No todos los días se invita a un rabino ortodoxo a pronunciar una oración en la toma de posesión de un presidente estadounidense, pero allí estaba yo el 20 de enero de 2017 haciendo precisamente eso. Para ser claros, como fundador del Centro Simon Wiesenthal, nunca he respaldado a ningún candidato de ningún partido. Pero tuve el honor, como judío estadounidense nacido de padres inmigrantes pobres, de pararme ante la nación y el mundo y -flanqueado por los presidentes Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama, y el presidente entrante Donald Trump-, decir estas palabras:
“¡Las libertades que gozamos no se otorgan a perpetuidad, sino que deben ser reclamadas por cada generación!”
En 2022 no es ningún secreto que los discursos políticos y civiles de Estados Unidos están rotos. Los judíos estadounidenses, que representan el 2,4 % de la población de los EEUU, son objeto del 63 % de todos los delitos de odio religioso. Estas no son mis estadísticas; son del FBI. El Director del FBI, Christopher Wray, dijo a principios de este mes que los judíos estaban “siendo golpeados por todos lados”. Y esos números ni siquiera reflejan el último tsunami de odio antijudío que domina las redes sociales a raíz de los funestos estallidos antijudíos de Kanye “Ye” West [Louis] Farrakhan-esque que siguieron.
En este contexto, me sorprendió profundamente saber que el ex presidente Trump había recibido la semana pasada a dos antisemitas, Kanye West y Nick Fuentes, en su resort Mar-a-Lago. Y no pude evitar preguntarme, ¿qué dirían otros expresidentes como Washington, Lincoln, Truman y Reagan ó líderes de derechos civiles como el Dr. Martin Luther King Jr. y Bayard Rustin sobre tal reunión? Habría sido como si ellos fueran los anfitriones de una cena de líderes del KKK.
No puedo creer que un hombre con nietos judíos, que fue el primer presidente en reconocer a Jerusalén como la capital eterna del pueblo judío al trasladar la Embajada de los Estados Unidos a la ciudad santa, y que invitó a este nativo del Lower East Side de Nueva York para guiar a nuestra nación en la oración durante su toma de posesión, podría haber tomado una decisión tan mal concebida.
El homónimo de nuestro Centro, sobreviviente del Holocausto y cazador de nazis Simon Wiesenthal, amaba los Estados Unidos de América. Nunca olvidó que fueron los soldados estadounidenses quienes lo salvaron en mayo de 1945. Estaba hipnotizado por las estrellas de la bandera estadounidense, cada una de las cuales representaba no solo un estado, sino también los valores de Libertad y Justicia de Estados Unidos. Cuando le pregunté por qué no se mudó a los EEUU, Simon respondió que si querías luchar contra el flagelo del nazismo y el odio a los judíos, había que luchar desde el pantano. Si Simon viviera hoy, se habría mudado aquí.
Simon se sorprendería al enterarse de la reunión del ex presidente con alguien como Fuentes, cuya marca identificatoria de “Estados Unidos Primero” incluye la supremacía blanca y el odio al judaísmo, y quien, en 2019, “en broma” negó el Holocausto, comparando a los judíos quemados en los campos de la muerte nazi con galletitas cocidas en un horno.
Incluso si el presidente Trump no hubiera oído hablar previamente de Fuentes, seguramente sabía todo acerca de West, quien ha criticado y amenazado a los judíos en las redes sociales una y otra vez. Entre sus comentarios recientes: “Voy a matar a los judíos”, “No creo que [los judíos] tengan la capacidad de hacer nada por sí mismos. Creo que nacieron en medio del dinero” y “los judíos son los dueños de [la] voz negra… no seremos propiedad de los medios judíos nunca más”. También declaró que “necesitamos un gobierno de cristianos”, y agregó: “Los judíos pueden estar aquí, pero no pueden hacer nuestras leyes”.
Demócratas y Republicanos pueden continuar en desacuerdo sobre temas políticos y sociales, pero no sobre los principios fundamentales de la democracia que siempre han hecho grande a Estados Unidos. Me siento animado por las voces de algunos Republicanos prominentes que se han unido a los Demócratas para denunciar la reunión de Trump con West y Fuentes. Pero es necesario que muchos más hablen.
Presidente Trump, nuestra fe judía no cree que nadie sea perfecto. En lugar de desviar la atención, le insto a que denuncie clara e inequívocamente a los dos fanáticos que acogió y a todo lo que ellos representan.
El Rabino Marvin Hier es el fundador del Centro Simon Wiesenthal de Los Ángeles y de su Museo de la Tolerancia y Moriah Films. Es el único rabino que ha sido miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas y ha ganado dos premios Oscar como productor de documentales sobre el Holocausto.