo mediante el uso de globos serán sometidas a un escrutinio asfixiante que posiblemente las diezme o las imposibilite.
Pero las consecuencias de este suceso no paran en la relativa parálisis de actividades de investigación científica sino que terminarán por afectar nuestra vida cotidiana porque se va a iniciar un proceso de supervisión y control de las comunicaciones nunca visto con anterioridad. Así como desde que ocurriera la tragedia del ataque al World Trade Center de Nueva York nunca pudimos abordar de nuevo un avión sin tener que someternos a un ritual de desembarazarnos de sweaters, correas, zapatos y relojes, ahora nuestras comunicaciones van a ser sujeto de escrutinio para determinar si a partir de los globos chinos hubo contaminación de las redes de emisión de Occidente.
Y como hasta la fecha no solo no se sabe qué tenía a bordo el globo chino y tampoco sabemos que eran los otros tres objetos derribados por la aviación norteamericana, ni cual es su origen o su propósito, vamos a tener sobre nuestras cabezas la espada de Damocles de un establishment de Defensa que sospecha hasta de los cometas que vuelan nuestros niños.
Desde el punto de vista del estricto equilibrio geopolítico, tanto China como Estados Unidos parecen estar dispuestos a iniciar una suerte de Guerra Fría que tiene el pequeño inconveniente de profundizar la recesión económica y crear profundo descontento entre sus respectivas poblaciones dado el grado de interdependencia que las economías presentan. En fin, un incidente que promete tener tanto o más peso que el vuelo del avión U-2 pilotado por Gary Powers y derribado por aviones caza soviéticos. Estados Unidos declaró inicialmente -al igual que hoy China- que la misión de Powers era de investigación científica. Pero los soviéticos probaron que se trataba de un vuelo de espionaje al mostrar el equipo del avión. En ese entonces se clausuró una reunión cumbre en París entre Eisenhower y Khrushchev, de la misma forma que ahora Blinken suspendió su viaje a Beijing. Las relaciones se tensaron entre las dos potencias pero esto no afectó a la economía mundial porque no había intercambio económico alguno entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero hoy este enfrentamiento además de afectar el devenir de las investigaciones científicas sobre el clima van a poner en peligro la recuperación economía mundial luego del COVID-19.
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