Los relojes de cuenta regresiva han comenzado a inundar las pantallas de televisión y las redes sociales de toda América Latina. Marcan los días, las horas y los minutos que faltan para el partido inaugural de la Copa Mundial masculina de la FIFA, el 20 de noviembre. Por lo general, las cuentas regresivas aparecen alrededor de junio, pero, como esta vez el anfitrión del gran evento es Qatar, el Mundial se trasladó a fin de año para evitar el verano sofocante del Golfo Pérsico.
Seis países de América Latina (Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, México y Uruguay) clasificaron para el Mundial, y millones de hinchas de esos y otros países de la región seguirán atentamente el torneo.
Es sabido que América Latina vive el fútbol con pasión, y esta obsesión alcanza su punto máximo en la Copa Mundial. Además del apoyo dentro de sus fronteras, las selecciones de Argentina y Brasil cuentan con hinchas que las alientan desde cada rincón del mundo por su historia futbolística.
Por eso, resulta sorprendente que las asociaciones de fútbol de América Latina hayan guardado silencio con respecto a los graves abusos contra los trabajadores migrantes que harán posible el Mundial de este año. Muchos trabajadores no recibieron sus salarios y otros sufrieron lesiones y hasta muertes que no han sido explicadas. Además, las autoridades de Qatar han arrestado y deportado a trabajadores que hicieron huelga en protesta por la falta de pago de sus salarios.
Es una situación trágica para las miles de personas que migraron a Qatar con el anhelo de dar sustento a sus familias.
Human Rights Watch es parte de una coalición que ha instado a las autoridades de la FIFA y de Qatar a que ofrezcan reparaciones, incluyendo indemnizaciones económicas, a los migrantes que se han visto afectados desde 2010, cuando Qatar ganó los derechos para ser anfitrión de la Copa. También pedimos por escrito a todas las asociaciones de fútbol latinoamericanas que clasificaron al Mundial su apoyo a esas reparaciones, que ya han respaldado en forma pública siete asociaciones fuera de la región, incluidas las de Francia, Alemania y Estados Unidos.
No obtuvimos respuesta de ninguna de las asociaciones de fútbol latinoamericanas. Tal vez piensen que este no es su problema. Sin embargo, considerando lo importante y central que es el fútbol en las sociedades latinoamericanas, lo es.
A menudo llamamos al fútbol el “juego bonito” por muy buenas razones. No lo manchemos con abusos laborales.
En septiembre, Tite, el entrenador de Brasil, dio un buen ejemplo al anunciar que apoyaba un fondo de compensación para los trabajadores migrantes que hayan sufrido abusos en Qatar. Es una gran desilusión que la asociación brasileña de fútbol no haya aprovechado la oportunidad para respaldar a Tite en su valiente decisión.
Como ocurre cada cuatro años, la Copa Mundial 2022 cambiará la rutina diaria de una región que sueña alcanzar la gloria 20 años después de su último trofeo. Los hinchas, que sienten crecer la ilusión y emoción a medida que se acerca el inicio del torneo, deberían respaldar los reclamos justos y legítimos de quienes, con su trabajo, han hecho posible este evento.
Faltando menos de un mes para el puntapié inicial, las asociaciones de fútbol de América Latina deberían seguir el ejemplo de Tite. Es hora de que exhorten a las autoridades de Qatar y de la FIFA a establecer un programa de reparación integral destinado a los trabajadores migrantes que han sufrido abusos en Qatar y sus familiares.
*Santiago Menna es asistente de investigación de Human Rights Watch
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