Este es el consejo que muchos de sus asesores legales están transmitiendo a Elon Musk fundador de Tesla y de Spacex y asaltante de Twitter. Al parecer los inversionistas en Tesla perdieron la paciencia con la adicción al tuiteo del Sr. Musk y han iniciado acciones legales para cobrarle la pérdida de valor de las acciones de Tesla. Esa pérdida está atada según los accionistas de Tesla a los tuiteos de Musk.
De llegar una corte de Estados Unidos a la conclusión de que efectivamente los tuits del Sr. Musk provocaron el despeñadero de las acciones de Tesla, no solo podría este perder su posición accionaria en la empresa sino que se establecería un precedente que llevaría a la regulación del tuiteo. Porque una sentencia de esa naturaleza, movilizaría las juntas directivas de las empresas cuyas acciones se cotizan en bolsa hacia la imposición de restricciones de contenido de tuits a sus a propietarios y jefes ejecutivos. Esta seria la primera vez que por la vía privada se inicia el proceso de establecimiento de límites a las redes sociales.
Para muchos esto es un retroceso pero para quienes hemos observado el papel que jugaran las redes sociales en los sucesos del 6 de Enero del 2021 en Estados Unidos y del 8 de Enero del 2023 en Brasil esta iniciativa marca un hito positivo en el proceso de canalizar el impacto de las redes sociales hacia las avenidas de la construcción de valor o de divulgación de contenidos positivos. Porque la iniciativa significa que un segmento de la sociedad civil, en este caso las corporaciones no están dispuestas a permitir a las plataformas de información modernas la destrucción de valor. Y, desde luego, que en la construcción de la democracia tiene mucho más valor la movilización de la sociedad civil para encauzar procesos; ideas o actividades que hacer del estado el arbitro del destino de las innovaciones informativas. Porque cuando las iniciativas de establecer limites parten de la sociedad civil la democracia se nutre desde dos dimensiones. La primera y mas obvia es la de la movilización en pos del logro de un objetivo concreto. La segunda y menos obvia es que enseña tanto a los afectados por la movilización como a los movilizados la virtud del autocontrol. Y de eso trata la vida en democracia. Cuando cada individuo comprende que sus derechos llegan hasta los linderos de los derechos de otros individuos las comunidades viven en armonía y el peso sobre el gasto en organizaciones supervisoras de la conducta ciudadana desaparece. Crecen así sociedades sanas donde no es necesario gastar en castigar a la ciudadanía sino en premiar su conducta con buenos servicios públicos en las áreas de la educación, la salud, la infraestructura y la seguridad.
Comienza así a limitarse el tamaño del Estado y a crecer los espacios democráticos. En síntesis se inicia el camino de limar los efectos nocivos de la innovación por la vía de la acción ciudadana y no la de la intervención del estado.
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