Dos retos para las empresas

Elena Conterno señala que es clave que las empresas construyan relaciones de confianza con sus grupos de interés y que contribuyan a un sistema político funcional.

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En total, fueron 7.519 las empresas peruanas que exportaron el año pasado más de 4.536 productos hacia 164 mercados del mundo, teniendo como principales socios comerciales a Estados Unidos, la Unión Europea, China, Canadá, Corea del Sur, Suiza, India y Chile. EFE/Jeon Heon-Kyun/Archivo
En total, fueron 7.519 las empresas peruanas que exportaron el año pasado más de 4.536 productos hacia 164 mercados del mundo, teniendo como principales socios comerciales a Estados Unidos, la Unión Europea, China, Canadá, Corea del Sur, Suiza, India y Chile. EFE/Jeon Heon-Kyun/Archivo

El bienestar de las familias requiere como mínimo (i) ingresos producto del empleo -ya sea como empresario, trabajador independiente o dependiente-, (ii) servicios del Estado -con especial relevancia educación y salud- y (iii) democracia.

En los últimos 25 años, hemos avanzado mucho en lo primero, gracias a una inversión privada vigorosa que ha permitido multiplicar por tres el PBI y por cuatro las exportaciones, lo que ha tenido un rol preponderante en la reducción de la pobreza a la mitad. En cambio, en lo segundo y lo tercero estamos jalados. En cuanto a los servicios que brinda el Estado, a pesar de que el presupuesto público se multiplicó por cinco, nuestro sistema educativo no da a los escolares siquiera los conocimientos requeridos en comunicaciones y matemáticas y nuestro sistema de salud no brinda siquiera todas las medicinas requeridas al salir de una consulta; en lo referido a la democracia, no tenemos ningún partido político con propuestas concretas, democracia interna y cuentas claras.

Cambiar el escenario descrito es complejo, más si tenemos en cuenta la corrupción que llega hasta los más altos niveles del Ejecutivo y el Legislativo, la polarización que llena de ataques el debate público en vez de reinar la tolerancia y el diálogo, el populismo que atenta contra un futuro de bienestar y la desconfianza que limita el trabajo conjunto para abordar retos comunes.

En adición al rol de especial relevancia de las empresas de ofrecer productos y servicios demandados en el mercado y generar puestos de trabajo, así como de pagar impuestos que permiten financiar al Estado, es clave que construyan relaciones de confianza con sus grupos de interés y que contribuyan a un sistema político funcional.

Que las empresas creen valor a largo plazo requiere que tengan relaciones de confianza con sus grupos de interés, en la medida que ello les facilitará atraer y retener clientes y colaboradores, así como enfrentar tiempos de crisis y dificultades. Al respecto, no basta con tener buenos equipos de comunicaciones o desarrollar proyectos en beneficio de sus grupos de interés; las empresas necesitan construir confianza con colaboradores, clientes, proveedores y comunidades donde operan. La construcción de relaciones de confianza requiere diálogo, empatía, transparencia e integridad; enfoquémonos en ello; por ejemplo, ¿los colaboradores confían en la empresa?, ¿qué no les gusta?, ¿qué aprecian?, ¿cuáles son sus preocupaciones?, ¿qué plantean? Diseñemos estrategias para construir confianza con los grupos de interés, a partir de escuchar a sus miembros y entenderlos, de un comportamiento con valores y de cumplir lo que se ofrece. Construir relaciones de confianza sin duda beneficiará a las empresas, pero también a la sociedad.

En cuanto a lo segundo, cabe destacar que lograr un Estado que funcione requiere como paso previo un sistema político funcional; de lo contrario, tendremos nombramientos en función de conveniencia política o de corrupción, en vez de intereses ciudadanos, que lamentablemente conllevan al desmantelamiento del Estado. Así, contribuir a un sistema político funcional es relevante para fortalecer nuestra democracia y también para fortalecer al Estado para que brinde servicios de calidad, todo ello para aumentar el bienestar de las familias peruanas.

Si bien puede no gustarnos ninguno de los partidos políticos existentes, los partidos son una condición necesaria para una democracia. Desde las empresas se puede combatir la polarización y favorecer el diálogo y la empatía, se debe permitir y ver con agrado que ejecutivos y otros colaboradores tengan una afiliación partidaria, se debe promover el voto informado, participar en cámaras y diálogos regionales, así como apoyar la activación del sistema universitario como espacio de discusión de ideas.

La crisis política y moral que estamos viviendo no la va a solucionar “alguien más” y tampoco se solucionará sola. Trabajemos para salir del entrampamiento en que estamos, pero también para que en 5 años tengamos un mejor sistema político y un mejor Estado. Asumamos como empresas y ciudadanos los retos señalados.

Elena Conterno
Elena Conterno

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