La nueva táctica de Putin en la guerra de Ucrania es la carnicería de los movilizados

La estrategia de defensa ante a la contraofensiva ucraniana resulta en un alto costo de recursos humanos, mientras sigue latente la posibilidad de que el jefe del Kremlin pulse el botón rojo de las armas nucleares

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Reservistas movilizados en Crimea (Reuters)
Reservistas movilizados en Crimea (Reuters)

El ministro de Defensa Serguei Shoigu informó a Putin que se había completado la movilización en la Federación Rusa. Pero a juzgar por lo que sucede en el frente de batalla, no es posible pensar que esto sea cierto. Continúa allí una carnicería interminable en la cual, en calidad de carne de cañon, son utilizados justamente los movilizados. El experto militar Román Svitán señala que en el frente, del lado ruso, tiene lugar una muy veloz rotación de unidades, que antes era lenta. Por eso, apenas movilizados, los nuevos soldados llegan muy rápido a la línea de combate. Esto se debe a que el general Surovikin, comandante de las fuerzas de Putin en Ucrania, ha recibido de este la orden de llevar a cabo una guerra defensiva.

Los mandos de la Federación Rusa saben que los ucranianos no avanzan si hay tropas en la línea de defensa. Lo hacen cuando las tropas de Putin huyen, o han sido aniquiladas en esa ubicación. Eso le ha dado al Kremlin la idea que se puede construir un parapeto vivo: hasta que los ucranianos no terminen de exterminarlo, no darán un paso adelante. Esa defensa de carne y hueso se construye con movilizados.

Por ejemplo, de una compañía de 100 soldados, a los 90 nuevos, sin instrucción, se los pone en primera línea operativa, delante de los 10 avezados. Los bisoños son triturados por el fuego ucraniano. Entonces los 10 más antiguos retroceden para reagruparse rápidamente con otros 90 recién llegados. Esto se ha estado haciendo durante toda la reciente ofensiva ucraniana, porque los hombres de Zelensky avanzan de a poco, moliendo pausadamente al enemigo. Pero a raíz de esta táctica, los ucranianos ya no pueden rodear la línea de fortificación, como lo habían hecho antes en el frente de Kharkiv, porque no hay brechas en la defensa.

Esta forma de resistir en muy cara en términos de recursos humanos, porque implica una guerra de extenuación para la parte rusa. Putin, que no ha logrado exterminar a los ucranianos, ahora extermina a los rusos. Con lo cual 300 mil, 400 mil o 500 mil movilizados, siempre serán pocos. Porque cuanto más caigan, más van a ser convocados.

Ceremonia antes de partir a las bases militares (Reuters)
Ceremonia antes de partir a las bases militares (Reuters)

Sin la movilización, ya no habría fuerzas rusas ni en Kherson, ni en todo el Zaporozhie. Por eso Putin ha logrado su objetivo. Pero el modus operandi del Kremlin es propio de mitad del Siglo XX, mientras que el de los ucranianos lo es del Siglo XXI.

Y Putin probablemente entienda que los lanzamisiles estadounidenses Himars no se le van a terminar nunca a Zelensky, en tanto que los misiles propios, en algún momento, sí. El trata de ganar algunos meses de tiempo y espera llegar a un armisticio, ganando la guerra del gas en Europa y chantajeando con la amenaza nuclear. Mientras se ilusiona con esos cálculos, va quemando generaciones enteras de jóvenes rusos en una guerra sin sentido.

En su reciente discurso en el club Valdai, Putin pronosticó diez años peligrosos para la especie humana y habló con toda naturalidad de una guerra nuclear. No hay duda de la capacidad de este ex jefe de la KGB de utilizar su arsenal atómico, si considera que se le agotaron todas las variantes. Todavía, empero, no es el caso.

El presidente Biden hizo una pregunta interesante: ¿si Putin no piensa usar armamento nuclear, porque sigue hablando del mismo? Pero los estadounidenses no avisaron de la posibilidad de bombardear Hiroshima y Nagasaki. En realidad, nadie ha avisado nunca que va a utilizar un armamento que deje a todos de rodillas, antes de realmente hacerlo. Ya durante ocho meses Putin ha estado gritando “¡Ahí viene el lobo!” y uno le cree cada vez menos. Sobre todo porque los principales destinatarios de la amenaza, los ucranianos, ya se lo han dicho como treinta veces: «Dale, úsalo de una vez».

A todo esto, el mandatario del Kremlin seguramente intuye que su poder se ha devaluado a los ojos de los integrantes del entorno gobernante. Prueba de ello es que ya no ocultan sus crecientes ambiciones políticas, los dos hombres que son dueños de sendos ejércitos privados. Evguenii Prigozhin, mandamás del grupo mercenario “Wagner”, y Ramzan Kadyrov, el reyezuelo de Chechenia, que quieren reemplazar a los generales del ejército regular. Su primer objetivo es voltear al ministro de Defensa Shoigu. Algo que los empoderaría para intentar el paso siguiente, apuntar más arriba.

Y es muy significativa la indignación de Putin – en su reciente discurso de Valdai – por la muerte del general iraní Qassem Soleimani, causada hace casi tres años por misiles estadounidenses disparados desde drones. Evidentemente el presidente de la Federación Rusa no descarta ahora que algo similar podría acontecerle a él.

Vladimir Putin (via Reuters)
Vladimir Putin (via Reuters)

Washington considera que, con la ayuda militar que les proveen, los ucranianos podrán hacer retroceder a Putin de los territorios ocupados por su ejército. Pero no están interesados en que eso suceda con celeridad y esto le cuesta muy caro a Ucrania. Los estadounidenses prefieren cortarle la cola al gato en fetas, y no de un tajo, con la esperanza de que - ante ese gradualismo - Putin no decida apretar el botón rojo. De ahí que no les den a Zelensky los tanques que este tanto pide.

En cambio, se aprestan a cederle sus misiles tierra-aire HAWK, que son anteriores a los Patriot. Tienen 40 mil de ellos y estaban por darlos de baja, pero cambiaron de idea. Lo que vemos, en general, es que aquel armamento de generación anterior, llamado a lidiar con la tecnología soviética de los 80, resulta hoy eficaz para enfrentar el actual armamento de Putin, que no se diferencia mucho del soviético de aquella época. También los viejos misiles estadounidenses anti-radiación HARM están volando mucho hoy por toda Ucrania. Según el experto Román Svitán, han sido actualizados, y ya no sólo destruyen artillería de defensa aérea, sino también toda fuente de radiación electromagnética.

Cualquiera que haya escuchado el discurso de Putin en el club Valdai, entiende que el riesgo de la utilización de ojivas nucleares sigue vigente. Si el dueño del Kremlin tuviera drones con hormigas infectadas de armamento biológico, probablemente también los emplearía, porque es una persona que vive en una realidad alternativa. Y cuando un dictador pierde contacto con la realidad es siempre harto peligroso. Quizá todavía no se ha dado cuenta que está perdiendo la guerra. Por eso, sus amenazas de hoy pueden ser un bluff. Que hará cuando se dé cuenta, nadie lo sabe.

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