La primera semana del gobierno de la Presidenta Dina Boluarte ha desnudado el verdadero rostro de Pedro Castillo y su entorno más cercano que, fungiendo de demócratas, llegaron al gobierno a través de elecciones legítimas para luego aprovecharse del poder y convertir Palacio de Gobierno en un festín de ineptitud y corrupción, sin el más mínimo respeto por la Constitución, la moral y el amor por el país.
La sucesión constitucional correctamente ejecutada por la estructura del Estado que protege la democracia, debe permitirnos ahora poner nuevamente en agenda los temas de interés nacional que fueron dejado de lado por los intereses subalternos del régimen castillista y el desastroso manejo de la gestión pública en el año y cuatro meses que dolorosamente duró su presidencia.
¿Por dónde empezar? Es claro que hay una imperante oportunidad para atender las necesidades de las regiones más alejadas del Perú, postergadas por años de firme crecimiento económico nacional, pero que careció de una adecuada estrategia de desarrollo equitativo, afectadas además por la pésima y populista forma como se ejecutan los recursos del Estado sin priorizar la sostenibilidad y el crecimiento de país.
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Por ello, es importante superar la crisis política de la manera más rápida y responsable posible, pero sin ceder un solo milímetro al chantaje político de quienes pretender imponer, con violencia y usando a ciudadanos como carne de cañón, una asamblea constituyente por la que ni siquiera lucharon cuando usufructuaban del poder.
No debemos olvidar que la constante amenaza de pretender cambiar la Constitución, hizo que el dólar nunca se recupere de la estrepitosa subida que tuvo desde el inicio del gobierno de Perú Libre y Juntos por el Perú, y mantuvo inestable los indicadores económicos a punto que las principales agencias de calificación crediticias disminuyeron el grado de inversión por la irresponsable forma de manejar la economía nacional.
Aun así, la fortaleza económica del Perú, basada principalmente en la fuerza de su pequeña y mediana empresa, junto a nuestras riquezas en cobre y otros metales preciosos, así como el petróleo y la agricultura, nos muestra el camino de prioridad por la que debería transitar la reactivación de la economía como factor clave para recuperar la confianza de los peruanos en su economía doméstica y la búsqueda por elevar nuevamente los indicadores que permitan retomar el camino de la inversión pública privada que tanto crecimiento nos permitió alcanzar en los últimos 30 años.
Para poder desarrollar un gobierno con eficiencia se necesita un aparato de gestión pública que ejecute las obras públicas con celeridad, transparencia y alto tecnicismo. Para ello el liderazgo de la Presidencia de Consejo de Ministros es fundamental para echar a andar el aparato público a través de un gabinete que se aleje de la conflictividad y la agenda mediática, y se concentre en devolver al país, paz social, estabilidad económica y confianza en el Estado.
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El adelanto de elecciones es sin duda un elemento importante en este proceso, pero éste debe circunscribirse al ámbito legislativo y político para que el resto del Estado pueda abocarse a los temas de agenda que acabamos de bosquejar.
Ojalá que las próximas semanas nos regalen un ambiente más propicio para hablar del desarrollo del país y que, con el devenir de las semanas, haya también fracasado por completo el intento de Pedro Castillo de chantajear a los políticos con quienes robó en el Estado para que busquen a gritos y sangre obtener su libertad. Ellos, sus cómplices, saben bien que si el Poder Judicial actúa con firmeza y Castillo permanece en prisión, el fracasado golpista ya no contará más el cuento del pollo, sino que tendrá que contarle a la justicia y al país la lista de políticos, empresarios y camaradas con las que desarrolló su vergonzoso gobierno de corrupción.
Toca hacer votos y apoyar para que la estabilidad y la sensatez vuelvan a ser el eje del desarrollo de nuestra Nación.
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