En el 2022 muchos fueron los titulares declarando al 2023 como el escenario en que se iniciaría la conquista del planeta Marte y la redención de bots y de malas compañías en Twitter para convertir a esta red social en la mayor plataforma informativa del mundo. Y llegó el 2023 luego de un 2022 que nos pareció eterno y desalentador ya que los efectos del cambio climático y del extremismo político destruyeron las ilusiones de progreso que siguieron a la doma del COVID-19.
Sin embargo las hojas del té nos dicen que quizás el 2022 sea añorado a mediados de este año.
En efecto, varios signos nos advierten que las tendencias que germinaron en el pasado reciente se harán mucho mas intensas y posiblemente más destructivas ahora.
Uno de esos signos ya fue identificado por la directora del FMI, Kristalina Georgieva cuando indicó que un tercio de la economía mundial estará en recesión ya que el crecimiento se había evaporado simultáneamente en China, Estados Unidos y Europa.
Este fenómeno no había ocurrido en los últimos treinta años ya que la economía China creció a tasas de dos dígitos durante al menos dos décadas mientras que Europa y Estados Unidos exhibieron tasas modestas de crecimiento pero no dejaron de crecer.
Hoy ninguna de estas potencias económicas va a crecer y eso significa que habrá menos consumidores dispuestos a comprar bienes y servicios; menos necesidad de emplear trabajadores y menos inversiones. En síntesis, una reducción significativa de la actividad económica que hará crecer la pobreza en el mundo y reducirá la capacidad de las naciones para prestar servicios sociales.
Y esta situación se verá agravada con el impacto de dos procesos. Uno tiene como protagonista a la madre naturaleza. El cambio climático ha provocado en el 2022 más crisis humanitarias que las guerras mundiales. En Pakistán, por ejemplo, tres de cada siete habitantes han sufrido el impacto del cambio climático. Esto ha provocado una reducción del crecimiento que, a su vez, ha mermado la capacidad del estado pakistaní para socorrer a los desplazados y prestar servicios de asistencia a la población en general. Acompañan a Pakistán treinta naciones del mundo que incluyen a Australia. La ONU estima que el cambio climático afectará a 200 millones de personas en el mundo.
El segundo acontecimiento que afectará severamente al mundo este año es el crecimiento del totalitarismo que se ve claramente en la invasión de Rusia a Ucrania pero que es menos evidente en otras latitudes de Europa, Asia, África y América Latina donde políticas públicas despóticas están generando rios de migrantes que buscan en Estados Unidos y en Europa contar con seguridad y acceder a salarios mínimos pero seguros. Así vemos como casi 7 millones de venezolanos se han desplazado hacia América Latina y Estados Unidos colocando presión sobre los magros servicios públicos de los primeros y sobre el clima político de Estados Unidos. Ni hablar de los rios humanos que fluyen de Nicaragua y Cuba hacia los Estados Unidos.
Y para finalizar este nada auspicioso cuadro pesa sobre la humanidad por primera vez en la historia la amenaza de un holocausto nuclear. Porque se sabe que la decisión final de detonar o no las armas nucleares rusas están en manos de un demente que cree devolver el reloj de la historia a la era de Pedro el Grande cuando se crea el imperio ruso. Y manejar este dilema pareciera trascender las capacidades de gestión de la mayoría de los jefes de estado del mundo. Lo cual hace difícil conciliar el sueño.
En fin, el agno en que supuestamente Spacex iniciaría la conquista de Marte y Twitter se convertiría en la plataforma de comunicación más confiable del mundo pareciera ser el escenario donde ambos proyectos podrían ser víctima de un holocausto nuclear.
Seguir leyendo: